Karl Max: El trabajo dignifica al hombre
Enviado por almita22 • 3 de Septiembre de 2012 • Informe • 593 Palabras (3 Páginas) • 1.836 Visitas
El trabajo dignifica al hombre
Al parecer Karl Marx, en un momento de inspiración, dijo: "el trabajo dignifica al hombre". Al parecer, Benjamín Franklin lo repitió hasta la saciedad. Al parecer, algunas personas dudan de mi capacidad de sacrificio. De mi capacidad, por ejemplo, para levantarme a las siete de la madrugada cada día para ir a trabajar. Quizá estaría bien recordar que sé que mi tiempo es limitado, que sólo tengo esta vida, al menos yo, y por tanto, como no me gusta levantarme a las siete de la mañana, no pierdo mi tiempo ni mi vida haciendo algo que no me gusta. Por ejemplo. Sin embargo, es significativo (incluso para mí) observar que nunca me haya temblado el pulso a la hora de levantarme a las siete de la mañana para acompañar a alguien con quien he hecho el amor a la estación, para escribir un poema que me ha estado rondando toda la noche, o para hacer rock and roll. Lo que más ensalza la Iglesia sobre Cristo es su redención (su sacrificio). Pero en lo que más se demora la Biblia es en contarnos cómo Jesús pasaba la mayor parte de su tiempo bebiendo vino y charlando con los amigos -que llaman eufemísticamente apóstoles. Es decir, viviendo la felicidad elemental. Si la Biblia es un libro sagrado, por algo será. He escuchado a mucha gente decir, ante un futbolista mediocre: pero es un atleta. Sí, es un atleta. También esuché decir a Ángel Cappa una vez: es un atleta. Pero esto es fútbol. Cuando un atleta llega, acaba. Cuando un futbolista llega, empieza. Borges decía que el trabajo de un poeta, a diferencia de los demás, es incesante, porque no conoce el descanso. Porque la poesía no conoce el descanso, la poesía en constante y está en todo, incesante. Conozco al menos a dos personas, y una soy yo, que trabajan 24 horas al día, la mitad para subsistir, y cuando acaban, en vez de irse a la cama o a jugar al parchís, comienzan su trabajo. Me gustaría saber qué opinión nos merecen aquellos que cometen atentados contra la belleza. O, dicho en palabras más sencillas, cotidianas, cuántos madrugones han servido para la belleza. Porque los que no lo hayan hecho no merecen el título de Hesíodo: Los trabajos y los días. Ni el de Umbral: Los placeres y los días. He conocido a un poeta que es un héroe. Porque consiguió sacar su plaza de funcionario a pesar del bombardeo incesante de poesía que cada día, cada minuto, cada segundo, se producía en su cerebro, y se le pasaba no por la cabeza, sino por el corazón. Porque no renunció a un sólo verso durante la esclavitud, ni a una sola responsabilidad durante los verso. Él es mi maestro, como yo soy el suyo. Al parecer, el trabajo dignifica al hombre. Pero me permito decir que cuando alguien le dice a su esclavo que la esclavitud lo dignifica, lo que pretende es convencer al esclavo de que siga siendo su esclavo. Al parecer, la frase fue contundente: mucha genialidad y todo lo que tú quieras, pero no vale para trabajar.
...