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La trata de mujeres colombianas


Enviado por   •  26 de Agosto de 2020  •  Ensayo  •  2.271 Palabras (10 Páginas)  •  98 Visitas

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                                                                             “La trata de mujeres colombianas se manifiesta en        
                                                                              sitios lejanos, China, Hong Kong y Panamá.  En este
                                                                              momento hay prostitutas sentadas en bares de  
                                                                              Colombia donde la prostitución es legal para mayores
                                                                              de 18 años. Aparentemente están allí porque quieren      
                                                                                                y otras en contra de su voluntad”.                      





                                                                                                                      . Valentina Chaparro
                                                                                                                           . Paula Ardila
                                                                                                                         . Shanen Salcedo







Hace unos años, mi hermana me abrazó sin lágrimas en el terminal de transportes de Anserma, Caldas y me repitió que, no la llamara sino era una situación de emergencia. Maryuri me dio una libreta para que me desahogara y aprovechara a escribir las tonterías monumentales que cometería. Desde pequeña Maryury me enseño a contar mis problemas en pequeños diarios e  imaginaba que Robert, mi diario, era el único y fiel amigo que tenía en mi vida, calmaba mi corazón prestándome páginas de su cuerpo para escribir cada palabra que me atormentaba al anochecer. Este sería mi diario número 11.
Puse la libreta en mi mochila, para no ofenderla, sin intención de usarlo. Al subir al bus tome de la mano a mi bebé y le susurre que cambiaría nuestra vida al llegar a nuestro destino, sin imaginar que pasaría luego. Al llegar a Sogamoso, Boyacá, tras 11 horas de viaje e inmensos cambios de temperatura, al fin llegamos. Tomé mi celular y llame al número de un hombre que me recogería para ir a mi nuevo trabajo.


Soy Ana maría Rendón, veintidós años de edad, madre soltera, nacida en Anserma, Caldas un municipio agrícola y comercial de la zona cafetera, crecí en una familia de padres separados con nueve hermanos y pocos recursos económicos. Mi hermana y yo quedamos embarazadas antes de los dieciocho años. La situación económica de mi familia llevo a que mis hermanos y yo lleváramos una vida desordenada. Sí amigos, sé que no es excusa para salir adelante pero fue la única salida fácil que tuve en ese momento de mi vida.
Maryuri tiene veinticinco años e inicio como prostituta a los dieciséis años en Arauca, pero no le fue también como ella pensaba y me invito a que trabajara con ella, cuando yo tenía diez y nueve.
Maryuri sabía cómo funcionaban las redes y por eso confié en ella, solo buscaba un buen futuro para mi hija, como cualquier madre busca el bienestar de sus hijos.

Mauricio Montes llego de inmediato, después de haberlo llamado, fue tan amable conmigo que no dude en ir con él al prostíbulo en el que trabajaría día tras día como esclava de esta cadena que miles de mujeres conforman. Mi hermana conoció de esta red de prostitución por el “paparazzi” un gran fotógrafo, reconocido en mi pueblo, El hombre que destrozo nuestras vidas al llevarnos a ese infierno camuflado entre luces, tacones, escotes y sexo por dinero.
Al llegar allí, organice mis cosas y al día siguiente inicie trabajando. Recuerdo que es una casa esquinera, cerca al centro de la ciudad y a una cuadra de distancia a la estación de policía. De dos niveles, en el primero estaba el bar donde meseras y hombres entraban allí y en el segundo las habitaciones para prestar los servicios que ellos desearan.








Maribel fue una de las primeras que llego a este lugar, “señora cebolla” llamada por los hombres campesinos de un pueblo cercano que trabajaban en cultivo de cebolla, requerían su servicio casi todo el tiempo. Y así más de una mujer allí estaba por necesidad, como yo, y otras simplemente por gusto. Al pasar los días me quitaron a mi bebé y la llevaron a otro prostíbulo donde estaban los hijos de mis compañeras, manipuladas por lo más amado, era la única opción para que obedeciéramos y no escapáramos de aquel infierno.


