La Sociedad Humana
Enviado por sallyz • 28 de Septiembre de 2013 • 437 Palabras (2 Páginas) • 239 Visitas
YERMA. Juan, ¿me oyes? Juan.
JUAN. Voy.
YERMA. Ya es la hora.
JUAN. ¿Pasaron las yuntas?
YERMA. Ya pasaron.
JUAN. Hasta luego. (Va a salir.)
YERMA.-¿No tomas un vaso de le¬che?
JUAN.- ¿Para qué?
YERMA. Trabajas mucho y no tie¬nes tú cuerpo para resistir los tra¬bajos.
JUAN. Cuando los hombres se que¬dan enjutos se ponen fuertes co¬mo el acero
YERMA. (Levantándose.) No lo tomes a mal. Si yo estuviera en¬ferma me gustaría que tú me cui-dases. “Mi mujer está enferma. Voy a matar ese cordero para hacerle un buen guiso de carne.” “Mi mujer está enferma. Voy a guardar esta enjundia de gallina para aliviar su pecho, voy a lle¬varle esta piel de oveja para guar¬dar sus pies de la nieve.”Así soy yo. Por eso te cuido.
JUAN.-¿Has acabado?
YERMA. Pero tú no. Cuando nos casamos eras otro. Ahora tienes la cara blanca como si no te diera en ella el sol. A mí me gus¬taría que fueras al río y nadaras y que te subieras al tejado cuando la lluvia cala nuestra vivienda. Veinticuatro meses llevamos ca¬sados, y tú cada vez más triste, más enjuto, como si crecieras al revés.
JUAN. (Sonriente.) Naturalmente. Y bien sosegados. Las cosas de la labor van bien, no tenemos hi-jos que gasten.
YERMA. No tenemos hijos... ¡Juan!
JUAN. Dime.
YERMA. ¿Es que yo no te quiero a ti?
JUAN. Me quieres.
YERMA. Yo conozco muchachas que han temblado y que lloraban antes de entrar en la cama con sus maridos. ¿Lloré yo la prime¬ra vez que me acosté contigo? ¿No cantaba al levantar los em¬bozos de holanda? Y no te dije, ¡cómo huelen a manzanas estas ropas!
JUAN. ¡Eso dijiste!
YERMA. Mi madre lloró porque no sentí separarme de ella. ¡Y era verdad! Nadie se casó con más alegría. Y, sin embargo. . .
JUAN. Y yo te lo agradezco.
YERMA. Pero no te dejas cuidar.
JUAN. Es que no tengo nada. To¬das esas cosas son suposiciones tuyas. Trabajo mucho. Cada año seré más viejo.
YERMA. Cada año... Tú y yo se¬guiremos aquí cada año...
JUAN. Calla. Demasiado trabajo tengo yo con oír en todo momen¬to...
YERMA. No. No me repitas lo que dicen. Yo veo por mis ojos que eso no puede ser... A fuerza de caer la lluvia sobre las piedras éstas se ablandan y hacen crecer jaramagos, que las gentes dicen que no sirven para nada. "Los jaramagos no sirven para nada", pero yo bien los veo mover sus lores amarillas en el aire.
JUAN. Si necesitas algo me lo di¬ces y lo traeré. Ya sabes que no me gusta que salgas.
YERMA. Nunca salgo.
JUAN. Estás mejor aquí.
YERMA. Sí.
JUAN. ¡Hay que esperar!
YERMA. Sí; queriendo. (YERMA abraza y besa al marido, tomando ella la iniciativa.) ,
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