La Cabeza Bien Puesta

Capítulo 2 – La Cabeza Bien Puesta

En este capítulo se puede observar el ideal de la educación que es el de formar personas con un conocimiento general, para plantear y analizar los problemas, además que vincule los saberes y así darles sentido.

Más que una cabeza llena de conocimientos, en donde se encuentra el saber de manera disgregada y sin ninguna clase de organización.

Esta actitud implica animar la curiosidad, el cuestionamiento para atacar los problemas que nos abordan. La inteligencia general contribuye a situar todo conocimiento en una relación inseparable de lo individual dentro de lo diverso y viceversa. Este cambio se evidenció en la segunda revolución científica del siglo XX, época en la cual se rompió con el enfoque reduccionista dogmático que consideraba los sistemas complejos de manera que las partes y el todo se producen conjuntamente y se organizan mutuamente. Frente a este hecho se logró contextualizar y totalizar los saberes fragmentados para integrarlos de manera fecunda a las nuevas disciplinas científicas nacidas en aquél entonces:

• Ecología

• Ciencias de la Tierra

• Cosmología.

Reanimar la curiosidad es fundamental ya que es parte de nuestra condición humana. No basta con atiborrar de conocimiento a las mentes sino se posee una actitud organizadora y con principios para plantear y analizar los problemas; es decir se debe tener como premisa un pensamiento ecologizante.

Las revoluciones en el campo científico han arrojado claros ejemplos de una cabeza bien puesta, porque necesariamente se han tenido que unir disciplinas que anteriormente estaban separadas, como las ciencias de la tierra. En ellas se ha reencontrado sus perspectivas multidimensionales. Otro gran desafío es integrar los conocimientos fragmentados y separados en disciplinas que tienen la misma naturaleza de conocimiento como lo es la historia, sociología, psicología, economía.

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