Formas De Asociasion Al Grupo

Formas De Asociación Al Grupo

Existe un axioma en la sociología que proclama que el grupo es más que la suma de sus individuos. Esta circunstancia está contrastada por la experiencia en nuestra profesión. Un grupo de abogados que se complementan y ayudan alcanza mayores cotas de conocimiento y negocio que un abogado solitario.

Siguiendo con el símil de la navegación, podemos decir que el despacho individual es ese navegante solitario que ha de hacerlo todo él mismo. Él es el barco y el barco es él. Sin embargo, el despacho colectivo es ese crucero que navega siempre porque siempre hay alguien de guardia. Las tareas están repartidas, el esfuerzo y el descanso están ya trazados. Siempre habrá un compañero que nos pueda sustituir. Pero el límite a esta fórmula ideal de despacho, el escollo en el que inexorablemente se estrella, es la relación personal entre los que forman parte de él. Ya sea abogados u otros profesionales o empleados. Por eso solamente unos pocos despachos colectivos se perpetúan en el tiempo y crecen, solo aquellos en el que varios talantes complementarios y flexibles han sabido organizarse y dotar de unas normas comúnmente aceptadas.

Las formas de asociación son tantas como personas. Caben todo tipo de acuerdos entre los profesionales que se asocian, si bien bajo dos elementos a compartir. Los gastos de la explotación y los ingresos que se obtienen con los clientes, así como el espacio del despacho en común.

Resulta frecuente que un despacho haya nacido del matrimonio profesional de dos o tres compañeros, al que luego se han ido uniendo nuevos profesionales. En estos casos cabe que convivan todos en distintos regímenes de asociación. Así unos pueden asumir un gasto fijo o variable, al tiempo que sus porcentajes por asunto dependerán de los acuerdos que valoren la dedicación personal, la aportación del cliente al despacho.

¿Cuáles son los beneficios?

• Competir:

Las Competencias son aquellas aptitudes necesarias para tener un comportamiento adecuado y positivo que permita afrontar eficazmente los retos de la vida diaria. Son comportamientos o tipos de pensamientos que llevan a resolver una situación de una manera efectiva, es decir, aceptable para el propio sujeto y para el contexto social en el que está. Entendidas de esta manera, las competencias sociales, pueden considerarse como vías o rutas hacia los objetivos del individuo. El término habilidad o competencia nos indica que no se trata de un rasgo de personalidad, de algo más o menos innato, sino más bien de un conjunto de comportamientos adquiridos y aprendidos. Las Competencias son innumerables y es probable que su naturaleza y definición difiera en distintos medios y culturas.

1. Capacidad para tomar decisiones: Ayuda a afrontar de forma crítica, autónoma y responsable las situaciones que se presentan en la vida cotidiana, permitiendo explorar las alternativas disponibles y las diferentes consecuencias de nuestras acciones.

2. Asertividad: Permite reconocer las tácticas persuasivas, defender los derechos, a decir “no” y a afrontar habilidosamente situaciones de presión hacia el consumo de drogas.

3. Capacidad de comunicarse en forma efectiva: Tiene que ver con la capacidad de expresarse, tanto verbal como no verbalmente y en forma apropiada a las situaciones que se presentan.

4. Autoestima: Tiene que ver con el conocimiento de nuestra autoimagen, su formación y su relevancia para la conducta y para llegar a alcanzar las metas deseadas.

5. Habilidad para manejar las propias emociones: Ayuda a reconocer las emociones personales, a ser conscientes de cómo las emociones influyen en nuestro comportamiento y a manejarlas de forma apropiada. Las emociones intensas, como la ira o la tristeza, pueden tener

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