LEGITIMACIÓN DEL PODER PUNITIVO ESTATAL PARA CONMINAR LA PENA DE MUERTE

David Gale -personificado por Kevin Spacey- es un activista por la abolición de la pena de muerte en Texas, uno de los Estados de la Unión que hace gala de castigar el crimen sin contemplaciones. Paradójicamente, Gale es condenado a morir por haber sido encontrado culpable de la violación y asesinato de Constance Harraway (Laura Linney), su amiga y colega en su lucha contra la pena capital. El hombre decide conceder tres entrevistas exclusivas días antes de su ejecución a una joven reportera, Bitsey Bloom, interpretada por Kate Winslet.

El film se estructura en tres actos que relatan el descenso “en picada” de un profesor universitario que a partir de una trampa (relación con una alumna que es descubierta) queda marginado de la Universidad, pierde familia, profesión y amigos, con la excepción de esa amiga, la víctima, que después aparece muerta – desnuda, maniatada con esposas y asfixiada en la cocina de su casa, supuestamente a manos de Gale- con pruebas que lo incriminan.

El epílogo depara un giro inesperado: un video llega a manos de la periodista en donde se puede ver que la muerte de Constance fue causada por ella misma; ante dicha evidencia, que acreditaría que la sentencia condenatoria contra Gale había sido fruto de un error judicial, Bitsey intenta salvarlo de la ejecución pero llega tarde.

Pero el final no es ése, sino que luego que la inyección letal termina con la vida de Gale, llega a las manos de Bloom otro video más largo, en donde se repite la escena del crimen y se puede ver que la muerte de Constance no sólo fue autoprovocada por la víctima, sino que medió la intervención de un tercero –el vaquero compañero de Death Watch que tenía en su poder dicha filmación- y, sorprendentemente, del mismísimo David Gale.

De la visión del thriller de Alan Parker no resulta explícita que la participación de Gale en el suicidio de Constance –en esos momentos enferma terminal de leucemia- hubiera consistido en actos materiales que ayudaran a que la víctima se causara la muerte o que la hubieran inducido a adoptar semejante decisión; sólo se alcanza a observar –luego que Constance deja de respirar- la inmediata presencia en el lugar del hecho del vaquero –quien constata la ausencia de signos vitales de Constance- y de David Gale, quien se encarga intencionalmente de imprimir por todos lados su propias huellas digitales.

De ello se puede deducir que la cámara filmadora –instalada en un trípode- fue accionada por ambos para registrar cómo ocurrió realmente el deceso de la activista de Death Watch y así demostrar –a posteriori que el Estado texano hubiera incrementado su trágica estadística en la materia- que Gale era inocente de haber violado y matado a Constance y –consecuentemente- que el fallo condenatorio fue una equivocación de su sistema judicial provocada por la mise en scène planificada y montada por Constance y Gale, quienes

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