Globalización: ¿Un fenómeno erosivo para la identidad y la cultura?

Globalización: ¿Un fenómeno erosivo para la identidad y la cultura?

     La modernidad ha traído a las distintas sociedades una multiplicidad de problemas a los que deben hacer frente, algunos de corte social, otros de tinte político y hasta económico, sin embargo, los Estados como forma de organización político territorial y los gobiernos, como forma típica de gerencia estatal, han tratado, en muchos casos infructuosamente, hacer frente a estos problemas de forma aislada o individual, con los recursos humanos y materiales con los que cuentan. No obstante, la complejidad de tales situaciones hacen que los esfuerzos individuales sean insuficientes, razón por la cual, uno mancomunado se hace necesario.

     Un elemento que sin duda alguna ha aportado soluciones y nuevos problemas ha sido el avance tecnológico, en razón del cual, se han acortado distancias  físicas y conseguido curas de enfermedades que antes no parecían posibles, y se ha iniciado una carrera de consumo tecnológico exagerado. Sin embargo, es innegable que la interconexión, consecuencia de este desarrollo, ha permitido el surgimiento de nuevas formas de relaciones entre los Estados. Así, la economía a través de los mercados financieros globales, ha permitido el intercambio instantáneo de capitales, trabajo, tecnología, bienes y servicios, evitando un alto costo en tiempo y esfuerzo para las economías nacionales. Circunstancia ésta, que a todo evento ha traído consigo un desarrollo globalizado.

     La famosa globalización debe ser entendida, desde nuestra perspectiva como un fenómeno económico, político, social y cultural por el cual los diferentes países se interconectan generando intercambios y transferencias de conceptos y paradigmas propios de cada cultura, impulsado ciertamente, por la revolución digital, eliminando barreras como la localización geográfica o el idioma. Y es que resulta necesaria la relación entre la globalización y la cultura, vista esta última como el conjunto de costumbres, tradiciones, signos distintivos, instituciones sociales y normas morales de organización propio de un grupo asentado en un territorio determinado.

     Ejemplo de lo anterior son las celebraciones propias de otras latitudes, como el Día de los Muertos, fecha propia del calendario mexicano o, el Año Nuevo Chino. Muchas de ellas producto de los altos niveles de movilidad poblacional o de la exposición mediática de la que ostentan a través de los medios de comunicación o de redes sociales propias de la era digital. Resulta absurdo pensar entonces, que la cultura hoy en día se mantiene impermeable ante las influencias ejercidas en por la globalización. Así, como ejemplo altamente ilustrativo, podemos mencionar la comida de fusión, la gastronomía es uno de los aspectos que conforman la cultura que se mantienen con mayor frecuencia invariable, sin embargo, vemos como la comida venezolana se ha fusionado con estilos como el español, italiano, francés o mandarín.

     Algunos escritores como Manuel Castells, al momento de definir la globalización, lo hacen describiendo un proceso histórico, económico, social y cultural en marcha, que forma parte íntima de nuestra sociedad. Y asocian inmediatamente esta idea, con la economía de mercado o los vaivenes de los mercados financieros. Y parten de la premisa de que los mayores impulsores de este proceso son los Estado-nación, quienes a través de la privatización de las industrias y la desregulación de los mercados permiten la interrelación económica. Y señalan que la economía moderna se fundamenta en 3 aspectos primordiales: (i) una economía informacional, (ii) que funciona en redes y, (iii) es globalizada. No obstante, estudiar la economía como causa principal de la globalización, es partir de una premisa débil. Y es que, sin avances tecnológicos, la economía por sí sola, resulta incapaz de impulsar un fenómeno de tales magnitudes que aún sigue desarrollándose. En consecuencia, resulta forzoso indicar que éste es multicausal.

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