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Huelga Bananera de 1934 Costa Rica


Enviado por   •  30 de Agosto de 2015  •  Ensayo  •  1.854 Palabras (8 Páginas)  •  1.090 Visitas

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Liceo Experimental Bilingüe de Grecia

Departamento de Español

Profesora: Licda. Sylvia Paniagua Brenes

Ensayo: La Huelga Bananera de 1934

Estudiante: Samuel Vargas Gutiérrez

Sección: 11-2

Fecha de entrega: lunes 27 de abril del 2015



La Huelga Bananera de 1934

La evolución económica costarricense siempre se ha basado en la exportación del café y del banano; y esto ha generado un sistema débil y subdesarrollado debido a la alta dependencia de nuestro país de una economía central. Limón es –seamos sinceros– probablemente la región más pobre y atrasada de nuestro país, y acogió a la empresa United Fruit Company, una potencia económica imperialista que monopolizó el mercado de frutas en los Estados Unidos. “La United Fruit Company se convirtió en un verdadero símbolo de la penetración neocolonial en Centroamérica y, particularmente, en Costa Rica” (Cerdas Cruz, 1986).

En el año de 1871 el empresario Henry Meiggs firma un contrato con el gobierno de Costa Rica para construir una vía férrea que conectara la ciudad de San José con el puerto de Limón. Meiggs fue asistido en este proyecto por Minor Cooper Keith, quien se hace cargo del negocio después de la muerte de Meiggs. A partir de 1880, Cooper compra extensas fincas agrícolas y crea la empresa Tropical Trading and Transport Company. En 1884, durante la presidencia de don Próspero Fernández Oreamuno, el gobierno le otorga una concesión de casi 800 hectáreas de terreno cultivable mediante el contrato Soto-Keith, con el fin de renegociar la enorme deuda externa que el país se había tirado encima. Al finalizar la línea del tren en el año de 1890, aprovechó las tierras para iniciar la producción de banano para el mercado de Estados Unidos, dando origen a un imperio bananero en una nación prepuberta –con escasos 69 años independizada–, sin experiencia, y poco comprometida con defender el interés nacional y las minorías de población.

Es aquí donde entra en el juego el Partido Comunista. El Partido Comunista se había constituido en 1931 con Carlos Luis Fallas como uno de sus líderes más visibles, y desde su formación se empezó a hablar de los trabajadores bananeros. En esta época se da la deportación a Limón dictaminada a Fallas por las autoridades judiciales de Alajuela debido a un movimiento huelguístico que él mismo había organizado en la ciudad.

Entre los parásitos que afectan a los humanos se puede nombrar las lombrices intestinales (Ascaris lumbricoides), la tenia (Taenia solium), los anquilostomas (Necator americanus), la Compañía Bananera (United Fruit Company), entre otros. En una gran porción de Latinoamérica –Costa Rica incluida– hubo una gran epidemia de este último. Y es que la dichosa Frutera calza perfectamente con la definición: “Dicho de un organismo animal o vegetal: Que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo” (Real Academia Española). O sea: un organismo animal –porque solo animales podrían cometer las injusticias que cometieron los gringos–: Que vive a costa de otro de distinta especie –aclaro, aquí la diferencia de especies es entre nosotros y los sanguinarios invasores–, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo.

Fallas había trabajado en la compañía, y él conocía muy bien sus antecedentes. Los dueños de las fincas tenían a sus peones en condiciones deplorables y ridiculizantes que les denigraban al máximo su dignidad y su humanidad; condiciones a las que ningún ser humano –como ser integral que somos– debería ser sujeto por la razón que sea; condiciones impuestas por gringos bestiales dirigidos por el egoísmo y el deseo de dinero, que ponían a los trabajadores en jaque mate y los obligaban a hacer su voluntad; condiciones que no diferenciaban mucho a nuestros jornaleros de los campesinos europeos sometidos a sus señores feudales durante el oscuro periodo de la Edad Media.

Los trabajadores bananeros vivían constantemente amenazados por la malaria y la fiebre palúdica, padecimientos que proliferaban en la región, sin siquiera la existencia de unidades sanitarias o de personal médico capacitado de alguna índole. Con lo único que contaban era con el Hospital de Limón en casos muy graves, y con un dispensario atendido por un enfermero. Solo se daba quinina y, para colmo de los afectados, había que pagarla. La salud es un derecho fundamental inalienable que todos poseemos, y que fue violado impunemente por la Yunai durante todo el periodo de tiempo que estuvo alojándose en nuestro país.

Agregado a esto, la compañía bananera distribuía una serie de artículos de primera necesidad sin impuestos que vendían a los finqueros. Estos a su vez vendían todo más caro a los trabajadores. Por su lado, estos dueños no pagaban a los peones en efectivo, sino que les pagaban con cupones, de tal manera que al recibir el salario no podían comprar sino en el comisariato, y al precio que les vendieran.

Asimismo las jornadas largas y agotadoras en exceso; las inmundas y antihigiénicas viviendas sin agua potable, letrinas o electricidad en las que vivían; el maltrato físico al que eran sometidos; una cultura llena de delitos, prostitución y alcoholismo; y una población heterogénea –constituida por costarricenses, nicaragüenses, panameños, jamaiquinos y hondureños– saturada de tensiones y divisiones raciales se agregan a la ecuación para acortar la mecha que tarde o temprano detonaría la huelga.

El 4 de agosto de 1934 en la finca de Veintiséis Millas se llevó a cabo el Congreso de Trabajadores del Atlántico, que trajo consigo las peticiones de huelga. Después de cinco días se forma un Comité de Huelga de la Región Atlántica, liderado por el líder comunista y escritor Carlos Luis Fallas. Este comité presenta una serie de demandas al Administrador General de la United Fruit Company. En este momento, el Administrador General era el más claro ejemplo del sistema imperialista estadounidense: míster H. C. Chittenden, un gringo insolente e impertinente que se consideraba superior a los centroamericanos y no les daba a los trabajadores la oportunidad de negociar con él.

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