La intervención del tercer mundo- Arturo Escobar

Al referirnos al término “desarrollo”, hablamos de futuro, de progreso, de nuevas oportunidades, pero sobre todo de mejor calidad de vida. El autor colombiano Arturo Escobar plantea desde el inicio de su libro, la intención de analizar a profundidad el término “desarrollo” y los distintos factores que trae consigo esta expresión.

El “desarrollo” se formuló principalmente en Estados Unidos y Europa luego de la segunda guerra mundial. La preocupación que ya existía en ese entonces era resolver los problemas de pobreza, hambruna y violencia de los países menos privilegiados.

Este término empezó a tener gran aceptación entre las autoridades del llamado “tercer mundo”, y su principal propuesta era transformar las distintas culturas  y alineaciones sociales siguiendo el modelo y las órdenes del “primer mundo”.

Arturo Escobar habla del discurso desarrollista, que puede relacionarse con los sermones sociales a los que estamos expuestos hoy en día, que pretenden persuadirnos sobre cómo debemos actuar y a dónde debe llegar nuestra sociedad.

Al evidenciarse la división  de los mundos se percibe que los que tienen el privilegio son los que desde un comienzo han optado por el desarrollo, por ende, los restantes son aquellos a los que la pobreza y la hambruna los ha obligado a mantenerse en ese pensamiento poco desarrollado.

El cambio requiere esfuerzo pero sobre todo sacrificio. Del ideal que se planteó en la posguerra de ayudar a los países menos favorecidos a resurgir, a avanzar, a tener cambios, no queda nada. El discurso desarrollista actual es egoísta, poco igualitario y equitativo, solo se “benefician” unos pocos, mientras que el resto del mundo pasa necesidades.

Se ha cedido el poder a aquellos países favorecidos y vemos como la desigualdad económica, política y social hacen parte de ese gran juego de poderes en dónde los países poco desarrollados terminan siendo los dominados.

La intención principal de crear condiciones óptimas para que el resto del mundo adoptara los rasgos de aquellos países con mayor privilegio, como los grandes niveles de industrialización y urbanización y el mejoramiento de la calidad de vida, se ha olvidado por completo.

El discurso desarrollista implantado desde los inicios por Estados Unidos y Europa, se manipuló de tal manera que permitiera transformar para beneficio propio, la estructura de las sociedades pertenecientes al tercer mundo, persuadiendo a estas sociedades de ser dependientes y poco capaces con el fin de que el “desarrollo” del que tanto se hablaba fuera  controlado por las ideologías de las grandes potencias.

El autor debate la manera en que los términos como “pobreza”, “subdesarrollo”  e “innovación” han sido definidos por países desarrollados de una forma incorrecta, es por esto que plantea un cambio en el concepto de estos términos para idealizarlos desde un punto de vista interno y no desde un punto de vista externo.

En el segundo capítulo del libro el autor plantea que la verdadera intención de introducir el término desarrollo luego de la posguerra por parte de los países privilegiados era convencer a los países menos favorecidos de que eran pobres y débiles, para que así los países desarrollados pudieran beneficiarse a ellos mismos haciéndoles creer a los “débiles” que al transformar sus culturas  y permitir que tuvieran progreso, podrían llegar a ser como ellos.

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