La conferencia en Brujas-Los consejos de los reyes.

Libro uno: La conferencia en Brujas-Los consejos de los reyes. El robo y la pena de muerte. Los macarienses. Filosofía escolástica y filosofía política. Las instituciones de utopía.

Libro segundo:

I. Descripción de la isla

La isla Utopía supone 200 millas de largo y 800 millas de perímetro.

La isla es peligrosa y es difícil llegar por rocas ocultas bajo el agua.

Se llamaba antes Abraxa y después fue conquistada por Utopo, es ese último el que introdujo la cultura y la civilidad hasta convertirles en una nación que hoy sobre pasa a todos los demás. La isla tiene 54 ciudades magnificas y espaciosas, conforme a la lengua, costumbres, organización y leyes y también en distribución y aspecto en cuanto lo permite el sitio. Ninguna de las tierras del territorio siente jamás deseos de extender sus límites, ya que los utópicos se consideran como simples cultivadores y no como propietarios de sus tierras. Cada año se realizan cambio de campesinos para que nadie quede obligado a llevar durante más tiempo contra su voluntad una vida dura. Producen un poco más para darlo a los vecinos y tener una suficiente distribución.

II. De las ciudades de Utopía y especialmente Amoruta.

Las ciudades de Utopía son semejantes. Amaurota es la sede de la asamblea en donde tres ancianos de cada ciudad se reúnen cada año para tratar las cuestiones comunes al país. Amaurota tiene forma cuadrada y no existe la propiedad, tienen mucha importancia los jardines en la vida de la ciudad. El fundador del Estado se preocupo por diseñar los planos de la ciudad con espacios para los jardines.

III. De los magistrados

Cada grupo de 30 familias elige anualmente entre sus miembros un magistrado, llamado Sifogrante, en el idioma antiguo y Filarca, en el moderno. Todos los Sifograntes, que son 200, después de haber prestado juramento de elegir al hombre que consideran mejor, escogen, mediante voto secreto, a un príncipe, seleccionándolo entre cuatro candidatos propuestos por el pueblo; pues cada cuarta parte de la ciudad designa un candidato y lo recomienda al senado.

IV. De los oficios.

Además de la agricultura, que es tarea común, aprenden un oficio determinado los Utópicos: Tejer lana y lino, albañilería, herrería o carpintería. La forma de los vestidos es la misma en toda la isla. La mayoría se inicia en los oficios de sus padres, siendo la inclinación natural, pero si alguien se siente atraído por otro oficio pasa por adopción a alguna familia que lo ejerce. La función principal y casi única de los Sifograntes está en procurar que nadie se entregue al ocio. Se destinan 6 horas al trabajo: tres por la mañana, después de las cuales van a comer; acabado la comida reposan dos horas y luego trabajan otras tres horas hasta el momento de cenar. Cuentan las horas a partir de medio día, se van a dormir a las 8 y le conceden al sueño 8 horas. En los intermedios de comer, cenar y dormir, cada cual utiliza el tiempo a su albedrio, pero no lo mal gastan en la holgazanería ni la voluptuosidad, si no en alguna ocupación distinta de su oficio.

V. De las relaciones mutuas

La ciudad está formada por familiar, constituidas en grupos unidos por vínculos de parentesco. Las mujeres, al llegar a la nubilidad, se casan y van a domicilio de sus maridos a fin de que la población no disminuya ni aumente en demasía, se procura que cada familia, de los que hay unas 6000 en cada ciudad, excepto las que residen en el campo, no tengan menos de diez hijos ni más de dieciséis.

En almacenes especial allí sitos cada familia entrega los productos de su trabajo, que son repartidos según su especie en distintos almacenes. Cada padre de familia va buscar allí lo que necesita él y los suyos; y, se llevan lo que desea, sin entregar dinero o cosa alguna en cambio.

La primera cosa de que se preocupan los utópicos es de sus enfermos, ya que son cuidados en hospitales públicos, de los que hay cuatro en cada localidad. Los utópicos comen en sus casas siempre y ninguna de las familias campesinas carece de nada, como que de ellos procede toda la manutención de los ciudadanos.

VI. De los viajes de los utópicos

Si algún ciudadano desea

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