La Mujer De Ayer Y Hoy

Durante décadas educadas bajos ciertas creencias y valores, muchas  mujeres se vieron a sí mismas como frágiles. Hablar del sexo débil, era hablar de la mujer.

La valentía, la audacia, el ímpetu eran características de algunas pocas. Aquellas que habían sido dotadas de estas fortalezas, características más comúnmente reconocibles en los hombres.  

Permanecer en la casa el mayor tiempo posible, tener y criar niños, ser dedicadas, ordenadas, amorosas, etc., convertían a las mujeres en seres valiosos. Sin embargo, en muchos casos no importaba o no tenía mayor peso el sentir y la aspiración de cada una. 

Desde allí, el “sexo débil” necesitó coraje y fortaleza para afrontar y en algunos casos enfrentar a la sociedad que reclamaba y aún reclama su docilidad. Debió quitarse el plumaje gris que le fuera delegado, algunas veces por las propias progenitoras y animarse a poner color a su existencia.

Expresar quién era  vivificó su voz. Lanzó su proyecto de ser mujer en el entorno. Habló de su ser, de su sentir y de su hacer. Dijo qué le gustaba y a quién amaba. En lugar de recibir sumisamente los mandatos sociales, decidió comenzar a elegir quién quería  ser.

Es cierto que le ha llevado tiempo darse cuenta, sucede que cuando el aire que se respira cotidianamente está impregnado de mensajes y expectativas de lo que el resto espera de uno, cuesta despojarse de esas ideas, ya que subyace el temor a ser rechazado. Cuando todo indica que se es fácilmente vulnerable, uno lo termina  creyendo aunque la  fortaleza  demuestre todo lo contrario, superando la “supuesta fragilidad”, sobreviviendo.

Hoy podemos decir que la mujer  fue ocupando otros espacios, otros roles que consecuentemente han conllevado a  grandes movimientos familiares y también sociales.

Es posible que el motor que impulse la  transformación permanente que ha tenido y que sigue teniendo  sea la incansable búsqueda de poder desplegarse como lo siente y desea. Ese impulso que durante siglos de alguna manera y en algunos aspectos  sintió que le fue negado.

La libertad de elegir  permite al ser humano sentirse único e interiormente conforme de ser quien es. Y en eso está la mujer de hoy.

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