La educación en Colombia en alerta roja

Daniel Felipe Osorio Quintero

Universidad Cooperativa de Colombia

Licenciatura en Lengua Castellana e Inglés

La educación en Colombia en alerta roja.

Siempre que hablamos de problemas sociales de nuestro país, tales como la falta de equidad, la justicia inexistente, la poca cultura en los colombianos, la escasa productividad económica o las grandes brechas sociales, regionales y territoriales; se dice que la mejor solución es invertir y mejorar la educación del país, pero ¿cuál es el problema que persiste a través de los años que nos ha impedido trabajar en esto?, ¿tal vez la gran corrupción que abarca nuestro territorio, que nos ha llenado de desigualdad y pobreza rural?, ¿acaso es por la gran diferencia de posibilidades educativas entre estratos sociales?, ¿o quizá es culpa de los mismo estudiantes que no tienen ganas de aprender y de producir un cambio?

Por un lado, para nadie es un secreto el desamparo estatal a la hora de hablar de educación pública en Colombia, es un sector bastante vulnerable y desfinanciado en el cual, en su mayoría, familias de bajos recursos se ven afectadas. Desde casos como en el corregimiento Cruz del Guayabo, en donde el abandono del estado es tal, que los estudiantes se tienen que sentar en el suelo para recibir sus clases; los caminos sin pavimentar que los niños tienen que recorrer caminando de hasta 4 a 5 horas para llegar a sus escuelas en diferentes veredas del país; hasta colegios supuestamente siendo restaurados y renovados, pero en los cuales las obras nunca avanzan, como podemos ver en el Gabriel García Márquez de Floridablanca, y en muchos otros colegios públicos del país. Y estos son solo pequeños y pocos ejemplos de cómo la corrupción ha abarcado el sector de la educación sin importar que los afectados son tan solo niños y adolescentes con la necesidad de aprender.

¿Acaso el aula de clase afecta lo que aprenden los estudiantes? La respuesta es, claro que sí, pues un niño en un ambiente agradable tiende a generar neurotransmisores que motivan su aprendizaje y lo ayudan a memorizar y retener información más fácilmente, mientras que, a un chico en un aula de clases con ambiente hostil, en el cual ni siquiera dispone de las necesidades básicas para tomar una clase, le será más complicado concentrarse y su cerebro no responderá tan eficazmente. Eso sólo mencionando la corrupción frente a infraestructuras, silletería o unidad sanitaria, pero ¿y cuándo roban contratos de refrigerio o almuerzos para las escuelas?, caso en el cual el mismo secretario de educación se vio implicado, nos demuestra que el país está sumido en mandatarios a los cuales les importa más el bien propio que el bienestar de las futuras generaciones de nuestro país.

De esta forma, creo que la solución a los problemas más básicos pero trascendentes de nuestro país, mencionados anteriormente (la poca empatía de los colombianos, la falta de equidad, la justicia inexiste y demás), no solo se solucionan con la educación de nuestras nuevas generaciones, pues resulta imposible poder renovar algo que día a día es saqueado sin escrúpulos por los gobernantes del país, sino cambiar por completo a aquellos que nos representan, que nos dirigen y tienen la autoridad de la nación, por personas que realmente se preocupen por el futuro de su país y el de las nuevas generaciones. Esto lo logramos educando no solo a los pequeños, sino también a los más grandes; desde los jóvenes, a quienes el país ya les corresponde cambiar y mejorar, hasta los más ancianos, que alguna vez construyeron lo que es hoy. Para que así, juntos, puedan elegir a las personas idóneas que serán puestos democráticamente en los lugares más altos e importantes de nuestro sistema político, personas a las que les interese realmente apoyar la educación sin corrupción alguna de por medio, personas que realmente amen a su país y quieran un mejor futuro para el mismo.

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