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Las actividades academicas prioritarias


Enviado por   •  24 de Enero de 2016  •  Práctica o problema  •  3.740 Palabras (15 Páginas)  •  286 Visitas

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Uno de los ámbitos más conflictivos, complejos y estresantes para mí es el del ámbito laboral. Durante este primer nivel de preparación para ser consultora en mindfulness, esperé con ganas esta cuestión, que se aborda ya al final del curso. Y aunque el tema preparado por el curso no me decepcionó, sí sentí necesidad de profundizar más en él. Aquí quisiera ampliarlo y aplicarlo a mi propia situación y a la profesión a la que me dedico. He notado que la temática referente al estrés en el trabajo y su relación con el mindfulness tiene tendencia a centrarse en el ámbito de la empresa, de los altos ejecutivos o en el ámbito de profesiones médicas y de educación. Entiendo que estos son ámbitos de trabajo proclives a altos niveles de estrés derivados, sobre todo, de la presión competitiva de un entorno muy dinámico. Aún reconociendo que muchas de las características laborales de estos entornos empresariales suceden también en otras profesiones, en este escrito, yo quisiera destacar las condicionantes propias de mi profesión, el ámbito de la investigación académica en las ciencias sociales. Creo que en este ámbito se dan una serie de condiciones previas que generan un tipo de estrés asociado a la función intelectual, a la creatividad y a la reflexión profunda. Junto a estas condiciones dadas, creo también necesario constatar la situación de la que partimos cada uno de nosotros, tanto por nuestras condicionantes internas (autoconfianza, optimismo, seguridad, temple, concentración), como por nuestra situación personal de partida (si somos académicos noveles, si estamos trabajando temas nuevos, etc). Intuyo que conocer las especificidades de cada profesión y cómo estas generan un estrés particular, puede ayudar a diseñar estrategias de mindfulness ajustadas a las necesidades concretas de cada persona. Esta es la intención del presente trabajo reflexivo que he dividido en tres apartados. En la primera parte del mismo abordo mi propia experiencia de estrés en el ámbito de trabajo de la academia, tomando en consideración las condicionantes personales y lo relativo a mi nivel académico. En los siguientes dos apartados, abordo la cuestión de cómo el mindfulness puede contribuir a aliviar el estrés y potenciar el trabajo académico, junto con un programa de entrenamiento de la atención plena.

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1. ESTRES

  EN

 EL

 TRABAJO,

 POR

 EL

 TRABAJO

 Y

 PARA

 EL

  TRABAJO

 

 

  Muchos de nosotros vivimos una sensación permanente de temor, angustia e incluso pánico en nuestro entorno laboral. En ocasiones esta sensación no está asociada a una carga de trabajo tan excesiva que nos sobrepase. A menudo, esta sensación surge de nuestros miedos internos, de nuestras creencias limitantes y de una mala gestión de nuestro tiempo y capacidades. En trabajos como los del ámbito académico, esto último es crucial ya que la actividad de investigación presenta ciertas características que requieren una disciplina férrea combinada con un espacio-tiempo de trabajo flexible. Junto a lo anterior, también es cierto que la actividad académica hoy en día y en gran parte del mundo, está configurada de tal manera que en lugar de fomentar el proceso creativo, lo destruye. Describo a continuación, las características que, considero, son específicas de los entornos académicos. El

 trabajo

 académico

 en

 la

  investigación

 social:

 flexibilidad,

 rutinas

  administrativas

 y

 espacio

 para

 la

 creatividad.

  “¿Y

 cuándo,

  por

 fin,

  pienso

 y

  reflexiono?”

  La actividad principal del trabajo académico es la reflexión creativa que nos lleve a avanzar en nuestro campo de estudio. Por lo tanto, las tareas principales deberían ser la lectura de numerosos documentos, su análisis y su síntesis; el trabajo de campo para recabar información sobre nuestro caso de estudio, que puede implicar desplazarse varios días a las zonas de investigación para realizar entrevistas; tomar todo ese material y analizarlo y sistematizarlo. El siguiente paso es construir evidencia empírica para encontrar nuevas ideas e integrarlas con lo que ya se ha investigado, con el fin de contrastarlo, refutarlo o corroborarlo. Finalmente, escribir documentos (artículos, libros, documentos de trabajo) en el que condensar nuestros hallazgos y comunicarlos. Junto a esto, la actividad relacionada con congresos, seminarios y conferencias, es también fundamental. Finalmente, algunos de nosotros impartimos clases en diferentes universidades o damos cursos específicos. Es decir, es una actividad básicamente centrada en el intelecto, aunque cada vez más, las tareas de gestión ocupan un lugar preponderante en el trabajo rutinario de la academia.

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Lo cierto es que la actividad puramente académica queda relegada en medio de multitud de pequeñas tareas, de reuniones, de actividades varias que emergen repentinamente. Esto hace que las tareas prioritarias de investigación queden opacadas y sean constantemente interrumpidas. El ritmo se pierde, el trabajo se acumula y el nivel de estrés aumenta. En el ámbito académico, la actividad fundamental, la investigación, queda amenudo relegada, frente a multitud de tareas de tipo administrativo, de reuniones eternas y poco ejecutivas, situadas en mitad del día y que cortan de raíz el trabajo reflexivo que estemos realizando. En mi centro de investigación, se convocan reuniones a las 10 de la mañana que empieza una hora más tarde, que pueden durar hasta dos horas, sin lograr resultados significativos. Por otro lado, junto a las tareas más sistemáticas de investigación, necesitamos preparar nuestra mente para la generación de inspiración que desencadene un resultado creativo. Casi nunca, estos chispazos de luz se dan en el horario de trabajo y mucho menos en el entorno de la oficina. La actividad académica en realidad, no puede circunscribirse a un horario de 9 a 6. La generación de ideas nuevas no puede forzarse para que emerja justo cuando lo necesitamos. Esto la convierte en una actividad siempre presente en nuestro espacio de vida. Se tiene la sensación de nunca acabar, de conexión permanente. Requiere que aprendamos a soltar e incluso a olvidar. El problema se complica porque la producción académica suele medirse de la misma forma que si estuviéramos trabajando en un entorno industrial, en una fábrica de producción de bienes de consumo. Cada año somos evaluados para ver cuantos artículos, libros, clases, alumnos, tesis, conferencias y

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