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La Corrupción


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2013  •  Ensayo  •  676 Palabras (3 Páginas)  •  219 Visitas

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La Corrupción

Como fenómeno a nivel histórico se encuentra di fundido por todas partes; en Inglaterra, a fines del siglo ante pasado era un azote en las oficinas gubernamentales. En Francia, la corrupción de la nobleza en 1780 dio origen a la Revolución, con decapitaciones para el Rey, la Reina y toda la nobleza corrupta. En Estados Unidos, el fenómeno daba mucho de que preocuparse a la joven nación y Teodoro Roosevelt, a fin de evitarla, estableció el Servicio Civil para los empleados de gobierno. Los extremos de perversión gubernamental que se padecían en esos países hoy considerados adelantados y relativamente libres de ello se ven repetidos en naciones con atraso económico similar a los de Inglaterra en los siglos XVII y XVIII pero de independencia reciente como Uganda, Zaire, (antes Congo Belga), Afganistán y muchas otras en América Latina.

Aquí en Centroamérica, la corrupción generada por el despotismo de la familia Somoza dio origen al levantamiento nicaragüense; también la revolución cubana tuvo como inspiración principal la necesidad de eliminar la corrupción del gobierno reinante en la isla. El Salvador no se queda atrás en esta competencia de inmoralidad; la venta a mitad del valor nominal de los recibos de los empleados públicos en tiempos de Quiñónez, para ser cancelados después en su pleno valor a los compradores oficiales, aún se recuerda con tristeza. Max Martínez tuvo que fundar una institución -la Corte de Cuentas- para fiscalizar la conducta de los funcionarios públicos y justificó la prolongación de su régimen por la "necesidad" de combatir la corrupción. Sin embargo la Proclama del 15 de Octubre argumenta, otra vez, como razón para justificar su revolución, la necesidad de eliminar la corrupción,

La historia nos recuerda que las medidas tomadas por Inglaterra, Estados Unidos, Francia, etc., el fenómeno disminuye de intensidad por cierto tiempo y que luego renace, como el Ave Fénix; algo indica que dichas medidas, si bien son temporalmente efectivas dejan algunos vacíos por donde se cuela de nuevo la corrupción. No hay pues medidas únicas, permanentes, ni manera conocida de resolver el problema de una vez por todas.

Puede observarse que en los países que se dicen más ricos, o mejor organizados, o con más tradición, parece como si la corrupción fuese menos intensa. Más de un ministro ha renunciado en Inglaterra por tener amoríos con su secretaria; igual en Alemania con el Presidente Willy Brant y más recientemente en Japón otro ministro renunció por vergüenza, tras el descubrimiento público de que había aceptado comisión por la compra de material bélico. Los ejemplos pueden multiplicarse.

En El Salvador, esas cosas no suceden todavía; quien escribe, tuvo, hará tal vez 30 años, oportunidad de leer un "libro blanco" publicado por el Departamento de Estado de Norteamérica en donde aparecía la lista de coroneles

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