La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio reformista (1931-1933)

10.1. La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio reformista (1931-1933).

El gobierno de Aznar trató de volver a la normalidad constitucional convocando unas elecciones municipales, que tenían menor riesgo a unas elecciones de Cortes, tras el fracaso de estas en el gobierno de Berenguer. Sin embargo estas condujeron al triunfo republicano y dos días más tarde es proclamada la Segunda República junto con el exilio de Alfonso XIII. Se estableció un gobierno provisional conformado por las distintas tendencias que se habían coaligado para implantar la República. Sus miembros eran: Alcalá Zamora, Miguel Maura, Lerroux, Azaña y Largo Caballero. Este gobierno abordó distintos problemas: en la política laboral, Largo Caballero trata de mejorar las condiciones de los trabajadores del campo; en la política militar, Azaña quiso reducir el excesivo número de oficiales del ejército y facilitar el retiro a los militares que no se identificaban con la República; en la política autonómica, el gobierno provisional logró que se renunciase a la república Catalana que se había proclamado dentro de la República Federal Española a cambio de la creación del gobierno de la Generalitat; y en la política de orden público, Maura trató mantener el orden público en medio de distintos conflictos, como la quema de conventos.

En las primeras elecciones republicanas, no se consiguió unas Cortes muy representativas de las actitudes políticas del conjunto de los ciudadanos; debido a que las derechas, desmoralizadas por el hundimiento de la monarquía, obtuvieron un número de escaños desproporcionado a su arraigo real y a que los electores no tuvieron ocasión de elegir entre las distintas tendencias política que formaban el gobierno provisional. De hecho, la mayoría de las candidaturas presentadas fueron de coalición republicano-socialista, integradas por distintos partidos. El gobierno obtuvo una gran victoria. En las nuevas Cortes hubo diez grupos parlamentarios, de los cuales el más importante era el socialista, seguido por el republicano radical, que encabezaba Lerroux.

Azaña es quién destacó más y tras la dimisión de Alcalá Zamora, este tomo su puesto como presidente del gobierno. Con ello se realizó la Constitución de 1931, que representó un consenso entre los republicanos de izquierda y los socialistas. Se caracteriza por ser plenamente democrática, cortes unicamerales, sufragio universal incluyendo a las mujeres, jueces independientes sometidos solo a la ley, separación Iglesia-Estado... Además, las provincias podían formar una región autónoma mediante un estatuto que debía ser aprobado por un referéndum y luego por las Cortes.

Tras la dimisión de Alcalá Zamora, se acordó mantener la coalición, pero pronto los radicales de Lerroux no tardaron de salir del gobierno, así es que durante dos años Azaña gobernó al frente de una coalición integrada por republicanos de izquierdas y socialistas. Fue este el bienio reformista (1931-1933). En este se emprendieron distintas reformas: en lo religioso, se disolvieron los jesuitas y se aprobó una ley que suprimía la subvención estatal a la Iglesia y le prohibía ejercer la enseñanza; con esto último, se produce una reforma educativa al quedar todos los alumnos inscritos en escuelas católicas sin centro escolar, en la que el gobierno impulsó la formación de maestros; se aprobó el conflictivo estatuto refrendado por los catalanes en 1931 (triunfando en las primeras elecciones autonómicas Esquerra Republicana), y se elaboró el estatuto vasco (aprobado por el referéndum pero no por las Cortes); y la ley de reforma agraria, que preveía la expropiación de latifundios, mediante la indemnización, y su reparto entre los campesinos, pero ello exigía una gran financiación y cuando cayó Azaña, menos de diez mil campesinos, de dos millones, habían recibido tierras. Además, con ello se crea el IRA (Instituto de Reforma Agraria).

...