La Pobreza En México
Enviado por antonio9529 • 27 de Mayo de 2012 • 2.673 Palabras (11 Páginas) • 622 Visitas
I N T R O D U C C I Ó N
En México la pobreza, ligada a la ignorancia, es una realidad a todos como ciudadanos día con día. En nuestro país más del 70% de la población es pobre y el 80% de ello viven en la pobreza extrema. Muchos pueden ser los culpables de esta situación, el gobierno, las empresas multinacionales, los patrones explotadores y la carencia de trabajos, etc. lo cierto es que nadie se hace responsable mientras nosotros, el pueblo sufrimos las consecuencias.
La falta de educación en México es la raíz de todos los problemas que agobian a nuestro país, incluyendo a la pobreza. La falta de atención que el gobierno pone en los programas educativos, no solo en los de las áreas marginadas, sino también en las áreas urbanas y suburbanas, y que se hace evidente ante el alto numero de personas analfabetas y desertoras de escuela, influyen de manara directa en todas las carencias y dificultades que ha sufrido y sigue sufriendo nuestro país.
La siguiente investigación esta enfocada hacía estos problemas en forma general. Durante el desarrollo de la misma se compararan hechos y cifras que ocurrieron en el pasado con la situación de crisis actual que vive nuestro país; y, aunque no se intentara buscar una solución, si se plantearan propuestas para ello.
Aspectos básicos de la pobreza
La pobreza es definida como aquella condición caracterizada por la carencia de recursos, medios u oportunidades para la satisfacción de las necesidades humanas mínimas, tanto de tipo material como cultural. Cuando se habla de pobreza se hace referencia a un asunto delicado que se vincula de manera estrecha con las posibilidades del bienestar y los horizontes de la democracia. De ahí que la situación en que viven millones de pobres en todo el planeta sea, quizá el tema que más preocupa a diversos gobiernos que reconocen en el mismo una fuente potencial de desestabilización, violencia y alteración de la paz.
Atendiendo a la definición, el pobre no puede alimentarse, tampoco vestirse ni educarse. Además no recibe atención médica adecuada ni tiene acceso a fuentes de trabajo, al tiempo que su vida afectiva y espiritual tiende a ser reducida.
Ser pobre es un término impreciso, con importantes variaciones históricas en cuanto a los niveles de acceso al consumo, la salubridad, la educación y el ocio que definen lo que es la pobreza. Ser pobre tiene un significado determinado por la sociedad en que se vive y su experiencia histórica.
No es lo mismo ser pobre en una sociedad rica, que serlo en un país periférico; también es distinto ser un pobre productivo y autosuficiente, por ejemplo un campesino del tercer mundo, a ser un pobre enteramente dependiente, parasitario, como tienden a serlo los pobres urbanos de los países industrializados. Generalmente los pobres no participan en los procesos de toma de decisiones, tienen dificultades para expresar sus intereses y ser oídos, tienen poca fuerza de negociación. Esta debilidad se acrecienta día con día en tanto que los pobres parecen cada vez menos necesarios. Los pobres (trabajadores de antes eran necesarios); los nuevos pobres (inactivos) dependientes tienen crecientemente como la única carta restante su capacidad de estorbar. Aunque uno crea en la formación integral del individuo, en el desarrollo de la vida espiritual y en el disfrute de los bienes de la cultura, pobre es quien simplemente quien por carecer de dinero o medios, su lucha diaria es la satisfacción de necesidades biológicas y sociales mínimas.
La pobreza es, entonces la incapacidad de generar recursos pecuniarios, es una falla para progresar de una manera socialmente aceptable, con el dinero como una especie de vía final común.
El combate ideológico sobre la pobreza
En México, en los países centrales y en las grandes instituciones financieras, se ha convertido a la pobreza en un término peyorativo. Pobreza y miseria se han vuelto indistinguibles una de la otra y ahora se trata de combatir ambas como si fueran lo mismo y como si todos pudiéramos ser ricos. Se combate a la pobreza en una batalla que, por no definir objetivos precisos (nutrición, salud, autonomía, dignidad, etc.), amenaza convertirse en un propósito absurdo e incluso suicida.
Se ofrece, implícitamente, un sueño a millones de seres humanos: ser "no pobres". Pero, ¿que entiende el pobre con dejar de ser pobre? Cuando el discurso promete acabar con la pobreza parece haber una promesa que a los oídos del que escucha puede significar muchas cosas, pero que sin duda se asocia a las nuevas imágenes de la televisión: los arquetipos de triunfadores, el consumo de las clases medias industrializadas. Las imágenes que ofrece la televisión de los norteamericanos "pobres" los muestran con electricidad, teléfono y refrigerador; su ropa parece adecuada y los hijos van a la escuela. Bueno, hasta carro tienen. Por demás decir que cuentan con agua corriente en sus hogares y no parecen desnutridos. Obviamente los norteamericanos "no pobres" se encuentran todavía mejor (computadora, microondas, videojuegos, etc.). Entonces, ¿cual es el estándar que se ofrece al prometer la erradicación de la pobreza?
Las dificultades de definir a la pobreza y a los pobres han sido grandes. Definir lo que se ofrece como un nivel de vida "no pobre", es imposible.
El discurso ideológico que pregona el progreso y la modernidad, que ofrece acabar con la pobreza y deja a la televisión imaginar constantemente la promesa del consumo inalcanzable, nos roba la posibilidad de una pobreza digna y satisfecha a cambio de un engaño.
El cambio en los valores (imágenes que imponen los medios masivos), es brutal: del pobre honrado y trabajador hemos pasado al pobre fracasado por estúpido e ineficiente; del rico sin valores, al triunfador cuyo triunfo lo justifica todo, incluso el consumo más absurdo y derrochador de recursos que son, finalmente, patrimonio de la humanidad.
En México traemos arroz de Filipinas, kiwis de Nueva Zelanda, piñas enlatadas de indonesia, galletas de Grecia y atún para gatos de los Estados Unidos (quien lo dijera). Eso es posible por el precio absurdamente bajo de los energéticos, por medio del cual la humanidad hipoteca su futuro para sostener el consumo derrochador de unos cuantos y hacer a un lado a los pobres locales (que podrían producir arroz, kiwis, piñas y atún dentro del mismo país). El anzuelo del fin de la pobreza ha servido para distraernos del problema de fondo, la glorificación del consumo ilimitado y el derroche absurdo de los pocos.
Cada día hay más pobres (miserables) dependientes.
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