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La economía en una lección


Enviado por   •  21 de Julio de 2013  •  Tesis  •  5.131 Palabras (21 Páginas)  •  260 Visitas

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La economía en una lección

Henry Hazlitt

Traducción: Adolfo Rivero

PREFACIO

Este libro contiene un análisis de los sofismas económicos que han alcanzado en los

últimos tiempos preponderancia suficiente hasta convertirse casi en una nueva ortodoxia.

Tan sólo hubo de impedirlo sus propias contradicciones internas, que han dividido, a

quienes aceptan las mismas premisas, en cien «escuelas» distintas, por la sencilla razón

de que es imposible, en asuntos que tocan a la vida práctica, equivocarse de un modo

coherente. Pero la única diferencia entre dos cualesquiera de las nuevas escuelas consiste

en que unos u otros de sus seguidores se dan cuenta antes de los absurdos a que les

conducen sus falsas premisas y desde ese momento se muestran en desacuerdo, bien por

abandono de tales premisas, bien por aceptación de conclusiones menos nocivas o

fantásticas que las que la lógica exigiría.

Con todo, en este momento no existe en el mundo un gobierno importante cuya política

económica no se halle influida, cuando no totalmente determinada, por la aceptación de

alguna de aquellas falacias. Quizá el camino más corto y más seguro para el

entendimiento de la Economía sea una previa disección le los aludidos errores y

singularmente del error central del que todos parten. Tal es la pretensión del presente

volumen y de su título un tanto ambicioso y beligerante.

El libro ofrece, ante todo, un carácter expositivo, y no pretende ser original en cuanto a

las principales ideas que contiene. Trata más bien de evidenciar cómo muchos de los que

hoy pasan por brillantes avances e innovaciones son, de hecho, mera resurrección de

antiguos errores y prueba renovada del aforismo según el cual quienes ignoran el pasado

se ven condenados a repetirlo.

Sospecho que también el presente ensayo es vergonzosamente «clásico», «tradicional» y

«ortodoxo». Al menos, éstos son los epítetos con los que, sin duda, intentarán

desvirtuarlo aquellos cuyos sofismas se analizan aquí. Pero el estudioso, cuya intención

es alcanzar la mayor cantidad posible de verdad, no ha de sentirse intimidado por tales

adjetivos ni creer que ha de andar siempre buscando una revolución, un «lozano

arranque» en el pensamiento económico. Su mente debe, desde luego, estar tan abierta a

las nuevas como a la viejas ideas; y se complacerá en rechazar lo que es puro afán de

inquietud y sensacionalismo por lo nuevo y original. Tal vez, como Morris R. Cohen ha

apuntado, «la idea de que podemos desentendernos de las opiniones de cuantos

pensadores nos han precedido, quita todo fundamento a la esperanza de que nuestra obra

sea de algún valor para los que nos sucedan» (1).

(1) Reason and Nature (1931), pag. X.

Por tratarse de una obra expositiva, me he valido libremente de ideas ajenas sin indicar su

origen, con la salvedad de raras notas y citas Esto es inevitable cuando se escribe sobre

materia que ha sido ya tratada por muchas de las más esclarecidas mentes del mundo.

Pero mi deuda para con un mínimo de tres escritores es de naturaleza tan especial que no

puedo pasar por alto su mención. En primer lugar, y por lo que atañe al tipo de

argumentación expositiva empleado en mi obra, mi deuda es con el ensayo de Federico

Bastiat Ce qu'on voit et ce qu'on ne voit pas, con casi un siglo de antigüedad. El presente

trabajo puede, en efecto, ser considerado como una modernización, ampliación y

generalización de lo contenido en aquel opúsculo.

Mi segunda deuda es con Philip Wicksteed; y particularmente los capítulos sobre salarios

y el resumen final deben mucho a su Commonsense of Political Economy. La tercera

alude a Ludwig von Mises. Además de todo lo que en este tratado elemental pueda deber

al conjunto de sus escritos, lo que de una manera más específica me obliga a él es su

exposición de la forma como se ha extendido el proceso de inflación monetaria.

He considerado todavía menos procedente mencionar nombres en el análisis de los

sofismas. El hacerlo hubiera requerido una especial justicia para cada escritor criticado,

con citas exactas y teniendo en cuenta la particular importancia que concede a este o al

otro punto, las limitaciones que señala y sus personales ambigüedades, incoherencia, etc.

Por ello creo que a nadie le importará demasiado la ausencia en estas páginas de nombres

tales como Carlos Marx, Thorstein Veblen, Mayor Douglas, Lord Keynes, profesor Alvin

Hansen y tantos otros. El objeto de este libro no es exponer los errores propios de

determinado escritor, sino los errores económicos en su forma más frecuente, extendida e

influyente. Las falsedades, una vez pasan al dominio público, se hacen anónimas,

perdiendo las sutilezas o vaguedades que pueden observarse en los autores que más han

cooperado a su propagación. La doctrina se simplifica; y el sofisma, enterrado en una

maraña de distingos, ambigüedades o ecuaciones matemáticas, surge a plena luz. En su

consecuencia, espero no se me acuse de injusto ante el hecho de que cualquier doctrina en

boga, en la forma en que la presento, no coincida exactamente tal y como la formulara

Lord Keynes o algún otro autor determinado Lo que aquí nos interesa son las creencias

sostenidas por grupos políticamente influyentes o que deciden la acción gubernamental y

no sus orígenes históricos.

Espero, finalmente, ser perdonado por las escasas referencias estadísticas contenidas en

las siguientes páginas.

He tratado de escribir este libro con cuanta sencillez y ausencia de tecnicismo eran

compatibles con la necesaria precisión, de modo que pueda ser perfectamente

comprendido por el lector que carece de una previa preparación económica.

Aunque fue compuesto de un modo unitario, tres de los capítulos de este libro se

publicaron como artículos sueltos, y desde aquí deseo expresar mi agradecimiento a The

New York Times, The American Scholar y The New Leader por su autorización para

reproducir lo anteriormente aparecido en sus páginas. Quedo reconocido al profesor Von

Mises por la lectura del manuscrito y sus sugerencias, que tan útiles me han sido. Y,

naturalmente, asumo la responsabilidad de las opiniones que aquí se expresan.

H. H.

1. LA LECCIÓN

La Economía se halla asediada por

...

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