Las Mujeres Dela Vida Facil

Las mujeres de la vida fácil

Cuando tenía aproximadamente ocho o nueve años, una tarde de verano, mi mejor amiga Andrea vino a jugar a mi casa, como lo hacía cuatro o cinco veces por semana. En esas épocas todo era divertido. Siempre nos faltaba tiempo para hacer travesuras y nuestras mentes maquiavélicas eran capaces de inventar todo tipo de juegos y bromas. A veces, cuando Mama Lucha (mi abuela) se echaba a dormir una siesta, Andrea y yo irrumpíamos en las instalaciones de la cocina para hacer lo que llamábamos en ese entonces "Brujerías". Colocábamos un recipiente con agua sobre la mesa y le agregábamos a esta todos los condimentos, productos y salsas que pudiésemos encontrar en el refrigerador o en las repisas. Luego de que el agua -antes pura y transparente- tomase un color grisáceo o, muchas veces, marrón, nos disponíamos a probar nuestra obra maestra; nuestra "Brujería". Recuerdo que siempre obligaba a Andrea a probar primero nuestro invento con una cucharita. Si su rostro se deformaba, sabía que este era asqueroso y me negaba a probarlo.

Esa misma tarde, luego de preparar una Brujería, nos fuimos al cuarto de mi mamá, pues estábamos buscando algo que hacer. En esas épocas, mi mami trabajaba en un lugar llamado Vía Libre. Yo no entendía muy bien que hacía ahí, pero hoy sé que este centro se encargaba de realizar exámenes de detección de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. Asimismo, se otorgaba ayuda a las prostitutas y se realizaban charlas sobre el uso del preservativo.

Desordenando un poco el cuarto y revisando los cajones encontré un pequeño y pintoresco folleto de unas siete u ocho páginas. - Andrea, mira esto.- Exclamé y mi mejor amiga se acercó corriendo. Al abrir este pequeño folletito nos quedamos boquiabiertas, no lo podíamos creer. Habían imágenes de las partesitas de los hombres y palabras que no lográbamos entender. Ambas estábamos perplejas. ¿Por qué tendría mi mami ese papel? Al voltear una de las páginas pudimos observar la foto de un hombre semidesnudo, muy guapo. En la parte inferior decía: "Aunque el cliente luzca así... debes usar un condón."

Luego de revisar detenidamente el folletito llegamos a la conclusión de que estaba destinado a las mujeres que trabajaban en las calles haciendo "cositas malas" con los hombres, para poder tener dinero. De pronto, algo vino a mi mente: Recordé que mi mami y la mamá de Andrea; la tía Gigi, que en ese entonces eran mejores amigas solían decirse de cariño "Ruqui" o, en algunas ocasiones, "Rucón". Andrea y yo nos miramos y, en un santiamén, lo entendimos todo. La tía Gigi y mi mami, eran mujeres de la vida fácil, esa era la cruda verdad.

Recuerdo sentirme sumamente preocupada pues no podía entender la razón por la cual mi mami tenía que tener ese trabajo. Luego de quedarme

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