La Cultura Latinoamericana a la Luz de la Postmodernidad y la Globalización
Enviado por cmarrone • 9 de Enero de 2019 • Ensayo • 2.617 Palabras (11 Páginas) • 125 Visitas
La Cultura Latinoamericana a la Luz de la Postmodernidad y la Globalización
Carlo Luigi Marrone
Debido a que la cultura latinoamericana es muy variada y en ella confluyen un sinnúmero de manifestaciones culturales y expresiones de la lengua que denotan su riqueza, se precisa analizar dicha pluralidad a la luz de las posiciones modernistas, posmodernistas y de la globalización con el objetivo de generar un debate que promueva el robustecimiento de la identidad y la cultura de nuestros pueblos, frente a los terribles peligros que se desprenden de la fragmentación de la verdad y el relativismo nihilista de la posmodernidad y la globalización en el contexto latinoamericano.
Diferenciar entre lo moderno y lo posmoderno será fundamental para que nuestro análisis logre encauzarse hacia el desarrollo de la interculturalidad en el entorno de Latinoamérica dentro del fenómeno que se observa en las sociedades globalizadas de hoy.
Para muchos, la modernidad representó aquel período en el que los grandes debates filosóficos se proponían enrumbar el destino de la civilización buscando en la reflexión crítica el sentido ontológico, axiológico, estético, antropológico y científico de la humanidad. Fue el triunfo de la razón, el lógico proceder del hombre, su accionar mediante las grandes revoluciones científicas, filosóficas y humanistas en la sociedad lo que promovió a la razón por los derroteros de la modernidad.
Por otro lado, podemos enmarcar el fenómeno posmodernista que se ubica en el ámbito cultural y filosófico en las grandes urbes europeas y en los Estados Unidos inicialmente. De inmediato, éste se hace sentir en todas las áreas del conocimiento humano, trascendiendo así a la esfera de la cotidianidad latinoamericana.
Se ha manifestado ampliamente que el conocimiento implica poder. Esta premisa ha permeado la política económica global. Hoy día, ese supuesto poder, manejado por los grandes enclaves económicos, ha impactado la cultura y la sociedad de nuestros pueblos que han ido tornándose consumistas, dependientes y esclavos de una necesidad inmanente y trascendente.
El mundo, tal como lo conocemos, ya ha sido descubierto; hemos explorado los senderos insondables de la decadencia causada por las guerras, el hambre y la miseria de la época moderna. Hemos incluso fecundado las semillas irrazonables de los conflictos bélicos en el crisol de los hornos más tórridos de la desesperanza humana. A pesar de todo esto, el modernismo mantenía su vigencia como la alternativa más viable para tomar decisiones acertadas en lo que pudiéramos catalogar como el redescubrimiento de las ideas y el cuestionamiento a las posiciones filosóficas ampliamente debatidas en la modernidad. Sin embargo, a partir de los años 70, advertimos el sigiloso serpenteo de la posmodernidad, cuyo veneno furtivo recorre las mentes más sobresalientes de nuestras sociedades, corrompiendo las fibras más profundas de la razón. De esta manera, el posmodernismo en América Latina pretende estremecer las bases culturales y filosóficas existentes hasta el presente.
No podemos entender la posmodernidad sin primero analizar las características más sobresalientes de la modernidad. La modernidad es la época que se caracteriza, sobre todo a raíz de la Ilustración francesa del siglo XVIII por una confianza del hombre en la razón humana. El hombre moderno ya no cree en lo sobrenatural ni lo metafísico, no quiere tener sobre sí la tutela de la iglesia que propone la certeza de la fe. De hecho, Emmanuel Kant, filósofo prusiano decía: “Atrévete a servirte de tu razón”. Ese pensamiento resume la idea de la modernidad. El hombre creía que por el simple uso de su razonamiento podía llevar a la sociedad a un progreso sin precedentes.
El tiempo que estamos viviendo es el tiempo de la posmodernidad. En esta época la verdad es relativa, la moral es relativa, donde el hombre ni siquiera sabe lo que es, nos encontramos a la puerta de una encrucijada ontológica. En este punto ni siquiera la verdad biológica es absoluta. Basta observar la posición que tienen algunas personas que, siendo biológicamente mujeres u hombres, llegan al punto de enajenarse creyendo que pertenecen a un género distinto al que poseen. En la posmodernidad, la realidad depende de la percepción de cada persona. No obstante, hace cincuenta años atrás, la biología era la que determinaba el género de cada quien.
En América Latina la posmodernidad se ha diseminado masivamente a través de los medios de comunicación. Esta posición filosófica ha ido enquistándose en la mentalidad de las nuevas generaciones, trayendo consigo una merma en los valores éticos y morales, incluso en la identidad de las personas.
La posmodernidad es una extensión de la modernidad, pero tiene características que le diferencian, ya que en la era de la razón el hombre adquirió conocimiento, ciencia, poder y este desarrollo presentaba un futuro prometedor para la solución de los grandes problemas de la humanidad. Sin embargo, la realidad fue otra, ya que el siglo XX es la época más violenta de la humanidad. Como reacción a esto surge el proyecto posmodernista producto de la desilusión a todo ese sueño y utopías que poseía el modernismo. En el posmodernismo se le da más énfasis a los sentimientos y a las emociones en lugar de la razón. Estamos viviendo en una irracionalidad donde lo esencial es lo que yo siento y no lo que pienso.
Si a esta receta le añadimos el ingrediente de la globalización, veremos entonces cómo Latinoamérica se convierte en una especie de vaso comunicante ente las políticas económicas del orbe trazadas por los esbirros de la democracia y el mensaje que deben traducir e interpretar nuestros países, viéndose forzados prácticamente a adoptar modelos económicos y patrones culturales que tienden a la homogenización de la cultura y el pensamiento irracional. Este cínico modelo globalizado forma parte de un proceso que está orquestado por los que hacen de la guerra un negocio pero que, a su vez, paradójicamente son los llamados a garantizar la paz mundial. Nos referimos en particular al Banco Mundial, a la Organización Mundial del Comercio y a las decisiones que toma el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Dicho Consejo está conformado por los cinco principales fabricantes de armas a nivel mundial. Son ellos, Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra, Rusia, Francia y China. Ellos son los que tienen a cargo la seguridad mundial y son los “garantes” de nuestra paz y seguridad. ¿Cómo logran estos países mover sus hilos conductores en Latinoamérica y el mundo? Asumimos que ello es posible a través de los grandes medios de comunicación que reproducen el sistema de poder en el mundo y que irónicamente toman examen de la democracia a cada país. En este contexto se enmarca la comunicación intercultural con fines específicos de hegemonía y poder. Estos grandes medios de comunicación confunden la libertad de expresión con la libertad de presión. (Galeano, 2009).
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