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LA RELACIÓN ENTRE LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y SOCIEDAD DEMOCRATICA


Enviado por   •  6 de Abril de 2016  •  Ensayo  •  2.871 Palabras (12 Páginas)  •  298 Visitas

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LA RELACIÓN ENTRE LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y SOCIEDAD DEMOCRATICA

Existe una estrecha relación entre democracia y libertad de expresión, la cual queda manifiesta en el hecho que la libertad de expresión es un elemento fundamental sobre el cual se basa la existencia de una sociedad democrática, además esta libertad de expresión es indispensable para la formación de la opinión pública, por tanto vamos aunar criterios importantes sobre la libertad de expresión en nuestra sociedad democrática y el papel que juegan los medios de comunicación en está.

Nuestra razón reclama que la sociedad libre, democrática justa y en paz, se asiente en los valores, derechos y principios, siendo estos no manipulables, no negociables y válidos para todo. Una sociedad democrática es posible en un Estado de derecho, más aún, sobre la base de la concepción de la persona. Ya que la persona y su dignidad, es decir, el hombre en sociedad o ser humano es la base y el fin inmediato de todo sistema social y político, especialmente del sistema democrático que afirma basarse en sus derechos y en el bien común que siempre debe apoyarse así mismo en bien de la persona y en los derechos fundamentales e inalienables de esta.

Hagamos pues alusión a lo antes mencionado citando la siguiente sentencia:

Este Tribunal ha expresado que ‘la democracia representativa es determinante en todo el sistema del que la Convención forma parte’[1], y constituye "un 'principio' reafirmado por los Estados americanos en la Carta de la OEA, instrumento fundamental del Sistema Interamericano"[2] La Asamblea General de la OEA en diversas resoluciones consideró que el acceso a la información pública es un requisito indispensable para el funcionamiento mismo de la democracia, una mayor transparencia y una buena gestión pública, y que en un sistema democrático representativo y participativo, la ciudadanía ejerce sus derechos constitucionales, a través de una amplia libertad de expresión y de un libre acceso a la información”.[3]

El estado y los ordenamientos jurídicos sociales en coadyuvancia han de reconocer, respetar y tutelar los derechos que corresponden al ser humano. Aquellos que corresponden a su verdad más profunda, en la que radica nuestra base de la realización en la libertad, es decir, el ciudadano, su desarrollo, felicidad, y bienestar son la base y el objetivo de toda sociedad en convivencia y de todo su ordenamiento jurídico.

Cualquier desviación por parte de alguno de los ordenamientos jurídicos, de los sistemas políticos o incluso de los estados en este terreno, nos colocarían en un riesgo de lograr una sociedad vertebrada. Por esto mismo, nuestra sociedad para crecer necesita una ética que se fundamente en la verdad del hombre y reclame el concepto mismo de persona como sujeto trascendente de derechos fundamentales, anterior al Estado y su ordenamiento jurídico.

La razón y la experiencia nos muestran que la idea de un mero consenso social que desconoce la verdad objetiva fundamental acerca del ser humano y su destino trascendente, es insuficiente como base para un orden social honrado y justo; sin esto tarde o temprano nuestra sociedad se desmorona y desarticula. Hay algunas exigencias morales objetivas que son anteriores a nuestra sociedad o sistema como ordenamiento jurídico y social, que deben ser garantizadas.

Algunos opinan que las normas morales, consideradas objetivas y vinculantes llevarían al autoritarismo, es decir a un régimen de sometimiento absoluto a una autoridad, pero esta concepción desmorona la sociedad, hace tambalear el mismo ordenamiento democrático en sus fundamentos, reduciéndolo a un mecanismo puro de regulación empírica de intereses diversos y contrapuestos, dado que una sociedad se mantiene o cae con los valores fundamentales que encarna y promueve.

La democracia como un mejor sistema para la vertebración de una sociedad, si no queremos negarlo en sus mismas bases, no puede convertirse en un sustitutivo o sucedáneo de la moralidad o en una panacea de la inmoralidad. Lo contrario nos llevaría a su destrucción, la pondría en peligro. La democracia es un instrumento de la sociedad, su valor cae o se sostiene según sus valores objetivos que de hecho encarne y promueva; afirmar esto es servir a la democracia y hacer posible la construcción de una sociedad justa y respetuosa.

Compartamos la siguiente sentencia como alusión a todo lo anterior mencionado:

La Corte no estima contraria a la Convención cualquier medida penal a propósito de la expresión de informaciones u opiniones, pero esta posibilidad se debe analizar con especial cautela, ponderando al respecto la extrema gravedad de la conducta desplegada por el emisor de aquéllas, el dolo con que actuó, las características del daño injustamente causado y otros datos que pongan de manifiesto la absoluta necesidad de utilizar, en forma verdaderamente excepcional, medidas penales. En todo momento la carga de la prueba debe recaer en quien formula la acusación. En este orden de consideraciones, la Corte observa los movimientos en la jurisprudencia de otros Tribunales encaminados a promover, con racionalidad y equilibrio, la protección que merecen los derechos en aparente pugna, sin mellar las garantías que requiere la libre expresión como baluarte del régimen democrático.[4]

Cuando se pierde o sistemáticamente se destruye el sentido del valor trascendente de la persona humana, o cuando se dejan a un lado las exigencias morales objetivas o en si la verdadera moral, se resiente el fundamento mismo de la convivencia social y política, toda la vida social se ve poco comprometida, amenazada y abocada a su desintegración y disolución. Todos no sentimos convocados a fortalecer nuestra sociedad para garantizarle un gran y esperanzador futuro.

El tema del papel de los medios de comunicación en la democracia no es, como algunos podrían suponer, secundario o de fácil resolución, por el contrario, tal como podrían confirmar los hechos en todo el mundo, se trata de una reflexión vital para la salud de las democracias contemporáneas.

En las sociedades modernas, la política y el ejercicio de la democracia son inconcebibles sin la participación de los medios de comunicación, pero la revolución actual con la que contamos en las comunicaciones, ocurrida en esta era de globalización nos obliga a revalorar de nuevo el vínculo que existe entre información y política, a redefinir el modo como se ejerce la libertad de expresión y, en general, el derecho a la información, su difusión y forma de expresarlo.

La Corte Interamericana explica y hace referencia al derecho de la libre expresión en el periodismo como medio de comunicación, en los siguientes términos:

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