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La desdicha de ser mujer


Enviado por   •  30 de Mayo de 2018  •  Ensayo  •  1.054 Palabras (5 Páginas)  •  163 Visitas

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La desdicha de ser mujer

“Nadie es más arrogante, violento y desdeñoso contra las mujeres, que un hombre inseguro de su propia virilidad” (Simone de Beauvoir)

        La historia de las mujeres y la relación con el mundo lleno de innumerables prejuicios, trabas, obstáculos, e incluso, humillaciones se han impuesto a lo largo del tiempo. Por ello, en la actualidad de una u otra forma se les impone muchas veces como un objeto o algo que no vale casi nada y se ven reflejadas en la sociedad machista que vivimos. De igual forma, quizá expresen muchos entendidos en la materia que el machismo en la sociedad ya es cosa del siglo pasado y que no se lo pone en práctica actualmente en ninguna circunstancia y entre otros pretextos, pero, de a poco, con poco y nada, muy en el fondo toda la sociedad ha de saber juzgarse y preguntarse el por qué de las cosas, el por qué del machismo en pleno siglo XXI. Por ello, en el presente ensayo se expresarán tres puntos claves que argumenten la ceguera de la sociedad ante lo que es capaz de hacer una mujer y cómo ésta se ve ultrajada por los vastos vestigios de la falocracia. En primer lugar, se evidenciará la educación de la mujer y su olvidada historia. En segundo lugar, los espacios vedados a las mujeres de ayer y hoy. Por último, la mujer y la literatura.

         Al feminismo, no debemos confundirlo con el odio hacia los hombres, sino, expresarlo tal y cómo es, un movimiento social que nada más pide para la mujer el reconocimiento de las capacidades y derechos que tradicionalmente han estado enfocados o reservados solo para los hombres. Por lo que, esto, en la antigüedad seria una blasfemia y sinónimo de rebeldía contra las tradiciones establecidas por el patriarcado. Sin embargo, en la actualidad de igual manera que en el pasado aún no se tolera completamente el lugar que por derecho se merece la mujer, sino que, todavía existe ese tedio por los grandes puestos que puedan llegar a tener las damas de hoy en día. Al respecto, De Beauvoir, Simone en El segundo sexo (1949), nos afirma que: “el poder masculino había procurado siempre mantener un orden social inalterable”. (p.14). En el citado enunciado, se puede determinar que el hombre ya sea por naturaleza o por orgullo, siempre se va a sentir superior a la mujer, por el hecho de que toma de una u otra forma su forma física como sinónimo de fuerza bruta que soluciona cualquier problema y como capacidad de único ser por encima de todos. 

         Los espacios públicos en los siglos anteriores eran sumamente importantes para los hombres, ya que algunos espacios eran reservados únicamente para varones. Por consiguiente, la mujer al no tener derecho a la educación tampoco iba a tener derecho a formarse por su propia cuenta acudiendo a bibliotecas, ya que éstas yacían cerradas para ellas y solo podían acudir en compañía de un hombre o a través de una carta. Tal como nos afirma Woolf, Victoria en Una habitación propia (2016), dice: “Un caballero disgustado, plateado, amable, que en voz queda sintió comunicarme, haciéndome señal de retroceder, que no se admite a las señoras en la biblioteca más que acompañadas de un «fellow» o provistas de una carta de presentación”. (p.09). En el citado enunciado, se puede determinar que el lugar de las damas en la sociedad yacía por los suelos, ya que veían a la mujer como un objeto que solo servía como para el hogar. De forma similar, en la actualidad podemos darnos cuenta que muchos lugares están prohibidos para las mujeres, tales como: el Monte Omine (Japón), el Athos (Grecia), la playa de Mlimadji (Islas Comores), los estadios de fútbol (Irán y Arabia Saudí), entre otros.

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