Gran Muralla China

Aunque su razón de ser fue estrictamente defensiva, la Gran Muralla China llega a nuestros días como una de las obras magistrales de la ingeniería y arquitectura mundiales. El proceso de construcción y reconstrucción de esta gran obra tuvo lugar a partir del siglo V y hasta el XVI. Su función: proteger la frontera norte del imperio chino. En su versión completa tuvo más de 7 mil 300 kilómetros cuadrados de extensión, de los cuales actualmente sólo 30% se mantiene en pie. Los muros miden entre 7 y 10 metros de alto y de 4 a 5 de ancho.

Algunas referencias históricas estiman que más de 400 mil personas murieron durante los trabajos, y fueron enterrados en las inmediaciones de la muralla conforme el proyecto avanzaba. La dificultad del proceso se acentuaba debido a fuertes vientos y al clima extremo de las zonas donde está la obra.

Los materiales usados en la edificación de la Gran Muralla fueron diversos según la zona. Por ejemplo, cerca de Pekín se echó mano de piedra caliza, mientras que en otras áreas se utilizó granito o ladrillo cocido. Su estructura base consta en una larga tapia hecha con arcilla y arena, misma que tuvo un recubrimiento de varias paredes de ladrillos, lo que la hizo muy resistente al impacto de artillería.

En el caso de los muros, fueron construidos con varias capas alternas de grava triturada y caña recubiertas con arcilla, esto a fin de protegerlos de la erosión y que fueran más difíciles de escalar por las tropas enemigas. El piso fue pavimentado con una mezcla de piedra y mortero, bajo el cual fueron dispuestas varias capas de troncos.

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