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HISTORIA DE VIDA DE CINTHIA LÓPEZ ROJAS


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2015  •  Tarea  •  2.625 Palabras (11 Páginas)  •  423 Visitas

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UNIVERSIDAD CATÓLICA BOLIVIANA “SAN PABLO”

UNIDAD ACADÉMICA LA PAZ

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL

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EN CAMINO AL CAMBIO

HISTORIA DE VIDA DE CINTHIA LÓPEZ ROJAS

ESTUDIANTE: MARA STORL SALGUERO

DOCENTE: MGR. GALY MALDONADO CASTEDO

MATERIA: REDACCIÓN 1- PARALELO 3

LA PAZ - BOLIVIA

DICIEMBRE – 2014

EN CAMINO AL CAMBIO

HISTORIA DE VIDA DE CINTHIA LÓPEZ ROJAS

Gracias a una misión de trabajo, Cinthia López Rojas (41) emprendió la aventura más grande de su vida. En una fría noche en invierno del 2006 se embarcó en el vuelo con destino a República Dominicana. Al bajar del avión en la caliente ciudad de Santo Domingo, estaba ansiosa y no tenía ni la menor sospecha de que este viaje le dejaría huellas para siempre. Sería la experiencia que cambiaría su vida, convirtiéndola en una mejor persona a todo nivel.

Cinthia mide 1,50 metros y la distingue una amplia sonrisa. Es de contextura mediana y tiene la piel tostada. Lleva el cabello liso y de color castaño hasta la mitad del cuello. Sus arqueadas cejas, acompañadas por ojos almendrados, resaltan una mirada siempre despierta. Su nariz es recta y proporcionada en su dulce rostro. Al apartar sus finos labios sobresalen dos filas de perlados dientes, relucientes e iguales.

Siempre viste discreta y lleva un crucifijo colgando de su cuello. Usualmente combina un chaleco de lana sobre una camisa blanca.  Usa faldas de diversos tonos oscuros hasta las pantorrillas acompañadas por medias nylon y zapatos negros.

A los 33 años de edad, Cinthia emprendió la gran aventura de su vida. Fue enviada en misión a República Dominicana por la congregación “Hijas de San Pablo”, en la que sigue trabajando actualmente. Fue en la ciudad de Santo Domingo donde vivió durante siete años.  Esta ciudad caribeña estuvo colmada de muchas experiencias, aventuras y aprendizajes que cambiaron la vida de Cinthia para siempre.

Ella recuerda, como si fuera ayer, que se sintió muy emocionada y nerviosa al mismo tiempo al aterrizar en Santo Domingo. Inmediatamente después de bajar del avión y pasar por Migración, fue llevada a la casa de la congregación de “Las Paulinas”. Allí convivió en la comunidad con dos de sus colegas; una italiana y una venezolana. La casa aún no estaba del todo lista, pero allí disponían de todo el segundo piso; incluyendo una librería.

La casa estaba a seis cuadras del mar. Durante su estadía en República Dominicana, Cinthia solía pasar largas horas sentada en “El Malecón” para meditar o descansar. La maravillosa vista al mar, le transmitía paz y serenidad. Bajo aquel ardiente sol caribeño, el cielo celeste y sin nubes, disfrutaba el mágico paisaje. Al borde de la avenida principal de Santo Domingo se encuentran banquitos protegidos por enormes palmeras que proporcionan sombra y, el aire más fresco y puro de la zona. Se oyen suaves olas que rompen al tocar las rocas y la refrescante brisa, susurrando suaves sonidos.  Al observar el mar desde la orilla del “Malecón”, se aprecia el agua limpia y cristalina que comienza con un azul tan claro como el cristal, que en partes toma un color azul verdoso. Con la profundidad se va convirtiendo en un azul tan intenso como el zafiro que se pierde a lo lejos del horizonte.  

No todo fue color de rosa en los siete años vividos allá. El primer gran reto al cual tuvo que enfrentarse Cinthia, fue adaptarse a su nueva realidad. Lo que más le costó fue acostumbrarse al clima tropical: Humedad excesiva, temperaturas por encima de los 30 grados, fuertes tormentas e incluso afrontando fuertes huracanes.

A pesar de estar en un lugar desconocido y enfrentarse al clima húmedo y lluvioso, la gente caribeña; cálida y acogedora, hizo que se sintiera como en casa. Logró acostumbrarse rápidamente a la forma de hablar, a las costumbres, a la comida dominicana y a todos los hábitos del día a día; viviendo y conviviendo como una más del lugar. No por nada lo llaman el “país de las caricias’’. Cinthia afirma que la gente dominicana es muy alegre y expresiva y que su forma de ser, hace que uno se sienta a gusto.

Al cabo de un año de misión, contrajo un Dengue Hemorrágico que casi le cuesta la vida. Tuvo que pasar 10 días internada en el Hospital General de la Plaza de la Salud de Santo Domingo. Pero este acontecimiento sirvió para que Cinthia se diera cuenta de las valiosas amistades que había hecho en ese corto tiempo. Tenía visitas constantes y gente que la acompañó durante su estadía en la clínica. Los nuevos lazos de amistad se mantienen hasta el día de hoy: Amigos sacerdotes jesuitas, Francis, Norberto, Miguelina, Ana, entre otros.  

Una vez que se recuperó, regresó al trabajo y a la vida rutinaria. Nuevamente la vida la marcó con un evento memorable. En el año 2010 el país vecino de República Dominicana fue devastado por un terremoto. Cinthia jamás olvidará la experiencia de ayudar a Haití que se encontraba en estado de emergencia.

La experiencia que más la marcó, fue la visita que hizo a la cárcel de varones. Les llevó el Nuevo Testamento y compartió tiempo con ellos. Fue muy fuerte e impactante ver las celdas y la vida de los presos dentro de ellas.  “¡Es una realidad muy dura e inimaginable!”

Conocer y vivir otra realidad hizo que Cinthia abriera más su corazón y que aprendiera bastante sobre la cultura dominicana, quedándose con muchas ganas de conocer más países. Actualmente, mantiene relación y sigue trabajando a distancia con ellos. Si tuviese la oportunidad de regresar a Santo Domingo lo haría encantada.

Hoy, ella siente que esta experiencia le ha ayudado a madurar, asumir responsabilidades y a crecer como mujer, como profesional y sobre todo como persona. En esta gran aventura Cinthia aprendió que, a pesar de las diferencias culturales, razas o clases sociales; lo importante es el valor que tienen las personas. Además, se superó personalmente, ya que sobrellevó todos los obstáculos que se le presentaron en el camino durante esa etapa de su vida.

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ANEXOS

ANEXO 1

IDEA PRINCIPAL

En el 2006, Cinthia López Rojas (41) pasó siete años en República Dominicana. El tiempo en este país, desconocido para ella, significó una experiencia de vida que le dejó huellas para siempre. Tuvo que enfrentarse a situaciones difíciles, pero nada comparado con todo lo bueno que recibió a cambio.

En esta aventura Cinthia aprendió que a pesar de las diferencias culturales, razas o clases sociales; lo importante es el valor que tienen las personas. Además se superó personalmente, ya que sobrellevó todos los obstáculos que se le presentaron en el camino.

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