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HOMBRE NUEVO - MUJER NUEVA


Enviado por   •  26 de Marzo de 2015  •  1.701 Palabras (7 Páginas)  •  303 Visitas

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA PRODUCCIÓN Y RECREACIÓN DE SABERES EJE MUNICIPAL PICO BOLÍVAR PROGRAMA DE FORMACIÓN AVANZADA “ESPECIALIZACIÓN EN DOCENCIA UNIVERSITARIA”

MÉRIDA - 21 DE MARZO - 2015

ENSAYO

HOMBRE NUEVO - MUJER NUEVA

Est. Sánchez O. Cipriano A.

Prof. Edwin Chirinos Duque

ENSAYO:

HOMBRE NUEVO - MUJER NUEVA

A diferencia del pensamiento dogmático, el marxismo jamás deja de inquietarnos.

Cuando Lenin retoma el hilo del pensamiento marxista, se encuentra con este panorama de reflujo, al punto que ya se hablaba de la muerte del marxismo. En su inmortal «Qué Hacer» critica el culto a la espontaneidad, la ausencia de principios, el desdén hacia la teoría y el practicismo reformista. Y plantea las cosas con claridad meridiana: ideología burguesa o ideología socialista, sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria, dado que el socialismo es ciencia, no surge espontáneamente de las masas.

Toda revolución es fruto de condiciones históricas concretas, pero ¿cuáles son y qué lugar tienen esas condiciones? Una explicación del tema debería evitar los extremos señalados por Perry Anderson: voluntarismo por un lado y economicismo por otro.

Antonio Gramsci, desde la cárcel y sin la rica experiencia de este siglo, ya había vertido claros conceptos al respecto: “El elemento determinista, fatalista, mecanicista, ha sido un aroma ideológico inmediato de la filosofía de la praxis, una forma de religión y de excitante (al modo de los estupefacientes) pero necesaria y justificada históricamente por el carácter subalterno de determinados estratos sociales”.

Gramsci llama la atención sobre las consecuencias negativas que tiene sobre la actitud revolucionaria el pensamiento mecanicista. Pero ¿cuál es la alternativa? ¿debe aceptarse como única respuesta la reducción del socialismo a una mera posibilidad? ¿o es posible fundar sobre bases científicas una fe en la victoria? Hacia el final propondremos algunas respuestas a estos interrogantes.

Claro está que la crítica al mecanicismo no implica negar la necesidad de ciertas condiciones previas, de lo contrario, se cae en el voluntarismo, en confundir los sentimientos de la vanguardia con los de la clase. A largo plazo (ya que la lucha de clases tiene sus propios tiempos) se termina en la desazón al no estar preparados para una larga y paciente lucha.

La Filosofía de la praxis era un eufemismo que utilizaba Gramsci para referirse al marxismo en los textos que escribía dentro de la cárcel.

La situación revolucionaria es el momento de las grandes definiciones, el momento de la acción más decidida para los revolucionarios, pero esto también lo sabe el enemigo de clase que ha aprendido a no regalarnos crisis.

A diferencia de las burguesías de los países del primer mundo, las de los países pobres tienen más dificultades para mantener la estabilidad del sistema de explotación; una serie de mecanismos de control son puestos en juego para evitar los grandes estallidos. Hacer que las crisis exploten antes de tiempo, fraccionarlas, contenerlas, hacerlas jugar a favor de las clases dominantes en el marco de un constante control ideológico. La miseria por sí sola no engendra conciencia revolucionaria, los pueblos comprenden las contradicciones sociales en la esfera ideológica, súper estructural. Por esta razón, la agudización de las contradicciones en el modo de producción no se traduce automática y mecánicamente en la elevación de la conciencia revolucionaria.

La optimización del control por parte del imperialismo ha permitido al sistema continuar agudizando sus contradicciones sin que se le enfrentara un avance equivalente en la conciencia del proletariado. Para dar respuesta a este hecho, el marxismo debe prestar especial atención al elemento consiente, el factor subjetivo. Esto supone una profundización en los valores marxistas y su proceso de encarnación en el pueblo, porque contrariamente a lo que logra el capitalismo, debemos sacar lo mejor de cada ser humano para hacer realidad la revolución.

A tal fin es preciso abandonar la postura ingenua que idealiza a la clase obrera como la portadora

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