La Igualdad Desde El Punto De Vista Filosófico
Enviado por aryenis • 19 de Marzo de 2013 • 2.152 Palabras (9 Páginas) • 2.492 Visitas
La igualdad desde el punto de vista filosófico
Uno de los conceptos clave que se ha defendido desde hace siglos en las reivindicaciones sociales de justicia es la igualdad. El lema de la Revolución Francesa era: "Igualdad, Libertad, Fraternidad". Y desde entonces es un lugar común el afirmar que todos somos iguales, o debemos ser tratados o respetados de manera igual.
La cuestión a tratar aquí es de qué hablamos cuando hablamos de igualdad, y por qué la igualdad es un valor moral que debemos asumir y defender, en lugar de, por ejemplo, la jerarquía. Porque cualquier persona puede cuestionarse legítimamente estos puntos y entiendo que merece una respuesta razonada, no dogmática, al respecto.
El filósofo Isaiah Berlin, (en un ensayo precisamente titulado "La igualdad") tuvo que reconocer que, a su juicio, el principio de igualdad no se podía fundamentar racionalmente, sino que había que tomarlo como si fuera un axioma, o mejor dicho un dogma, a partir del cual derivar nuestros razonamientos morales. Pero ésta es una conclusión con la que difícilmente se puede estar de acuerdo. Puesto que la igualdad sí se puede fundamentar, a partir de la lógica, como pasaremos a ver a continuación.
En primer lugar, la igualdad es un término que equipara dos elementos . La igualdad está basada en el principio lógico de identidad, es decir: A=A. Si tenemos un elemento A y también tenemos otro que es A, entonces podemos deducir lógicamente que son iguales: A=A. Así que la igualdad consiste en básicamente en igualar términos iguales dentro de un contexto en donde aparecen diferencias. Aunque cada uno de nosotros es un individuo único y diferente a los demás, hay rasgos o características en las que podemos establecer una cierta igualdad. Empezando por el hecho de que en efecto todos los seres sintientes somos igualmente individuos, y tenemos los mismos intereses básicos.
Por tanto, la igualdad moral considera que aquellos elementos o características que sean iguales deben ser tratados de manera igual. Y su fundamento, como hemos visto, es la lógica. Luego aceptar la lógica implica aceptar la igualdad. Sencillamente no puede ser de otra manera si partimos de la idea de aplicar la lógica como criterio normativo a seguir en nuestra conducta. Claro que podemos elegir no hacerlo y guiarnos simplemente por nuestros deseos, o por lo que otros (tradición, autoridad) nos digan, sin más fundamento. Pero en ese caso no estaremos actuando racionalmente ni éticamente.
Apelar a la igualdad por sí sola no es suficiente. Tenemos que concretar a qué igualdad nos referimos. Porque cuando doctrinas irracionales como el utilitarismo, y afines, hablan de igualdad no se está refiriendo a la igualdad que expongo y defiendo en esta nota. El utilitarismo solamente defiende que los intereses de todos los individuos sean cuantificados por igual. Es decir, si utilizar y matar a un individuo inocente beneficiará a muchos otros individuos entonces lo justo, según el utilitarismo, será utilizar y matar a ese individuo en cuestión. Así lo defienden autores como Peter Singer. Es por esto que el utilitarismo y la explotación animal con perfectamente compatibles y aliados.
Del mismo modo, cuando hablamos de igualdad desde una perspectiva moral antropocéntrica estamos limitando el principio de igualdad solamente a los humanos sin ninguna razón que lo justifique. El hecho de ser humano no es moralmente más relevante que el hecho de ser rubio o moreno. Es una cuestión genética en que nada afecta a los hechos que sí son moralmente relevantes: el hecho de ser una persona y el hecho de tener intereses. Creer que la especie tiene relevancia moral es el error básico del especismo.
Una perversión del principio de igualdad es la idea de que todos debemos ser forzados a ser iguales en todos los aspectos relevantes. Esta postura totalitaria es el igualitarismo. Porque reconocer y asumir el principio de igualdad implica ser igualitario, pero no igualitarista. Un enfoque igualitarista no considera que todos debemos ser considerados y respetados de manera igual sino que debemos ser de hecho iguales, aunque no lo seamos. Un igualitarista procurará que todos los individuos tengamos satisfechos nuestros intereses de manera igual. Es decir, el igualitarismo no toma la igualdad como principio sino como ideal. ¿Por qué el igualitarismo es irracional? Precisamente porque viola el principio de igualdad. Con el fin de conseguir la igualdad plena de todos los individuos en todos los aspectos, el igualitarismo está a favor de explotar a los individuos para conseguir la igualdad. Es decir, aspira a aplicar la igualdad total (totalitaria) como fin, pero no a aplicarla a sus medios. Sin embargo, los medios deben seguir lógicamente el mismo criterio moral que nuestros fines. Y no existe ninguna razón por la que no deba ser así.
Todos los individuos que tienen capacidad de sentir son personas. Son seres sintientes, que tienen consciencia e intereses propios. Y si aceptamos la igualdad entonces no podemos aceptar que un individuo sea sometido o explotado por otro individuo. Si obligamos a un individuo a satisfacer, o estar supeditado a, los intereses de otro individuo estamos violando el principio de igualdad. Por esto, la explotación y la esclavitud son aberraciones morales que en ningún pueden justificarse ni excusarse de acuerdo con la ética.
En definitiva, los puntos que más me importan resaltar son: 1) que la igualdad, tal y como se expone aquí, debe ser aceptada si uno acepta la lógica y la razón; 2) que la igualdad no implica forzar que todos seamos iguales en aquello en que no lo somos, sino que solamente implica reconocer que debemos ser considerados y respetados en aquello que de hecho somos iguales; y 3) que la igualdad no se aplica solamente a los intereses de los individuos, de todos los individuos, sino a la consideración de los individuos en cuanto tales. Mas propiamente en cuanto personas.
Los términos de libertad, igualdad y justicia no solamente son virtudes de la polis, sino que se interrelacionan con tal potencia que al centrarse en uno solo de descuida a los otros dos y el efecto residual es menor al bien buscado en, por ejemplo, favorecer la libertad o la igualdad. Este hecho profundo en su hermenéutica es desconocido al parecer por los economistas y por los políticos y quizás esta ignorancia explique en parte el fracaso de la educación nacional en los últimos años, en que no ha logrado mejorar ni la calidad, ni la equidad. Como señalamos en otra conferencia, la actitud de insistir en mejorar la calidad de la educación sin recurrir a la igualdad, la justicia y a la libertad es como ver en blanco y negro
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