La Vida Social Y Sus Conflictos
Enviado por 4mrdiaz • 29 de Noviembre de 2012 • 1.640 Palabras (7 Páginas) • 1.241 Visitas
NO hay vida social sin conflictos
Nuestra sociedad, los grupos y las personas con las que convivimos se caracterizan por
su gran diversidad: de culturas, de formas de vivir y entender el mundo, de intereses, de
necesidades, etc. Tal diversidad es una fuente de enriquecimiento para todas las
personas que formamos parte de la sociedad. Pero la diversidad es también muchas
veces fuente de conflictos.
¿Cuándo podemos decir que existe un conflicto? Se suele decir que el conflicto se
produce cuando concurren de manera enfrentada intereses o necesidades de unas
personas con los de otras, o de unos grupos frente a los de otros, o de cualquiera de
éstos con quien detenta el poder. Vistas así las cosas, nos damos cuenta que no hay vida
social sin conflictos. Estos son consustanciales a nuestra vida y a nuestra convivencia, y
evitarlos u ocultarlos sólo conduce a complicar aún más su resolución.
Como declaración de intenciones, hemos de indicar que
el presente documento aborda la resolución de
conflictos desde la premisa no cuestionada de las vías
pacíficas.
Habitualmente la palabra “conflicto” lleva asociada
connotaciones peyorativas. Seguramente esto sea debido
a que solemos identificarla con “violencia”. Es cierto
que en ocasiones los conflictos no son reconocidos
como tales hasta que alguien reacciona con violencia
ante la situación de injusticia que padece. Sin embargo,
no toda violencia es expresión de un conflicto, ni
tampoco todos los conflictos generan expresiones
violentas. Podríamos incluso afirmar que, en último término, la violencia es la negación
del conflicto, en la medida que pretende eliminar al diferente, negar su humanidad e
imponer una falsa solución por la fuerza.
Por lo tanto, distingamos claramente “violencia” y “conflicto”. Cuando este último no
se afronta, ni se dan los pasos para resolverlo por cauces pacíficos, se desencadena una
dinámica de incomunicación, desconfianza mutua, temores y prejuicios que puede
culminar en episodios de violencia, especialmente a nivel intergrupal y social. Y es que,
como se suele decir, la guerra comienza en la cabeza de los seres humanos. Una vez se
cruza el umbral de la violencia, ésta tenderá a teñirlo todo de afrenta y venganza y se
perpetuará en espiral, haciendo muy difícil encontrar caminos de solución. Además, la
violencia genera muchas heridas. En el mejor de los casos, heridas en la dignidad y en la
autoestima de las personas. En el peor, se lleva por delante la vida de víctimas, para las
que ya no habrá posibilidad de buscar otros caminos. Se habrá cometido con ellas una
injusticia irreparable.
Se suele decir que el
conflicto se produce
cuando concurren de
manera enfrentada
intereses o necesidades de
unas personas con los de
otras, o de unos grupos
frente a los de otros, o de
cualquiera de éstos con
quien detenta el poder
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Sin embargo hay otra forma de interpretar el conflicto. Y es vivirlo no como una
amenaza, sino como una oportunidad. Cuando optamos por medios pacíficos –premisa
adoptada a lo largo de todo este documento–, el conflicto y el proceso todo que conduce
a su resolución supone una oportunidad para nuestro crecimiento como personas y
como sociedades. De hecho, podemos considerar el conflicto como uno de los motores
principales de transformación social y de nuestro crecimiento como personas maduras.
Probablemente todos nosotros y nosotras tenemos la
experiencia de haber resuelto algunos conflictos con
determinadas personas, y constatado que, tras ello,
nuestra relación se ha hecho más profunda y auténtica,
asentada sobre nuevas bases. También en el ámbito
social los conflictos permiten mejorar nuestras sociedades y transformar las estructuras
básicas de nuestra convivencia. Así por ejemplo, el tradicional conflicto vivido por la
clase trabajadora ha posibilitado mejores condiciones y derechos sociales para todas las
personas. Y las reivindicaciones protagonizadas por los movimientos feministas y
ecologistas han encaminado las relaciones entre mujeres y hombres hacia la igualdad y
han obligado a que nuestras sociedades sean más respetuosas con el medioambiente.
En resumen, los conflictos están siempre presentes en la vida personal y social. No se
trata de evitarlos –cosa que sería imposible–, sino de abordarlos en clave constructiva y
no violenta, de tal manera que constituyan una buena oportunidad para nuestro
desarrollo humano: ser más nosotros y nosotras mismas, conseguir mejores relaciones y
alcanzar mayores cotas de justicia social.
Seguiremos el siguiente itinerario: en un primer
apartado nos adentraremos en las causas de estos
conflictos, a continuación nos detendremos en su
manejo, por último nos asomaremos a los nuevos
escenarios que se abren cuando los conflictos se
resuelven pacíficamente.
2. Causas de los conflictos
Los conflictos pueden tener lugar en esferas diferentes, si bien cada una de ellas posee
su propia peculiaridad, cabe señalar que la comunicación es un aspecto relevante en
todas ellas. Nosotros distinguiremos tres tipos de esferas, el mundo personal, el de las
relaciones interpersonales y el mundo público y sobre cada una de ellas presentamos
algunas reflexiones:
a) El mundo personal:
los conflictos personales surgen de la tensión mantenida entre la realidad de la
persona y sus aspiraciones –no siempre coincidentes con aquélla–, sean éstas
conscientes o no.
Los conflictos personales se producen fundamentalmente en los momentos de
crecimiento y vienen acompañados de resistencias interiores a la transformación.
...es vivirlo no como una
amenaza, sino como una
oportunidad.
los conflictos están
siempre presentes en la
vida personal y social
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Con frecuencia persiste el deseo de regreso a una situación previa más infantil e
inferior, pero más protegida.
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