La Sociología Criminal de Gabriel Tarde

UNIVERSAD AUNTONOMA DE NUEVO LEON

FACULTAD DE DERECHO Y CRIMINOLOGIA

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ENSAYO: La Sociología Criminal de Gabriel Tarde

PROFESORA:

LIC.  Liliana Vasquez Reyes

MATERIA:

SOCIOLOGÍA CRIMINOLOGICA

ALUMNO                                                               MATRICULA        GPO  

Miguel Angel Netro Hernandez                         1922701              033  

El presente trabajo buscará formular una definición de la cuestión criminal en términos de género próximo y diferencia específica. Ello se hará articulando diversos resultados de la teoría y la investigación social en torno a dos dimensiones constitutivas de dicha cuestión: una sociológica y otra mitológica. El resultado será la conceptualización de las prohibiciones fundamentales como mitos instituyentes de los límites del orden societal, del crimen como transgresión de esas interdicciones, y del castigo penal como un mecanismo de (re)construcción del sistema de clasificaciones básicas de ese orden y la economía afectiva que le corresponde.

Al analizar las imágenes de personas proporcionadas por Gabriel Tarde en sus obras, a menudo surge la cuestión de la responsabilidad. Como cualquier otro problema, según sus condiciones de preparación, el problema tendrá su correspondiente solución

“El hombre sólo recurre al juicio, sólo es juzgable y sólo juzga en tanto en cuanto su existencia está sometida a una deuda infinita: lo infinito de la deuda y la inmortalidad de la existencia remiten uno a otra para construir la doctrina del juicio”

Ésta es la premisa básica del sentido común en sociología: el crimen es un fenómeno social y, por lo tanto, como todos los demás fenómenos similares, deben seguirse las mismas leyes. Ésta es una hipótesis de los científicos sociales y del público al que informan, porque la escuela italiana de cronometría se alejó del centro del debate científico y político a fines del siglo XIX. Sin embargo, entre los que tienen esta premisa, no hay Llegue a un acuerdo sobre su verdadero significado. Para que tal afirmación sea significativa, primero se debe saber qué es un fenómeno social. Pero una vez hecho, también es necesario saber que la delincuencia es un fenómeno social. El primer movimiento, que se basa en el mismo campo donde se desarrolla la tecnología, el arte o la religión, es fundamental para empezar a comprenderlo. Sin embargo, no importa lo que la gente piense que es este terreno común, si esta operación de igualación sociológica no se completa estableciendo diferencias específicas entre este fenómeno social y otros fenómenos sociales, no será satisfactoria.

Si, como lo haremos aquí, se postula a lo social como el campo heteróclito de fuerzas colectivas que configuran, movilizan y exceden a los conjuntos societales y a sus miembros –si lo social es la materia que constituye tanto como destituye a la sociedad–, el crimen pertenece a este campo por el modo en el que se produce su definición como acción prohibida, las formas en las que esta acción se actualiza, las motivaciones que la empujan y la manera en que se difunde, así como por las reacciones que provoca. Cada uno de estos elementos forma parte del fenómeno delictivo, y aquí intentaremos explicarlo. Sin embargo, si es cierto que sólo se utiliza un conjunto de prohibiciones importantes para determinar las esferas plurales de la sociedad como orden simbólico, entonces el problema criminal, especialmente la restricción final, causará problemas. Ésta es su especificidad.

En lo que sigue buscaremos definir al crimen como un fenómeno relacional complejo que implica a) el proceso de producción de prohibiciones primarias o fundamentales, b) su trasgresión por acciones diversamente motivadas, c) las reacciones sociales que frente a ellas tienen lugar, tanto como d) la ejecución de castigos penales.

Entonces, un fenómeno se relaciona con varios despliegues Formas de hacer las cosas, sentimientos y pensamientos que se oponen a través de la interacción social: transformándose en una prohibición básica (social-historico), la forma que constituye el límite final del orden simbólico, y aquellas formas o continuaciones que van más allá de la necesidad de rechazo.

Pero si ciertos actos son calificados como criminales por su oposición a los valores más prestigiosos de un conjunto dado, no por ello ha de creerse que se encuentran impulsados por fuerzas intrínsecamente negativas y carentes de todo sentido social. Veremos que una transgresión criminal es el resultado de afanes y propósitos, opiniones y dogmas que, actualizándose de un modo particular, contradicen preceptos sancionados colectivamente y protegidos penalmente. Se saquea, se hiere, o se mata, por voluntad de riquezas, por odio amor, por honor o fama: pasiones y convicciones sociales donde las haya.

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