La Educación Como Mecanismo De Inclusión Social.
Enviado por amneris • 27 de Noviembre de 2012 • 1.282 Palabras (6 Páginas) • 1.112 Visitas
La educación como mecanismo de inclusión social.
Hoy en día debemos tener en cuenta que muchas veces el problema de los niños en la escuela, mejor conocido como fracaso escolar, se origina cuando la familia no tiene la organización y unas estrategias de cómo llevar una vida digna ya que existe el desempleo, viviendas inestables. Es por ello que se debe educar a este tipo de población, con una buena ayuda que es la educación, ya que a través de ella podremos cambiar a las personas asesorándolas y mostrándoles las posibles salida que posee la situación.
Es importante mencionar que todo país debería de poner como primer interés y objetivo la educación de su pueblo, ya que con ella podrán alcanzar todas aquellas metas y aspiraciones que tiene un ser humano, teniendo en cuenta su libertad porque sin ella llegara a la ignorancia y este factor le impedirá el progreso tanto para el cómo a la familia que en un futuro forme. Es por ello que la educación se dice que es un mecanismo indispensable para la inclusión social para los jóvenes, ya que con la educación es cuando estos empiezan a formarse y tener la posibilidad de encajar en la sociedad por medio de un empleo o profesión, de ahí que la educación debe ser libre y gratuita, para que así todos los sectores sociales puedan acceder a la misma."Un niño que no tiene posibilidad de educarse es un niño excluido de la sociedad y marginado".
Educación, Valores y Cohesión Social.
La nueva etapa del proceso de mundialización está caracterizada por una creciente interacción entre los procesos económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales de índole mundial y los de índole nacional o regional; por cambios en la percepción del espacio y del tiempo, consecuencia de la revolución de las comunicaciones y de la información (particularmente por su grado de penetración y su instantaneidad); por una tensión entre lo global y lo local, entre lo homogéneo y lo heterogéneo; por la emergencia de una cultura de la virtualidad; por la acción y reacción de las identidades, a través de la puesta en marcha de una pluralidad de movimientos de auto-definición con base religiosa, nacional, territorial, étnica y de género; y por fuertes tensiones entre la dinámica y el desarrollo de las dimensiones económica y tecnológica frente a las dimensiones política, jurídica, cultural, ambiental y de género.
Al finalizar la década de los 90, más allá de los avances sectoriales, nos encontramos con sociedades más pobres y desiguales. Esta situación se agrava si tenemos en cuenta que en los últimos años se desataron procesos recesivos que colocaron a las sociedades periféricas, valga el ejemplo de América Latina, en situaciones de fragilidad mayor y que en el campo político se reflejaron en el debilitamiento de las bases de legitimidad.
Esta serie de cambios está dejando sus huellas en la dinámica social y política y ha favorecido un aumento de las desigualdades, tanto a nivel global como en el interior de las sociedades. Están afectando directamente a los modelos hasta ahora vigentes de organización e introduciendo modificaciones de cierta envergadura en la estructura y el funcionamiento de nuestras sociedades. Entre las consecuencias de dichos cambios debemos destacar la ruptura de los modos tradicionales de integración social. El informe Delors ya advertía en 1996 que “no se puede dejar de observar hoy día en la mayoría de los países del mundo una serie de fenómenos que denotan una crisis aguda del vínculo social”.
Entre esos fenómenos cabe mencionar el desarraigo que provocan las migraciones y el rápido abandono del medio rural, la dispersión de las familias, la urbanización desordenada o la ruptura de los modos tradicionales de solidaridad basados en la proximidad. La confluencia de estos fenómenos, se decía en el informe, ha creado una situación en la que asistimos, en términos generales, a “una impugnación,
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