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Guerra De La Corrupción


Enviado por   •  1 de Julio de 2013  •  820 Palabras (4 Páginas)  •  261 Visitas

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¿Ha crecido la corrupción? Para muchos la respuesta es indudablemente positiva. Pero la respuesta no es tan sencilla, por la simple razón de que el periodismo y los medios de comunicación han hecho al poder más transparente. Situaciones que antes podían ocultarse hoy son destapadas rápidamente. Cada vez resulta más difícil, pero no imposible, ocultar las transgresiones a la ley. De otro lado, y esto es algo más novedoso, existe el anhelo por estándares éticos más estrictos. Aunque, paradójicamente, este deseo está a contrapelo de una licencia para transgredir, de una tolerancia con la corrupción, con tal de que las prácticas corruptas estén acompañadas de cierta eficacia y discreción. De esta manera, están en lucha una demanda de honestidad, encabezada por algunos políticos y ciertos periodistas, contra las viejas costumbres de hacerse de la “vista gorda” y de pronunciar el clásico “borrón y cuenta nueva” que asegura la impunidad de quienes acaban de dejar el poder.

Esta lucha por la conciencia pública se desarrolla en múltiples batallas. Para hacernos realmente ciudadanos, los peruanos tenemos que comprender que la corrupción es la causa más importante del atraso y la violencia. Y la corrupción viene de anteponer la conveniencia personal, y de grupo, al interés del conjunto de la ciudadanía. Si el sentimiento de justicia y la ley no se interiorizan, no se engendra un sentimiento de obligación.

En realidad, la corrupción comenzó en la época colonial, entre los privilegiados de la ciudad. Pero desde entonces se ha infiltrado en todos los sectores sociales, primero en el mundo popular criollo y luego en el “nuevo Perú” de la migración andina. Ricardo Palma, en sus “Tradiciones peruanas”, deja constancia de la brecha entre las leyes y las costumbres en la sociedad virreinal. En diversas frases recoge la actitud del criollo ante la ley. “La ley se acata pero no se cumple”, es la más conocida. Esta expresión pone de manifiesto cómo el sujeto criollo acepta formalmente la ley, pero sin que esta aceptación importe un compromiso real. Se genera entonces una escisión entre un semblante público de respeto y un trasfondo cínico de incredulidad. Pero la expresión que el parece más exacta a nuestro gran tradicionalista es “las leyes son hostias sin consagrar”. En esta frase se hace visible el escepticismo del criollo frente a la autoridad, pues ella no convence, no puede convertir un texto en una obligación, a diferencia del sacerdote que sí puede transformar el pan en el cuerpo de Cristo. Las leyes parecen sagradas pero no solo “papel mojado” o “papel para hacer pajaritas”. Cuando el papel se moja, se deshace y la tinta se corre de manera que resulta casi imposible de leer. Y el papel que se usa para hacer “pajaritas”, para jugar, es un papel que se dobla y se acomoda a los deseos de la persona ingeniosa que lo manipula. Podrá hacer un barquito o un sombrero,

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