La crueldad contra la mujer

La crueldad contra la mujer

La crueldad contra la mujer y la niña es un importante tema de salud y derechos humanos. Si se toma como referencia a la población femenina mundial, por lo menos una de cada cinco mujeres ha sido maltratada física o sexualmente por un hombre o numerosos hombres en algún momento de su historia. En varios casos, introduciendo las mujeres embarazadas y las pequeñas adolescentes, son objeto de asaltos graves, sostenidos o repetidos. En todo el planeta, se ha calculado que la violencia contra la mujer es una causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad reproductiva tan grave como el cáncer es una causa de mala salud más grande que los accidentes de tránsito y la malaria combinados. El castigo de la mujer es culpado de hecho en  todas las sociedades. El encausamiento y la condena de los hombres que apalean o violan a las mujeres o las niñas son poco recurrentes en comparación con el número de agresiones. Entonces, la violencia trabaja como un medio para mantener y remarcar la subordinación de la mujer.

La crueldad contra la mujer está que se encuentra en la mayor parte de las sociedades pero comúnmente no es reconocida y se permite como parte del orden predeterminado. La información de que se dispone sobre el alcance de esta crueldad desde estudios investigadores es por el momento subjetivamente escasa. Sin embargo, la crueldad contra la mujer en el lugar de vida se ha documentado en todos los países y ambientes socioeconómicos, y las pruebas que ya están señalan que su alcance es bastante mayor de lo que se suponía. En diferentes partes de todo el mundo, entre 16% y 52% de las mujeres experimentan crueldad física de parte de sus parejas, y al menos una de cada cinco mujeres son objeto de violación o intento de violación en el lapso de su historia. Es también sabido que la violación y la tortura sexual son utilizadas sistemáticamente como armas de guerra. La violencia anula la soberanía de la mujer y mina su capacidad como persona e integrante de la sociedad. Es clara la necesidad de novedosas indagaciones sobre la conexión entre los puntos de derechos humanos, jurídicos y baratos y las dimensiones de salud pública de la crueldad. Un cúmulo de evidencias que se multiplica de manera rápida sugiere que la vivencia de la crueldad en la mujer tiene secuelas directas no sólo para su confort, sino además para el de sus familias y comunidades. Además de huesos rotos, quemaduras de tercer nivel y otras lesiones corporales, el castigo tiene la posibilidad de tener secuelas para la salud psicológica a la larga, como es la depresión, los intentos de suicidio y el trastorno de estrés postraumático. La crueldad que tiene dentro agresión sexual además puede provocar anomalías de la salud de transmisión sexual, embarazos no amigables y otros problemas de salud sexual y reproductiva. En la situación de la niña, las secuelas para su salud pueden insistir en su historia adulta. La crueldad contra la mujer además tiene la posibilidad de tener consecuencias intergeneracionales. Además, los niños que son presentes de las golpizas que sus mamás reciben de sus esposos tienen mayor posibilidad que otros jóvenes de utilizar la crueldad para solucionar desacuerdos cuando sean adultos. Las más pequeñas que presencian este tipo de crueldad tienen una mayor posibilidad que otras niñas de detallar relaciones en las que van a ser maltratadas por sus parejas. Entonces, la violencia tiende a transmitirse de una generación a la siguiente. El sistema de atención de salud juega un papel sustancial adjuntado con varios otros sectores, como los servicios judiciales, policiales y sociales. Por otra parte, los sistemas no están en general preparados para emprender las secuelas de la crueldad o inclusive admitir los signos. Los trabajadores de salud tienen que estar totalmente capacitados para admitir los obvios signos de la violencia al igual que las más sutiles, para agradar las pretensiones de salud de la mujer en este sentido. Desde una visión de salud pública, es de todas formas sustancial que existan programas sólidos de prevención y servicios de acompañamiento legales y sociales bien coordinados. La OMS tiene la funcionalidad primordial de contribuir a los países a promover la salud y el confort de toda la gente. Nuestros Estados Integrantes tienen la sustancial compromiso de velar porque la salud de la mujer sea cuidada y promovida, y tienen que comprometerse urgentemente apoyar los programas de manejo de las secuelas para la salud que derivan de la violencia contra la mujer. Además tienen que utilizar tácticas globales que pongan fin a esa crueldad. Juntos, debemos trabajar en estrecha colaboración con organizaciones a nivel local y nacional. Por medio de la exploración, el lugar de normas y las ocupaciones de acompañamiento técnico, alomas va a proporcionar ayuda sus Estados Integrantes a hacer y hacer más fuerte respuestas incorporadas y multisectoriales nivel local y nacional.

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