JUAREZ ANTE EL JUICIO DE LA HISTORIA

JUAREZ ANTE EL JUICIO DE LA HISTORIA”

El congreso de Colombia y su Presidente Murillo Toro glorifico con el honroso titulo de “Benemérito de la Américas” al licenciado Benito Juárez, el Águila de Ixtlan. Sobre este hombre integro habré de disertar.

Quienes acusan a Patricio de ateo, hereje, enemigo de la religión o anticlerical, por separar la iglesia del estado; los que impugnan su origen indígena, color o falta de piedad en el Cerro de las Campanas; los que no aceptan que el respeto al derecho ajeno sea la paz, olvidan que la magnitud de su obra dio grandeza a la nación; que el hombre que castigo todos los abusos para defender todas las garantías era profundamente humano y religioso; que el hombre que freno todas las opresiones para defender todas las libertades, mereció no solo la veneración, respeto y admiración de un pueblo con profundas raíces liberales, sino los versos luminosos del poeta y escritor francés Víctor Hugo, quien alentando a los Fuertes de Loreto y Guadalupe escribiera: “No os hace la guerra Francia, es el imperio. Valientes hombres de México, resistid, combatid, sed terribles. Estoy con vosotros. Vosotros es vuestra Patria, Yo en el destierro.

En San Pablo Guelatao, Oaxaca, un 21 de Marzo de 1806 nace el Reformador por antonomasia, ejemplo vivo de todas las virtudes cívicas, estadista insobornable y defensor de las leyes del país que le sirvió de cuna. Seminarista, Diputado Gobernador y Presidente de la República, de pastor de ovejas se transmuto en guía y conductor de hombres, de hombres con mayúsculas, pues así eran los hombres de la Reforma.

De allí el indio de Guelatao proclamo que el derecho de uno termina donde comienza el de los demás; que los mexicanos debemos alcanzar todo por la fuerza de la razón y nada por la razón de la fuerza; que debemos responder al mal con la justicia y al bien con la generosidad, y que el poder absoluto corrompe absolutamente.

Sufrió y amo intensamente, el amor por su familia y por la patria lo fue todo. A ellos dedico su vida y los vio crecer como un racimo de esperanzas. En Margarita Maza, dama plena de virtudes quien cumplió en grado heroico el sagrado de deber de madre y esposa, Juárez encontró la fortaleza y el amoroso apoyo que tanto requería. Para el, como para el Poeta Byron: el amor a la familia era un placer, pero el honor a la patria un deber.

Por eso quise hablar de Juárez, del estadista, del reformador que supo defender a la República, del gestor de un apotegma que aun en nuestros fragorosos días es el modelo del derecho internacional, de quien supo separar a la iglesia del Estado, en fin, del inspirador de las Leyes de Reforma.

Hoy mas que nunca los invito, los exhorto a seguir el luminoso ejemplo del Patricio, del indio de Guelatao, quien fue toda rectitud y toda sencillez, a ser como el, mexicanos incorruptibles.

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