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Identidad ¿un concepto realmente necesario?


Enviado por   •  26 de Diciembre de 2019  •  Ensayo  •  2.742 Palabras (11 Páginas)  •  155 Visitas

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Identidad, ¿un concepto realmente necesario?

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Universidad de Málaga. Facultad de Ciencias de la Educación. 4º Educación Social.

Asignatura:   Inmigración, Minorías Étnicas y Educación Intercultural                                            Docente:       Felipe Vega Mancera                                                                                                                 Alumno:       Nicolás Alcaraz García                        

Identidad, un concepto necesario para la interacción social

        Con la intencionalidad propia de defender el concepto de identidad como la base fundamental de toda interacción social, creo conveniente entender que tanto emisor como receptor, en cualquier tipo de relación, deben tener un conocimiento recíproco de algunas dimensiones que pertenezcan a la identidad de ambos, con el objeto de que exista dicha interacción social ineludible para la existencia de una sociedad.

        Hablo de una necesidad comparable a aquello que es básico para vivir, como puede ser el afecto o el alimento, como bien dice Castilla (2004)[1], y que nos enlaza como seres humanos que somos, en sentimientos y razón de pertenencia a unos determinados grupos o culturas. Aunque la creación de, tan importante necesidad, no sería posible sin el reconocimiento de uno mismo vinculado al ser reconocido, una autoconciencia individual, inevitablemente colectiva a la vez, que asimilamos cuando sentimos que tenemos un grado de representatividad con la sociedad que nos rodea, cuando el sentimiento de pertenencia se convierte en parte de nuestra identificación, formado parte del proceso con un protagonismo que refuerza el desarrollo de la cotidianidad poblacional.

“La identidad incluye coordenadas de espacio y tiempo, de individualidad y colectividad de particularización y pluralidad, de transformación y desarrollo constante, es la construcción de un estilo de vida igual y diferente”.

(Claudia Maritza Guzmán  Ariza en  la Conferecia Magistral, FIDOE. 2010).[2]

        

        Así pues, y teniendo en cuenta todo lo anteriormente comentado, puedo confirmar que la identidad  va inevitablemente unida al conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y maneras de comportarse, que actúan de pegamento en un grupo social determinado y que a su vez nutren el sentimiento de pertenencia, denominado identidad cultural.

        

        Cuando Naïr (2010)[3] aporta cuestiones tan interesantes como que Europa está pasando por un proceso irreversible de mestizaje con nuevos tejidos étnicos, culturales y de creencias, automáticamente conecto estos conceptos con el estado psicológico y sociológico de tantos y tanos inmigrantes que dejan atrás sus países de origen, sin quizás ser conscientes de los cambios que se producen en las sociedades a las que llegan o los cambios que  provoca en ellos cuando su sentido de pertenencia, a su grupo cultural, se tambalea cuando convive con otras culturas, sociedades, comunidades o familias.

‘La identidad no es algo dado de una vez para siempre. Más bien la identidad es un proceso en formación que se construye  y reconstruye en el curso de vida de los individuos y grupos, y en ello a través de diferentes facetas, roles y circunstancias’

Melucci (2001:115)[4]

        Un cambio con una base fundamental de supervivencia y con desafíos tanto internos como externos, en la que la adaptación al medio ejerce el replanteamiento de una nueva identidad, claro que no completamente nueva, ya que el conocimiento y práctica en la nueva cultura, no ensombrece, por completo, la identidad creada en su país de origen. Siempre teniendo en cuenta las múltiples formas de adaptación y los distintos modos identitarios, sumándole la profundidad del cambio en base a la edad con la que llega a la sociedad cambiante.

        

        Un cambio en inmigrantes, que bajo mi punto de vista, la estamos creando o transformando las sociedades que recibimos a dichos inmigrantes donde la legislación, los medios de comunicación o los términos poco ejemplarizantes como ‘los sin papeles, son la consecuencia de dichos cambios en la identidad, trayendo consigo unas señas identitarias que excluyen directamente.

        ¿Dónde está la igualdad de oportunidades si invitamos al inmigrante a sentirse y ser alguien que no pertenece a esta tierra por el hecho de venir de otra?

‘La violencia xenófoba ha aumentado en Alemania. Un informe que dio a conocer este miércoles el Gobierno detalla que en 2015, coincidiendo con el acogimiento masivo de refugiados que hizo el país, se registraron más de 1.400 actos violentos contra inmigrantes protagonizados por militantes de grupos de la ultraderecha, un 42 por ciento más que en 2014.’[5]

        Siguiendo con mi visión de esta realidad, podría arriesgarme a afirmar que la definición de  identidad debería llevar un nexo aclaratorio, en casos de migración, como el enfrentamiento de personas que defienden sus valores territoriales sin tolerancia, sin igualdad o sin libertad a otras personas con diferentes valores, sobre todo aquellos que reciben al inmigrante. Un etnocentrismo que reduce la globalización en términos meramente económicos, que hunde bajo tierra la consideración propia de ciudadanos del mundo o que se deja llevar por una mayoría con identidades universales etiquetando a las minorías, que se acercan, como no válidas por ser diversamente diferentes.

Sinceramente confundo este nexo aclaratorio, con la concepción de que nuestra nación, nuestra tierra con nuestras fronteras bien marcadas y lo que se cuece en ella, es superior en comparación con el resto del mundo. Entiendo que el desconocimiento de la existencia de otras nacionalidades, valores e identidades, justifiquen  nuestro mundo occidental como lo universal, pero al margen de ello y a nivel general, no es permisible entender la nación como un solo cuadro de marco social.

‘Creo que el mundo del futuro nos exige enormes capacidades para aprender a convivir con quienes no estamos de acuerdo. El restablecimiento de muros y fronteras no nos lleva a ninguna parte. Los europeos van a tener que abandonar esa visión eurocentrista del mundo. Europa no está sola en el mundo.’[6]

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