LA VIDA DESPUÉS DE LA REINTEGRACIÓN
Enviado por Stephen Belt • 9 de Octubre de 2016 • Documentos de Investigación • 1.195 Palabras (5 Páginas) • 232 Visitas
LA VIDA DESPUÉS DE LA REINTEGRACIÓN
Por Esteban Aragón
El contexto que vive Colombia actualmente en su búsqueda de la paz, nos hace cuestionarnos si estamos preparados para recibir en la sociedad a las personas que están en las filas de la guerrilla, dado que hay muchos imaginarios y estigmas que se tienen hacia ellos. “Uno simplemente está buscando una oportunidad de aceptación, no queremos ser juzgados por un pasado, deseamos que primero nos conozcan”, son los anhelos y palabras de Mauricio, una persona que decidió tomar un fusil en un momento de la vida donde solo debía estar jugando con sus amigos y estudiando, sin embargo se dispuso a pelear por una causa que aún sigue sin entender.
Para esta persona su llegada a la guerrilla fue consecuencia de las circunstancias por las que pasaba cuando tenía diez años.
“yo estuve viviendo en la calle por dos años y medio, luego llegué a vivir con una familia que estaba administrando una finca. Una día llegó la guerrilla a la casa, cuando ellos vieron que yo no era parte de esa familia empezaron a preguntar, quién era yo. La señora y el señor les explicaron que me habían recogido de la calle, después la guerrilla habló conmigo y me invitaron a ser parte de su ejército. Yo me dejé endulzar el oído y me fui con ellos”, indica él.
Durante los 15 años que estuvo con la guerrilla Mauricio fue testigo de los muchos enfrentamientos con el ejército colombiano, por esta razón, él comenzó a experimentar un sentimiento de miedo ante la posibilidad de llegar a morir en esos combates, “llegó un momento en el que pensé que me iba a morir muy joven y no iba a alcanzar a formar una familia”. De ahí parte la idea de desertar del grupo junto a una de sus compañeras.
La travesía hacia la libertad
La zona donde estaba asentado el campamento, al cual pertenecía Mauricio y su compañera, se encontraba en lo profundo de la selva y además había una fuerte presencia de las fuerzas militares de Colombia, complicando de ese modo la fuga. Encima de todas las condiciones de vida por las que pasaban no eran las mejores, “mi compañera estaba en un mal momento, tenía la menstruación y no habían toallas higiénicas, estábamos pasando hambre y no teníamos buena ropa” afirma Mauricio. Inicialmente la decisión de huir la había tomado él sin consultarle a nadie, pero cuando vio la situación de su compañera le comentó sobre su plan. “Al principio ella no quería irse porque pensaba que era una trampa, que yo la iba a hacer matar. Al final terminó huyendo conmigo”.
Escaparse no estaba fácil, aparte del ejército, tenían que enfrentarsen a la distancia entre el campamento y la carretera, “estábamos a cinco horas de la carretera, pero fue tanto nuestro afán por salir que terminamos llegando a la carretera negra en solo dos horas”, narra Mauricio.
Eran aproximadamente las 2 de la mañana cuando Mauricio y su compañera emprendieron su viaje hacia la libertad. Luego de haber atravesado maleza, lodo y enfrentarse a zancudos, insectos y otros animales que viven en la selva, llegaron a las 4:30 de la mañana a la carretera. La felicidad fue tanta que Mauricio indica, “mi compañera me preguntó si ya éramos libres, yo le respondí que aún no, que lo seríamos cuando cruzáramos al otro lado de la carretera”.
Cuando ellos cruzaron, ya podían sentir un pequeño aire de aliento, porque la guerrilla no se iba a arriesgar a buscarlos más allá del monte. Aquel día vieron al sol nacer, al igual que sus esperanzas de volver a la sociedad, sin embargo aún quedaba camino por recorrer, “nos quedamos todo el día tomando agua y comiendo lombrices de la tierra. No nos podíamos mover de ahí hasta que pasara un bus que nos llevara a una ciudad”, manifiesta Mauricio. El bus que los llevaría a la capital pasó a eso de las 4 de la tarde, cuando llegaron tomaron otro bus que los llevaría al Tolima.
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