Las 3 republicas
Enviado por Octavio Landolfi • 18 de Febrero de 2019 • Ensayo • 1.335 Palabras (6 Páginas) • 103 Visitas
Las 3 Repúblicas
Desde hace 22 años cuando llegué a la capital, siempre me pareció extraño cuando la gente me hablaba de “La” República Dominicana, cómo si esta fuera un monolito social, cultural y económico. Con el tiempo empecé a pensar que esa disonancia mía se debía a que era de Santiago, y a qué tal vez allá las cosas eran diferentes, a qué tal vez esto siendo capital es capital es capital, las cosas eran diferentes. Y así con el ocaso del reformismo y el encumbramiento de una nueva forma de hacer política mucho más urbana, mucho más “rica”, se me fue olvidando aquella espina en esa concepción unitaria de “La” República Dominicana. Pasó el tiempo, se elevaron las torres, se erigieron los elevados y se cavaron los metros. Vino y se fue la crisis del 2003 y esa “lección” de que no se debe de cambiar de caballo a mitad del río, y vuelve y vuelve volvió una vez más el partido de las torres, y el “crecimiento macroeconómico”.
Y así nos fuimos adormeciendo una vez más con la idea de que solo existe una sola República Dominicana. Esa que tiene sus problemas y sus deficiencias, pero que es una, que es la nuestra, que es la misma para todos nosotros.
Pero mientras más me alejo de mi castillo se papel en el centro de un centro de ciudad que cada vez es más otra cosa que lo que un día hace 20 años era, más me doy cuenta de que aquel sentimiento que sentí hace 22 años cuando empecé a experimentar la vida capitalina de la nueva democracia Dominicana, es mucho más que solo una intuición. Mientras más tiempo paso en las provincias de nuestro país, en los barrios, en las villas y en las casas del campo, más me voy convenciendo de que no existe una sola República Dominicana, en realidad existen 3.
La primera es la más pequeña, compuesta en su mayor medida por aquellos que llegaron al gobierno en chancletas y con los recuerdos de ideales marxistas. Por esa clase tan amplia como poderosa que hoy en día se codea con aquellas familias que durante décadas y hasta generaciones han servido de pilares del ideario dominicano de lo que es la riqueza. Esa primera República se encuentra compuesta por los ricos de cuna y esfuerzo, en menor medida, y por aquellos grandes funcionarios y legisladores que tanto han demostrado en carne viva que la República ha crecido inmensamente en los últimos 22 años. Aquellos que llenan las torres y compran las Ducattis, los que andan en Bentley’s y en “yipetas” pagadas por la riqueza generada por esa tan cacareada macroeconomía. Son los hijos beneficiarios del gran milagro de crecimiento de la República. Son ellos los héroes de sus propias historias, los que les dan un sueldito de 5 mil pesos aquí, de 10 mil pesos allí a este o aquel otro dominicano. Son los que les pagan el colegio a la hija de fulano, o la medicina al pobre hermano de fulanita, todo para hacer bien, todo para conseguir esos votos. Son los caciques locales y los súbditos de la silla. Son los que juegan solos entre ellos de espaldas a todo lo que le pueda pasar al resto de la sociedad.
En la segunda República se encuentran aquellos que alguien alguna vez tuvo la idea de llamar clase media. Son los ilusos que tienen trabajos liberales, los que por ética, moral, o simplemente falta de conexiones le han dado la espalda a la política. Son la fuente principal de impuestos, son la flaca vaca gorda a la que le siguen sacando leche, son los infelices que crecieron con el sueño de que sus vidas iban a ser mejores que las de sus padres y se dan cuenta que no pueden comprar un apartamento, que el negocio está siempre a punto de quebrarles. Son los que han podido “echar hacia adelante” a espaldas de la política, aún a pesar de esta. Estos son los padres que mandaron a los hijos fuera, los que a cada momento son víctimas de atracos, los que aún deben el auto, la casa, la tarjeta, el colegio privado de los hijos. Son los jóvenes que no saben qué hacer para que les vaya bien. Los que cogen prestado para poner negocios, los que tienen dos trabajos para poder mantener la casa, los que viven exprimidos entre el futuro que les fue prometido por sus padres y el presente que les fue arrebatado por los políticos. Son la “clase media”, la del medio, la que más paga los robos de los de arriba, y las consecuencias que estos robos tienen en los de abajo. Son los pendejos que de cada vez en cuando piden “ojalá que vuelva un Trujillo y se los lleve a todos para la 40”.
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