Globalización y regionalismo

GLOBALIZACIÓN Y REGIONALISMO

El sistema internacional actualmente da cuenta de unas relaciones políticas y económicas ligadas al desarrollo de los países desde sus modelos económicos globalizados, es decir, aquellos que van acorde a políticas exteriores y comerciales con el capitalismo, en materia de consumo y consecuente con esto,  hacia el endeudamiento en el sector financiero y una ruptura en sus dinámicas de integración económica; en este sentido, nos encontramos ante un panorama global cambiante, en donde las teorías expansionistas de aquellos países potencia, arrasan desde el discurso del desarrollo, con aquellos países periféricos, es decir, que se encuentran diezmados o sometidos a políticas centrales de determinadas fuerzas que controlan el sistema económico y por lo tanto, generan aquellas expresiones de desigualdad social en el mundo.

Con lo anterior, Colombia se halla de modo ambiguo frente a los retos y desafíos con y desde la región, como bien lo menciona Gabriel Silva Luján, “se necesita un paradigma de política económica internacional y de política exterior bien diferente al vigente”; en términos de darle un rumbo distinto y de paso, fortalecer desde otros procesos de desarrollo y de prosperidad internacional en aspectos económicos; en donde se vuelve pertinente analizar aquellas dinámicas presentes del regionalismo, a partir de una potencialización y consolidación de relaciones comerciales, pero también, diplomáticas, y de manera reciproca, que permitan establecer condiciones de cooperación; es decir, que se requiere (y se demanda) un ejercicio de tecnificación de la tierra y una reevaluación de las condiciones con las que Colombia cuenta como país, en aras de posicionarse dentro de dicho sistema internacional que no da espera a las economías alternativas y emergentes regionales. Resulta acertado desempolvar aquellas dinámicas regionalistas como en su tiempo lo fueron la CEPAL, UNASUR e incluso dinámicas como la del ALBA; donde se aúnen esfuerzos de construcción desde lo propio, y desde la región como un punto clave de resistencia hacia la globalización, pero también, hacia una nueva forma de comprender el desarrollo de las sociedades no solo desde lo material-económico, sino desde las garantías de condiciones dignas e integrales del Ser social.

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