La tradición de la corrida de toros en el Perú

En nuestro país la corrida de toros es una tradición heredada de los españoles y practicada desde hace más de cinco siglos. Es lamentable que en varios países de América Latina, el estatus cultural de la tauromaquia viene siendo debatido, ya que muchas organizaciones que promueven la lucha contra el maltrato animal han alzado su voz de protesta por el evidente destino que corre el toro de lidia en estas exhibiciones.

La tradición de la corrida de toros debe mantenerse viva en el Perú porque es una manifestación cultural. Representa un elemento central de las fiestas patronales que a su vez operan como mecanismos integradores y de cohesión social y cultural. Por ejemplo, en pueblos de la sierra como Cutervo y Chota, es tradición que todos los pobladores se congreguen en la plaza de toros para la corrida que se organiza por la fiesta de san juan que se celebra el 29 de junio. Sin embargo, el estado peruano debe prohibir las corridas de toros, porque estas normalizan la violencia hasta considerarla como cultura. Para que el espectáculo sea vistoso ante los espectadores, se generan daños al toro previo a la corrida. Un día antes, el toro es encerrado en la oscuridad para confundirlo, solo se le da de beber agua sulfatada para producirle diarrea y se le recortan los cuernos para que no dañe al torero. Asimismo, se le unta una sustancia en las pezuñas para que le ardan y nunca esté quieto, y se le embadurna grasa en los ojos para cegarlos. Todo esto tiene efectos evidentes durante la corrida.

Por ello, esta actividad se sustenta en la diversión a costa del sufrimiento de un ser vivo. Los aficionados a la tauromaquia, de manera inconsciente, pero participativa, reproducen una celebración y reafirmación de conductas violentas.

En síntesis, las corridas de toros no deberían ser consideradas como patrimonio cultural de nuestro país, ya que son espectáculos sumamente peligrosos tal como se ha evidenciado en Colombia y España. Ante este panorama, considero que es necesario que el Estado brinde mayor apoyo a las asociaciones de protección a los animales y que se prohíban no solo espectáculos como el mencionado, sino también otros similares como las peleas de gallos.

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