La Muerte
Enviado por materdia • 24 de Octubre de 2013 • 1.655 Palabras (7 Páginas) • 222 Visitas
¡Todos vamos a morir, pero no empujen!
“La muerte también forma parte de nuestra vida, por lo tanto debemos amarla como se espera que amemos el nacer”. (Diana M. T.)
La muerte no es un tema que se pueda clasificar y describir objetivamente, pues su naturaleza resulta ser tan filosófica como el nacimiento mismo del hombre, hay tantas preguntas sin respuesta y cada ser humano la vive de manera muy diferente, según sus experiencias de vida. Así que sólo podré llegar a expresar mi sentir y filosofar sobre ella.
Entiendo la muerte como uno de los tantos procesos biológicos y psíquicos de la vida, quizá levemente más cruel dado que es el último. Su carácter misterioso nos lleva a cuestionarnos sobre qué hay después de la muerte, qué pasa con nuestra esencia, qué acaso no habrá algo más de nosotros después de la muerte. Tenemos un anhelo persistente de que sí sea.
A mis treinta años no ha habido muerte que me impacte, no en el sentido que a la mayoría… la única pérdida posiblemente significativa ha sido, hasta ahora, la de mi padre, exactamente hoy, 2 de febrero, hará tres años, ¡curioso! yo hablando de muerte en su aniversario luctuoso. Nótese el descaro, es así y no de otro modo, para mí la muerte de mi padre significó la más profunda de las satisfacciones que haya sentido jamás, eso difícilmente lo comento dado que para quien lo ha sabido, resulta monstruoso mi pensamiento. Claro está que no vivieron con él. Pero esa ya es otra historia.
En general, siempre he visto la muerte como algo muy simple y de manera muy fría, creo firmemente que siempre llega cuando tiene que llegar y lo único importante para todos los vivos es vivir cada instante con plenitud, en la medida que lo hagamos será menos traumático ese evento. No importa cuánto invierta la ciencia en investigaciones para saber qué hay después de la muerte o encontrar una fórmula para la vida eterna, por naturaleza ya está dada así y no cambiará, mantiene la misma lógica del ciclo vital.
La muerte es el contrato que firmamos a la hora de nacer, así lo entiendo, no me preocupa morir justo ahora, he hecho de mi vida cuanto he querido, he vivido plena y feliz. Es para mí así de simple. Creo que debemos amar la muerte tanto como el vivir por el simple hecho de formar parte de muestra vida. Pero sí reconozco que la muerte nos genera un conflicto porque no asimilamos el morir, nunca reconocemos que eso pueda llegar a pasar, creo que el ser humano pese a todos sus bemoles es extraordinario, complejo, inteligentísimo y tan, tan ególatra, por todo lo anterior, que no concibe que pueda pasar a ser sólo polvo, no más. No creo que haya almas perdidas ni reencarnación. Creo que un día simplemente desapareces de la faz de la tierra así y ya.
Desaparecemos para siempre. Eso duele, por eso nos negamos a la muerte y albergamos la esperanza de un después, tal vez una de las pulsiones que motiva al hombre a tener hijos sea la idea de vivir y trascender en ellos y por ellos y sus futuras generaciones.
Insisto, para mí, hasta ahora, la muerte no es sinónimo de dolor o angustia, creo que cada ser humano muere cuando tiene que morir, creo que a muchos siempre les falta tiempo para hacer las cosas bien y no lo consiguen o viven deseando tener otro tipo de vida, les angustia tanto que llegue la muerte si lograr eso deseado, pero al mismo tiempo no se dan cuenta de que ya están muertos por vivir es esa inconformidad permanente; o bien, en esta época de globalización, modernización y estrés competitivo muchos nos hemos vuelto máquinas, autómatas robotizados: pararse muy temprano, dormir muy tarde, trabajar, trabajar, producir, producir, comprar, comprar, competir, competir: cada día, todos los días, sin respirar, sin pasear, sin recrearse, sin voltear a ver a la familia, a los hijos, disfrutar de la naturaleza ¿eso es vivir? Para mí, no. Tan es así que no satanizo el suicidio, el aborto y ¡por Dios! que se apruebe la eutanasia de manera universal.
Aparte de mi padre, muchos otros familiares y conocidos han muerto y pese a ver el llanto de los afectados y ver reflejado en sus rostros el terror, el dolor, la impotencia, el desconsuelo y la negación yo sigo en mi postura de confiar en el universo y creyendo que las cosas pasan porque así tienen que ser, puedo llegar a entender lo que viven, a interpretar y respetar su dolor, pero no me contagio de su dolor. Algo he de tener, me he descubierto evadiendo las cosas que me desagradan o me causan sufrimiento, porque para mí la premisa es buscar la felicidad y paz a toda costa y quizá eso haya creado la coraza que tengo hacia la muerte.
Sin embargo, y pareciera contradictorio, las muerte que me hacen rabiar de coraje y dolor son las víctimas de los genocidios, asesinos seriales, el narcotráfico; los estudiantes del 68, las muertas de Juárez, inocentes de las tantas
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