LA PAZ A LA VUELTA DE LA ESQUINA.

LA PAZ A LA VUELTA DE LA ESQUINA

La reciente conclusión de los diálogos de Paz de la Habana, Cuba, entre el actual Gobierno de Colombia y la Guerrilla autodenominada FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarías de Colombia, Ejército del Pueblo), ha generado un complejo debate, marcado por las diferencias de los sectores políticos, la especulación, las mentiras de lo que le van a dar a la guerrilla, las dudas y el miedo tanto de los pro, como de los contra del acuerdo, que supone el fin de las FARC como grupo armado insurgente, su tránsito a la vida civil y su trasformación en partido político, con participación en instancias decisorias del Estado, como el congreso de la República.

Son muchos los puntos tratados, y por ende, son demasiados los cuestionamientos que surgen del resultado final de las negociaciones, de tal manera que no resulta fácil decir simplemente que se trata de algo bueno o malo para el País o para los Ciudadanos, o limitarlo al Sí o al No. Sin embargo, la intención inicial del Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos, que aún sin que fuera necesario, quiso que el Proceso de Paz fuera sometido a consideración del Pueblo, mediante un proceso electoral democrático; lo cual justificó la convocatoria al Plebiscito, que se votará el próximo domingo dos de octubre de 2016, y por eso todas las personas deben votar así estén o no de acuerdo, pues cualquier voto cuenta.

En esa medida, si bien es evidente que a la paz no se llega solo con un voto o con la firma de un acuerdo; ahora que la aprobación o no aprobación del acuerdo se decidirá en las urnas, es necesario tomar una decisión y para asumir una postura concluyente y definitiva, hay que ponderar las ventajas de continuar la historia de Colombia con o sin la presencia armada de las FARC, la cual durante más de cincuenta años ha estado presente en las páginas más violentas, sangrientas y dolorosas del País; y pese a que surgió por razones enmarcadas en una ideología de cambio y de oposición al Gobierno, en beneficio del Pueblo, la realidad de sus acciones, terminó en muchas ocasiones, afectándolo, en lugar de defenderlo.

Ese accionar de las FARC, estuvo ligado fuertemente con las actividades ilícitas del narcotráfico, lo cual le permitió crecer en armas, en hombres y en presencia en gran parte del territorio nacional, pero ese crecimiento también propició que la guerra se intensificara y que en su lucha contra el Estado, se afectara la población civil y se cometieran múltiples crímenes que según la justicia interna e internacional, no pueden ser perdonados, sin que exista alguna sanción. Además, en medio de la crueldad del conflicto, la fuerza pública, encargada de combatir a las FARC, también resultó culpable de varios crímenes que mayoritariamente afectaron a personas inocentes que poco o nada tenían que ver con la Guerrilla.

Por tales circunstancias, la sola oportunidad de lograr que deje de existir ese grupo armado ilegal de tantos años, que sin duda es uno de los más reconocidos, resulta bueno para el País; pues al extinguirse como estructura criminal, se terminarán muchas de sus actividades delictivas y de esa manera se podrá iniciar un nuevo camino de progreso, que fortalezca la inversión y permita que se puedan desarrollar de manera más segura las obras civiles, principalmente en las zonas alejadas, que podrían tener mayor crecimiento, mejor infraestructura y posibilitar que las personas desplazadas regresen a las zonas abandonadas por la violencia.

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