La sociedad chilena es una señora en auto que, detenida en el semáforo

Chile

La sociedad chilena es una señora en auto que, detenida en el semáforo, finje buscar algo para no tener que mirar al niño que le hace dedo. Es, también, parecida al hombre que pone el celular en su oído, simulando hablar con alguien sólo para no verse obligado a responder la petición de un mendigo. En nuestro país hay consciencia del otro cuando se conversa de a dos, hay felicidad en la familia cuando se come afuera. Somos gente seria; de ahí que afirmemos, orgullosos, que antes de los dieciocho años nadie es digno de atención.
Podríamos decir que todo, absolutamente todo, está a la venta. 
Las inseguridades se transforman en vanidad, el vanidoso se hace famoso, y la fama vende.
La alegría, esa que sienten los que viven sonriendo sin más; se traduce en eficiencia, y la eficiencia se paga, y bien.
El miedo, generalmente, se transforma en odio y violencia, lo que en una sociedad competitiva como la nuestra es de vital importancia. Hay que ganar a toda costa, hay que saber pelear. Quien sea capaz de poner a otro por debajo de sí mismo, ese, triunfará; es triste el resultado de eso.
Pienso que en mi país hay que solamente traer  el cuerpo y dejes lo que eres en tu casa porque en esta sociedad no somos nada. Lo único que funciona es captar, retener, saber; nada más; aun así me gusta mi país.
A pesar de todos estos defectos mi país tiene algo que los demás no, una pasión y unión cada vez que nos toca una catástrofe donde la familia es lo más importante.
No pedí ser chileno... simplemente tuve suerte y lo agradezco.

Autor: Claudio Sanhueza Lara

Curso: 1ºG  

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