LOS NO LUGARES – MARC AUGE
Enviado por Hugo Canahua Sosa • 2 de Septiembre de 2016 • Monografía • 2.023 Palabras (9 Páginas) • 308 Visitas
LOS NO LUGARES – MARC AUGE
Al inicio del libro el autor Marc Auge comienza explicándonos un planteamiento sobre “lo cercano y lo de afuera”, usa como elemento de comparación la mirada del aquí y del ahora de los estudios de antropólogos y etnólogos, dos tipos de visiones muy importantes para entender la postura que necesitamos para poder comprender lo que se nos ira presentando el en libro.
El autor nos define al etnólogo como aquel individuo que se encuentra en alguna parte, en cualquiera, pero en el presente, y al mismo tiempo describe todo lo que puede sentir en ese momento para el (su percepción de aquí del momento), por eso Auge nos afirma que cuando el etnólogo habla del pasado o se refiere a este, sin querer o pretender ser contemporáneo, lo es en fin y al cabo, porque se encuentra en el ahora, y que lo que diga o manifieste son válidas tanto para el presente como el pasado.
Una vez que hemos entendido esto el autor aborda la labor de los etnólogos europeos que analizan lo que es cercano a ellos, es decir, su entorno inmediato, en contraposición con los que se centran en el estudio etnológico en diferentes lugares, que no son el inmediato. Es evidente que cada sitio posee sus formas distintas de expresarse, y genera cierta distorsión de las cosas que veamos en otros lugares que no sea los nuestro o el nuestro, es por eso que pareciera que esas sociedades lejanas que estudian los etnólogos europeos son las nuestras, o algunas de las nuestras, que aparecen de pronto distintas y transformadas en su visión.
Si queremos sintetizar lo que nos trata de afirmar Auge es que lo que realmente se necesita es saber si hay aspectos de la vida social del mundo contemporáneo que puedan circunscribirse a los aspectos de una investigación antropológica, en la misma forma que se han todos los demás factores determinantes de una sociedad, los antropólogos de afuera. No pone en duda el método, pero afirma que no debe confundirse con el objeto de la antropología que sufre cambios, “deslizamiento de los centros de interés” los llama Augé, que impiden a las disciplinas ser exclusivamente acumulativas por lo que se atenta entonces con la continuidad.
Pero, dice Augé, el centro de la investigación antropológica, el único objeto intelectual lo constituye “el otro”, a partir del cual puede definir diferentes campos de la investigación. Es el otro en presente, es el otro simultaneo y en varios sentidos. Bajo la lupa antropológica “caen” todos los otros: el otro exótico, el que no es el otro idéntico con el cual construimos un nosotros preñado de semejanza; el otro íntimo “que está presente en el corazón de todos los sistemas de pensamiento y cuya representación, universal, responde al hecho de que la individualidad absoluta es impensable”. Es impensable porque el otro íntimo en su representación es una construcción social, es una representación del vínculo social que le es consustancial a la antropología, es una expresión de la sociedad con la que se identifica (o es identificado).
Hablamos al inicio del documento sobre el “deslizamiento de los centros de interés” de la antropología y del riesgo de que ese fluir, digamos, le hiciera perder su continuidad. No es versatilidad caprichosa de la antropología sino transformación acelerada del mundo contemporáneo que se vive en los últimos tiempos que le hace volver los ojos a la disciplina en un intento de reflexión sobre la categoría de la alteración que se ha producido.
Una de esas transformaciones es el tiempo, nuestra forma de percibirlo y usarlo. El tiempo conduce a modificaciones tales como concentraciones urbanas, traslación de sectores de población o variaciones en la cantidad de estos que puedan alterarla radicalmente muy rápido. Estaríamos hablando de la aceleración de los medios transportes, de la vida ciudadana, del movimiento cotidiano de una multitud que se traslada durante horas para llegar a sus puntos de trabajo pero, y surge aquí un nuevo problema, estamos hablando de una falta de conciencia por parte del sistema laboral con eternas jornadas de trabajo que están cambiando el modo de ver del sujeto respecto a los tiempos de dispersión y ocio , a los tiempos de convivencia social, tanto en el hogar como en el trabajo , en sí , cambiando su percepción del afuera?.
Marc Augé, en contraposición, se refiere al lugar antropológico:
[...] es al mismo tiempo principio de sentido para aquellos que lo habitan y principio de inteligibilidad para aquel que lo observa. El lugar antropológico es de escala variable. (Augé, 58.
Se los considera identificatorios, relacionales e históricos.
Es identificatorio cuando es parte fundamental de la construcción de la identidad individual como el lugar de nacimiento, por ejemplo. Pero ese lugar da lugar a relaciones de coexistencia. Cuando se conjugan identidad y relación podemos hablar de lugar histórico. El que allí vive reconocen en él señales que escapan a la historia como ciencia. Es el lugar que han construido los antepasados, la historia que viene detrás de una persona o de una nación completa.
El habitante del lugar antropológico vive en la historia, no hace historia. (Augé, 60).
El lugar antropológico es lugar de encuentro, de cruce, de flujo. Pueden ser itinerarios que pasan y recorren distintos lugares de reunión, caminos que conducen de un lugar a otro en los cuales los individuos se reconocen dentro de un espacio que le es propio; encrucijadas donde los hombres se citan; lugares de reunión como los mercados, ciertas plazas, ciertas calles, siempre las mismas, donde bailan los celebrantes espontáneos en carnaval.
Todas estas relaciones que se establecen en el lugar se concretan también, obviamente, en el tiempo. Es distinto el tiempo que puede percibirse al estar en una charla o en un lugar de recreación o el de celebración o actividad ritual que son de una sacralidad alternativa. Ciertos lugares y tiempos, tiempos y lugares de rituales creados por las personas, crean una memoria que los vincula con lo sagrado y cuando el participante los recorre, no solo toma conciencia del grupo del cual forma parte sino de las celebraciones precedentes que vivió o se vivieron en el lugar.
Las ciudades nuevas tienen el problema de no poseer esos lugares respaldados por una historia antigua, reiterada, más lenta que las que propone la nueva ciudad, sin encrucijadas, sin itinerarios.
Particularmente creo que esas ciudades nuevas terminan construyendo esos lugares de encuentro, esos espacios significativos. Porque el hombre que viven en una comunidad pequeña (generalmente el caso de las ciudades nuevas) es individuo-vecino y como tal y siempre en carácter de hipótesis, gregario en búsqueda del otro que viven dentro de su misma frontera.
Los hombres buscan unos y saben los otros, lo que significan esos lugares antropológicos y, si no, pruebas al canto, todas las ofertas turísticas, todos los carteles indicadores de lugares antiguos que impregnadas de mercantilismo no dejan de ser una forma de aludir desde el espacio presente a los lugares del pasado.
El lugar antropológico es lugar de palabra intercambiada de interacción y desarrollo como ser humano, de complicidad de compañeros de espacio y tiempo, de intimidad y reconocimiento en un lenguaje compartido, de sentido implícito y simbolizado.
La modernidad no los elimina, sino que los pone en segundo plano dice Starobinsky. Perduran en el tiempo, quizá relegados, pero constituyen una parte fundamental de la ciudad, pues son memoria viva del tiempo que ha transcurrido y que sobrevive.
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