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LA MUERTE DE UNA CONVERSACIÓN


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2013  •  670 Palabras (3 Páginas)  •  489 Visitas

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¡Por fin alguien lo hizo! Acabo de leer en internet que a la entrada de

algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos

celulares. Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca

recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ring tones

interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas

mientras hablan a gritos.

La noticia me produjo envidia de la buena. Personalmente, ya no recuerdo lo

que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, bebiendo café

o chocolate, sin que mi interlocutor me deje con la palabra en la boca,

porque suena su celular. En ocasiones es peor. Hace poco estaba en una

reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres de las cinco

personas que estábamos en la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes

por celular. Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.

Debido al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo

telegráfico que no llega a ningún lado. El teléfono se ha convertido en un

verdadero intruso. Cada vez es peor. Antes, la gente solía buscar un rincón

para hablar. Ahora se ha perdido el pudor. Todo el mundo grita por su móvil,

desde el lugar mismo en que se encuentra.

La batalla, por ejemplo, contra los conductores que manejan con una mano,

mientras la otra, además de sus ojos y su cerebro se concentran en contestar

el celular, parece perdida. Aunque la gente piensa que puede hablar o

escribir al tiempo que se conduce, hay que estar en un accidente causado por

un adicto al teléfono para darse cuenta de que no es así.

No niego las virtudes de la comunicación por celular. La velocidad, el don

de la ubicuidad que produce y por supuesto, la integración que ha propiciado

para muchos sectores antes al margen de la telefonía. Pero me preocupa que

mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando

estamos cerca.

Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono. Preferimos perder la

cédula profesional que el móvil, pues con frecuencia, la tarjeta sim

funciona más que nuestra propia memoria. El celular más que un instrumento,

parece una extensión del cuerpo, y casi nadie puede resistir la sensación de

abandono y soledad cuando pasan las horas y este no suena. Por eso quizá

algunos nunca lo apagan. ¡Ni en el cine! He visto a más de uno contestar en

voz baja para decir: "Estoy en cine, ahora te llamo".

Es algo que por más que intento, no puedo entender. También puedo percibir

la sensación de desamparo que se produce en muchas personas cuando las

azafatas

...

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