Glosas acto 9 de julio

Buenos días:

Hace 202 años atrás un grupo de personas se reunían un 9 de julio en nuestra hermosa Tucumán a tan solo unas cuadras de nuestro instituto, en una casa que más que una casita se convertiría en histórica, para gritar al mundo la palabra tan esperada por tantos, libertad, al fin declarábamos nuestra independencia después de siglos de dominación española.

No fueron tiempos fáciles, al parecer nunca lo son, nuestro país se forjo de la lucha, de aquel sacrificio que incluso conlleva hasta la muerte, si hablamos desde un punto de vista humanizado, nuestro país nació de un parto complicado, pero pudimos salir adelante.

Muchos fueron los intereses que se enfrentaron en aquellos tiempos, a tal punto, que el sueño de la independencia parecía desvanecerse a través de los años luego de aquel enérgico y revolucionado mayo de 1810. Los intereses sectoriales, ambiciones personales, el egoísmo y la soberbia de unos cuantos, buscaban con su accionar opacar la obra de nuestros grandes padres de la patria como Manuel Belgrano y José de San Martin, hacedores de nuestra libertad, entre tantos más.

Muchos de nosotros no podemos significar lo que implica ser libres, porque nacimos siendo libres, independientes, dignos de derechos, imaginen allá atrás hace 200 años, un pueblo al que se le debía enseñar que era ser libre, como comportarse, como gobernarse, como vivir en paz, sin el yugo del opresor. Es allí donde entran a jugar un rol fundamental los próceres de nuestra patria, hombres sencillos pero de grandes acciones, aquellas que se hacían incluso cuando sus propios intereses no estaban contemplados, seres grandes y eternos porque nos legaron una herencia que traspaso su tiempo cronológico para convertirse en eterna, a ellos hoy también va nuestro homenaje.

Hoy más que nunca nuestro pueblo continua aprendiendo a ser libre, no es tarea fácil, ya que aquellos que hoy nos dominan para sus intereses, no visten los colores del rey de España, no se paran al frente de ejércitos, hoy demasiadas cosas nos limitan nuestra libertad, y en muchos casos tratamos de locos a quienes rompen las cadenas que nos limitan, aquellos que no piensan como todos, quienes no visten igual, quienes no escuchar ritmos con letras vacías, aquellos que no visten de marca o simplemente a aquellos que tratan a la libertad con responsabilidad, sabiendo como premisa que la libertad sin responsabilidad no es tal, es libertinaje.

La base de cualquier sociedad democrática se basa en la libertad, pero ojo, no la que usamos cuando decimos “hago lo que quiero”, sino la que usamos en la que decimos “hago lo que debo”. La ley de la jungla debe quedar allá en la jungla, en la civilización debe primar la civilidad, el respeto, la tolerancia, el aceptar que el otro puede o no estar de acuerdo conmigo, pero toda opinión vale, porque si caemos en la sinrazón de la crítica por difamar y desacreditar, rompemos la esencia de la crítica misma, que es aportar para mejorar.

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