La Masacre Olvidada

La masacre olvidada

Muchos hechos sangrientos han acontecido en el mundo a través de los años. Algunos son muy conocidos ya que se sigue hablando de ellos en libros, en artículos y hasta se han hecho películas con el motivo de que se sigan recordando a través de la historia. Otros no han corrido con la misma suerte. El propósito de este ensayo es dar a conocer la masacre de haitianos durante la dictadura de Trujillo.

Primero, para entender mejor este hecho hay que hablar del gobierno que dirigía el país en ese momento. La presidencia de la República Dominicana cayó en las garras del cuerpo militar bajo el mando de Rafael Leónidas Trujillo dando paso a un gobierno dictatorial que duraría 30 años. Durante esta dictadura el pueblo no tenía derecho a escoger su presidente; es decir, que no había democracia. El pueblo vivía momentos de terror, las personas se desaparecían y no había libertad de expresión.

Unos de los hechos más sangrientos durante la dictadura ocurrió en septiembre de 1937: Trujillo ordenó al ejército dominicano que matara a todos los ciudadanos haitianos y a sus familias que encontraran en el lado dominicano de la frontera que divide a Haití y la República Dominicana, en la isla Hispaniola. Las instrucciones fueron matarlos a machete, palos, cuchillo o bayoneta para que la prueba de una bala en el cuerpo de una de las víctimas no delatara que fue obra del ejército. Se calcula que 26 mil haitianos fueron sacrificados como animales.

Por otra parte, existe un hecho que ha sido de mucha controversia en el país hasta la actualidad: un joven comerciante recogió algunos niños haitianos antes de que fueran alcanzados por las tropas de Trujillo. Uno de esos niños, décadas después, se convirtió en un líder político. Él nunca fue aceptado por la sociedad dominicana para ocupar el cargo porque se le consideraba haitiano. Los propios líderes que él formó y los mismos gobernantes que él llevó al poder se lo impidieron. Ese hombre se llamaba José Francisco Peña Gómez.

Finalmente, hay que insistir en que esa masacre ha sido olvidada. Casi nadie se acuerda o quiere acordarse ni pone una rosa en memoria de los muertos, probablemente porque eran negros, y un negro tiene menos valor que un blanco para llamar la atención pública. Hoy en día, a siete décadas de aquella fechoría, pareciera que la historia estaría por repetirse.

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