LA PUGNA ENTRE LIBERALES Y CONSERVADORES QUE CARACTERIZÓ LAS PRIMERAS DÉCADAS DE PERÚ COMO REPÚBLICA INDEPENDIENTE.

LA PUGNA ENTRE LIBERALES Y CONSERVADORES QUE CARACTERIZÓ LAS PRIMERAS DÉCADAS DE PERÚ COMO REPÚBLICA INDEPENDIENTE.

La pugna entre liberales y conservadores caracterizó la vida política de los primeros años de la República, teniendo sus puntos más álgidos durante la época posterior a la caída de la Confederación Perú-Bolivia.

Los conservadores peruanos defendían la necesidad de contar con un Estado fuerte, dominado por la aristocracia e incluso argumentaban que ciertas libertades debían ser restringidas en pro de mantener el orden establecido. Consideraron que la libertad y los derechos civiles tenían poco valor si no se usaban correctamente.

Por el contrario, los liberales peruanos respaldaban a la libertad y los derechos del hombre como fin supremo. Propiciaban el predominio del poder legislativo sobre el ejecutivo, para lograr un régimen igualitario.

Según algunos historiadores, se puede analizar este debate en tres hechos importantes:

• La confrontación entre Benito Lazo y Bartolomé Herrera.
• La rivalidad entre los colegios Guadalupe y San Carlos.
• Las discusiones parlamentarias sobre el derecho al voto de los indígenas y mestizos.

Entre los representantes del conservadurismo peruano se puede nombrar a José María Bartolomé Herrera, Felipe Pardo y Aliaga, José María Irigoyen, Manuel Vivanco y Felipe Barriga, entre otros.

Por el lado del pensamiento liberal destacaron los intelectuales Benito Laso, Domingo Elías, los hermanos Pedro y José Gálvez, Francisco de Paula González Vigil y Manuel Toribio Ureta.

Comentario.

A través del debate público, los liberales y conservadores peruanos expresaron dos formas opuestas de ver el mundo dentro de su época. Según la historiadora Natalia Sobrevilla, fue también reflejo de un proceso de cambio entre generaciones, que tuvo un significado en la historia peruana gracias al florecimiento de la prensa escrita y la presencia de diversos intelectuales provenientes de otros países. (Sobrevilla: 2007)^[1].

Por lo anterior, vale decir que ninguna de las dos corrientes era original, ya que representaban sistemas de valores que eran materia de reflexión en otras partes del mundo.

Los conservadores añoraban la sociedad “equilibrada” del virreinato, y lo justificaban aduciendo la necesidad de un orden natural impuesto por mandato divino, donde la moral cristiana y la aristocracia debían regular las normas sociales y políticas (Cotler: 2005)^[2]. Temían las reformas anticlericales y la pérdida de privilegios, porque conocían los extremismos de la anarquía con un claro ejemplo en la Revolución francesa, dentro de un Estado que todavía no alcanzaba su madurez institucional. Con Bartolomé Herrera como máximo representante, consideraban las ideas providencialistas de Jacobo Benigno Bossuet y rescataban la obra cultural y evangelizadora de España en América (Aljovín y López: 2005).^[3]

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