Desperté muchas horas más tarde en un cuarto desconocido con la sensación de estar aplastada por un elefante, mi vagina estaba irritada, la luz que atravesaba por la ventana me molestaba, sin acordarme de lo sucedido. Escuche  unos goles en la puerta, pero tenía un zumbido en los oídos que no me dejaba pensar, al mirar a mi alrededor vi a dos hombres semidesnudos y profundamente dormidos, no sabía cómo había llegado allí; Se repetían los golpes en la puerta pero yo no podía moverme, mi cuerpo estaba adolorido y sin darme cuenta uno de los dos hombres despertó y abrió; me hice la dormida, pero por mi frente pasaba un sudor frio y una angustia al saber que pasaba. Cuando aquel hombre abrió, era una mujer que les pedía que desalojáramos aquel lugar lo más pronto posible. Me sacudieron hasta que abrí los ojos, me levantaron por los brazos, me obligaron a vestirme, me arrasaron escaleras abajo y me empujaron a la calle. Expulsada del motel donde me encontraba, del prostíbulo en el que trabajaba no salía mucho porque no me lo permitían y no conocía la ciudad, así que pedí ayuda de las personas que veía para llegar de nuevo a mi trabajo y que mi jefe Enrique no me regañara. ¿Adivinen qué? Llegue arrastrándome; era muy tarde y Enrique junto a sus hijas me esperaban muy enojados, pero no sabía con quién estaba y mucho menos en qué lugar, Una de las hijas de mi jefe me tomo del cabello y me llevo a un deposito donde había un pozo pequeño, me amarro  con un clave en la cintura y me arrojo, dure toda la noche en ese lugar, sin haber comido y con frio.



Llore tanto que mis ojos estaban  inflamados y no podía abrirlos, una fuerte migraña como si alguien taladrara mi cabeza y el agua estaba tan fría que mi piel quedo morada. Al llegar la mañana Susana una de mis compañeras me saco del pozo y me arropo para que mi cuerpo tomara calor, no le importó meterse en problemas solo me quiso ayudar.










Al pasar unos cuantos días empezaron a exigirme cada vez más, diariamente tenía que fornicar con siete u  ocho hombres, no había excusa si estaba enferma o menstruando, no podía ir al médico, y solo me daban $20.000 pesos para útiles de aseo, la ropa la compraban las hijas de Enrique y lo más doloroso no veía a mi hija seguido. Con un cliente probé la heroína, directo a la vena, y maldije el día en que había quedado presa de la prostitución. No había olvidado el número de celular de mi hermana Maryuri pero no sabía cómo llamarla, estaba tan prisionera en cuatro paredes que me a veces pensaba que ya no iba a salir de ese repugnante lugar.

A mediados de febrero cambió el clima, empezó a hacer un poco de frio en las noches y yo estaba enferma, orinaba a cada rato con un dolor agudo y quemante, que sólo desaparecía con drogas. Era cistitis. La reconocí porque la había sufrido una vez antes, a los dieciséis años, y sabía que se cura rápido con un antibiótico, pero un antibiótico era tan difícil de obtener como un Kilo de cocaína, no podía salir. Solo me cuide y espere que pasara.

Al llegar semana santa no podíamos trabajar por respeto, así que en esos días nos dejaban a nuestros bebes, era la semana que todas esperábamos, la semana que no nos trataban como objetos sexuales, la semana más feliz de nuestras vidas. En un momento inesperado Enrique y sus hijas salieron y nos dejaron solas pero una de ellas no cerro bien la puerta. Baje por las escaleras porque escuche un ruido extraño, pero era la puerta que se golpeaba con el aire. ¡Amigos! La puerta estaba abierta. No imaginan que felicidad que sentía, mi corazón rebosaba de alegría, así que subí rápidamente, tome algo de ropa y a mi bebita. Salí corriendo y sentí que me salían alas de mi espalda, esas alas de libertad, la libertad que miles de mujeres necesitan. Entre a un lugar donde vendían minutos telefónicos y llame a mi hermana, en ese momento ella se encontraba en Medellín, le conté todo pero, mis sentimientos estaban esparcidos por todo mi cuerpo que no podía hablar, al llegar la tarde Maryuri me envió algo de dinero para irme y no volver a ese horrible infierno.


Cuando iba viajando solo abrazaba a mi bebé, y pensaba en todo lo que viví, en las veces que abusaron de mí, pero no iba a permitir que ese pasado dañara el futuro de mi hija. Al llegar a Medellín me recibió mi hermana, me abrazo y guardo silencio, un silencio que nunca me perdonare, tomo mi mano y me llevo a la Fiscalía, un lugar de salvación para mí y mis compañeras. Impuse una demanda por secuestro y explotación sexual, tomaron mis declaraciones y al pasar los días cerraron el lugar y Enrique, sus hijas, paparazzi y más implicados están pagando por el daño que me hicieron.  

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