Las Secuelas Del Divorcio En La Sociedad Latinoamericana
Enviado por 19Mili • 30 de Abril de 2013 • 1.637 Palabras (7 Páginas) • 526 Visitas
LAS SECUELAS DEL DIVORCIO EN LA SOCIEDAD LATINOAMERICANA
Melisa Soledad Silva Ramos
Si entendemos el divorcio como la separación o rompimiento del vínculo matrimonial entre un varón y una mujer, podemos darnos cuenta de qué tipo de relación se está quebrantando, una relación conyugal, del cual un día nació usted, nací yo.
Nuestra sociedad Latinoamericana está en crisis. Muchas veces al oír o leer esta palabra la enlazamos rápidamente con la economía que dirige nuestro país, pero algo por encima de esto, es la pérdida de lo que existió ya hace muchas generaciones y, que, sí hoy persiste, son solo retazos de lo que un día fueron; lo que aún podemos encontrar en nuestros niños y en aquellos que piensan como tal, que no tardarán en olvidarlos, si el ritmo de nuestra población continua así. ¿Qué es aquello esencial y que perdimos un día? Quizá sin darnos cuentas pasó rápidamente arrebatándonos lo bueno que teníamos, o también creemos que fuimos obligados a olvidarlos poco a poco por la misma sociedad.
¿Podemos reconocer qué es aquello que precisamos tener, pero que sin embargo, decrece a manera sorprendente?
Son los valores, aquellos que tantas veces hemos oído pronunciar e incluso visto inculcar, mas hemos olvidado dónde es donde éstos deben formarse primero, dónde deben nacer y sembrarse, pues muchas veces queremos cosechar y exigir que nuestros jóvenes entreguen aquel rendimiento o aquella personalidad, honesta y fructífera, que se requiere para construir el futuro.
Todos formamos parte de una familia, la cual nos ve crecer y desarrollarnos, unos padres que tienen la responsabilidad de sembrar aquello que llamamos perdido; pero para esto se necesita en ella una base sólida, las fuerzas de dos cónyuges que un día decidieron unirse para toda la vida y ofrecer a sus generaciones más que la realidad por no cambiar, los elementos precisos para mejorarla.
Es en la familia donde se forman aquellos cándidos ciudadanos, quienes caminarán a desenvolverse en la sociedad que les abre sus puertas para recibir de él todo lo útil que pueda brindarle, y lo bueno que necesita para desarrollarse o formarse a sí mismo.
Hemos dejado de recordar lo importante que es la familia. Cuántas veces hemos oído aquella frase “La familia es la base fundamental de la sociedad” y resulta lógico aceptar que quien destruye esta institución, destruye a la misma. Citemos un párrafo, que nuestro amigo Oroza Daza, nos dice acerca de esto:
<Si el matrimonio es la base de la familia, si ésta a su vez es la base de la sociedad, defender al matrimonio, hacerlo estable, digno y respetable, es hacer la estabilidad, dignidad y respetabilidad de la sociedad y con esta la de la nación>. (1946. 199)
Entonces, nos resulta irónico creer que nuestra comunidad marcha bien, si a lo que debemos enfocarnos es a la unidad fundamental de ella: la familia.
Pero lo que hoy se vive es otra realidad, un mundo donde gobierna el individualismo, y con este, impera el egoísmo. Las personas al casarse, buscan satisfacer sus necesidades, en especial el sentirse amado y seguro. Hemos llegado a degradar tanto al amor, que hoy en día, muchos decimos: “Se me acabó el amor”, y, por esto, lo más rápido y efectivo, suelen creer, es el divorcio; aquel acto que lo separará de quien estuvo enamorado un día, pero que hoy ya no puede continuar a su lado, por que se le acabó ese llamado sentimiento.
<Muchas personas ven el amor como un sentimiento, acompañado de sensaciones y emociones; por eso luego dicen que “el amor se ha acabado”, porque los sentimientos van y vienen, porque las emociones a veces están presentes y a veces no>.
<El amor antes que nada, debemos entenderlo como una actitud voluntaria, tú decides si amas o no a una persona. Por eso, Cristo fundamentó la vida cristiana en esa palabra: Amarás a Dios y amarás a tu prójimo>.
¿Cómo estamos entendiendo el amor? Es con ese concepto con el que vamos al altar y aceptamos unirnos a alguien, creyendo solo que éste es quien debe hacernos feliz, y olvidamos que si ambos piensan así, su matrimonio se mantendrá en espera, de que reciba y ansíe recibir, pero entregue poco.
Si todos nos formamos con esos conceptos errados del amor, y asumimos a la posterior el rol de padres, ¿Cómo podemos conservar y llevar a la dicha nuestro matrimonio? ¿Cómo podemos inculcar en nuestros hijos valores y virtudes que muy poco conocemos?
Pero lo triste, es que muy pocos llegamos siquiera a enseñárselos, porque no pudieron resistir, o porque simplemente su madurez personal no cubrió aquel rol padre o madre que llegaron a ser.
El divorcio, no solo es la separación de dos personas que, al firmar un papel, quedan desvinculadas de todo compromiso entre ambas, si no que quedan los recuerdos de lo que fue una pareja feliz, o las grandes responsabilidades que tienen para con los hijos, que en la mayoría de divorcios los hay.
Suele quedarse la madre y “los desdichados engendros” que deben salir adelante con o sin ayuda del padre que parte, para formar otra familia, poco o mucho tiempo después
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