«La Piedra Bruta»
Enviado por DLZAMA • 25 de Octubre de 2019 • Apuntes • 1.778 Palabras (8 Páginas) • 249 Visitas
[pic 1]
AL:.G:.D:.G:.A:.D:.U:.
S:.F:.U:.
«La Piedra Bruta»
Por: Franklin López Marchetti
Hace poco más de dos décadas, como un profano más tuve la oportunidad de ser invitado a una tenida blanca con motivo de la celebración de un aniversario más de nuestra Logia Luz del Caribe número 44. En aquella solemne oportunidad el venerable de entonces tomó la palabra y luego de hacer una extensa reseña sobre el Q:.H:. que ese día actuaría como GRAN ORADOR lo hizo subir el pódium. Al finalizar su pieza de oratoria de inmediato el Q:.H:. en cuestión fue objeto del reconocimiento más alto que entrega nuestro Taller: la orden «Diego Bautista Urbaneja» en su primera clase. Ese Q:.H:. a quien nos referimos como antesala a este trazado era el I:.P:. M:. Jesus Mora Figueroa, grado 33 y tres veces Gran Maestro de la Gran Logia de la República de Venezuela.
En ese momento el tres veces Gran maestro tomó la palabra y tras agradecer semejante honor resaltó con suprema humildad que esta condecoración había sido creada por él muchos años atrás para reconocer los méritos de aquellos hermanos que llevaran en alto el estandarte de la logia y que jamás imaginó que algún día sería galardonado él mismo con su propia creación.
Aún resuenan en lo profundo de mi ser sus palabras las cuales fueron motivo de inspiración sublime para el presente trazado:
“Recibo con suprema humildad este reconocimiento con la seguridad absoluta que me permitirá continuar trabajando sobre mi «Piedra Bruta».
Tales palabras quizás no alcanzaron a tener significado alguno en aquel momento en los oídos de un profano, sin embargo quedaron sembradas muy profundamente en mi interior.
Tiempo después, ya en mi condición de Aprendiz mason, y frente a todos mis Q:.Q::H:.H:. que hoy decoran las columnas de este Templo, confieso que, más que nunca las preguntas invadieron mi ser.
¿Acaso un Maestro de grado 33 debe seguir haciendo el trabajo de un Aprendiz masón? ¿Es que acaso este trabajo sobre la llamada Piedra Bruta tiene un comienzo más no un final? ¿Se puede llegar a la maestría y aún no haber culminado la obra iniciada?
Todas estas preguntas y decenas de otras más no paraban de revolotear sobre mi cabeza como el pichón de águila que viendo el abismo no logra entender la razón de las alas que posee hasta que su Madre llena de supremo amor, lo impulsa al vacío desde las alturas de su nido para ayudarlo así a que dé inicio su viaje.
Es tras estas breves reflexiones que el Aprendiz masónico da inicio a su labor, tanto en lo simbólico como en sí mismo. Desde que ingresamos a la francmasonería hemos visto que todo el simbolismo masónico señala la finalidad de nuestra sociedad cuyo nombre en si es sinónimo de CONSTRUCCION.
Es por ello que infinidad de autores denomina “masónico” a aquello que eleva o construye algo, ya sea en el dominio intelectual, moral, espiritual o interior. Conforme con este principio todo masón ha de ser por sobre todo un «trabajador» en el sentido más elevado de la palabra.
Este trazado sobre la «Piedra Bruta» está orientado a mirar al Masón en su faceta fundamental, que es la de obrero, trabajador o constructor. Una Logia puede ser considerada simbólicamente como una edificación lograda a partir de la Piedra Pulida que cada Q:.H:. busca ser y, a su vez, cada Q:.H:. es un constructor de si mismo como obra de arte. He aquí la importancia suprema de la Logia dentro de la utopía de una humanidad perfecta.
En este punto el Aprendiz es iniciado en el trabajo y representando en forma simbólico como la «Piedra Bruta» que desde el primer momento pasa a ser el principio básico de toda labor o trabajo masónico.
En este grado el joven Aprendiz de albañil da sus primeros pasos en el mundo gremial con el nivel más básico, lo cual viene a representar el símbolo de la persona que pasa por UNA TRANSICIÓN DE LA VIDA MATERIAL O PROFANA A LA VIDA ESPIRITUAL.
Es menester recordar que este camino amerita muchas ganas de aprender, constancia y tenacidad, pues, en cada paso por pequeño que fuese debe el Aprendiz recordar aquella sabia frase: “solo la práctica hace al Maestro”.
Desde su inicio en la masonería el candidato se simboliza con el «Sillar Bruto» , en otras palabras, el Aprendiz masón es, para los efectos del simbolismo de la obra, un bloque de Piedra Bruta en construcción DENTRO DE UNA CONSTRUCCIÓN. Por todo ello una vez que el Aprendiz es vestido con la indumentaria adecuada –representada en la Logia por el Mandil- recibe de manos de un experto sus primeras herramientas masónicas: La regla de 24 pulgadas, el mazo y el cincel.
En el Ritual y Catecismo para el Grado de Aprendiz podemos ver la importancia y la simbología de estos tres instrumentos entregados para el trabajo en la obra:
Con la «Regla de 24 pulgadas» medimos nuestro trabajo con la más alta precisión, pues ella representa nosotros las 24 horas del día y nos enseña a dividir en tres partes iguales nuestra jornada:
Una parte para el desarrollo espiritual, otra parte para el trabajo profano y la tercera parte para el descanso y recreación, tan necesarias.
Por su parte el Mazo simboliza la fuerza de nuestra conciencia, el cual debería hacernos evitar todo pensamiento impropio para que nuestras palabras y acciones puedan ser puras e inmaculadas. Finalmente «el Cincel» es emblemático de aquellos talentos más refinados que al cultivarse producen un hombre digno de una sociedad bien organizada.
...