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Las humanidades en la universidad


Enviado por   •  12 de Octubre de 2022  •  Apuntes  •  1.641 Palabras (7 Páginas)  •  64 Visitas

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INTRODUCCIÓN

  1. Las humanidades en la universidad

Uno de los aspectos más debatidos en los medios universitarios del mundo contemporáneo es, sin duda alguna, el relacionado con el papel de las humanidades en la universidad. Muchos son los que consideran las humanidades como una serie de disciplinas intelectuales sin ningún sentido ni utilidad en la enseñanza a nivel superior, otros las reducen a clases cuyo objetivo está en suministrar al estudiante cierta “cultura general”, y no son pocos los que proclaman a cuatro vientos su completo desuso, algo que debe ser eliminado del plan de estudios de la enseñanza universitaria. Ciertamente, parece que hubiera una especie de conjura tácticamente planeada para desacreditar las humanidades y relegarlas al deposito de las cosas inútiles dentro de una civilización donde, a juicio de muchos, solo las ciencias físicas y naturales y los avances de la tecnología son los únicos valores dignos de consideración.

Indudablemente, estas posiciones radicales, tendientes a menospreciar la importancia y la utilidad de las humanidades en la enseñanza universitaria; constituyen un peligro de insospechada trascendencia, porque en el fondo esconden una finalidad política que no podemos pasar por alto. Se trata simplemente de convertir la universidad en una especie de politécnico, y en casa de enseñanza tecnológica, donde se haga del profesional un mero productor de bienes y servicios, completamente deshumanizado, como si se tratara de un eficaz y obediente robot adiestrado para servir sumisamente los patrones establecidos, sin capacidad critica y, por consiguiente, sin que pueda asumir jamás las responsabilidades para consigo mismo y para con la sociedad en la cual vive. Deshumanizar la universidad

 

Introducción a la sociología

Producir profesionales sin consciencia, parece ser la consigna de los “nuevos bárbaros” del mundo tecnológico. Para ello han llegado inclusive a enfrentar las humanidades con la ciencia y la tecnología, en forma habilidosa calculada, colocándolas en extremos antagónicos y excluyentes cuando, en realidad, la ciencia, la tecnología y las humanidades se complementan mutuamente formando el trípode sobre el cual debe asentarse toda civilización que tenga al hombre como valor fundamental, como fin de todo conocimiento.

Quizá todos estos planteamientos, tendientes a obtener el menosprecio por las humanidades, han `prosperado en gran parte por la falta de precisión sobre el objetivo de estas, sobre su función en el complejo de la cultura, quizá también por carencia de una metodología adecuada a la enseñanza de ellas. Porque indudablemente una de las razones para que ese menosprecio haya hecho carrera en la universidad ha sido el que tantos estudiantes como profesores las hayan tomado en ocasiones como “costuras” o como “clases de relleno”, según la gráfica expresión ampliamente difundida en los medios estudiantiles. Por ellos mismo es necesario reflexionar un poco tanto sobre los objetivos como sobre la metodología de la enseñanza de las humanidades en la universidad. Esa reflexión dará las únicas herramientas para defenderlas de la avalancha de criticas e improperios que hoy lanzan contra ellas desde campos divergentes.

¿Realmente son las humanidades ese conjunto de asignaturas que nos permiten ampliar el radio de nuestra cultura, ese algo brillante que llevamos como vistoso aderezo a las reuniones de la gente intelectual y que nos permite participar en sus charlas sofisticadas y hablar de POLIBIO y de SÓCRATES, de las guerras púnicas, del renacimiento o de la belle époque? Nada mas inexacto ni nada más peligroso. Las humanidades no pueden ser simplemente un paquete de conocimientos ordenados cronológicamente colocados como una vistosa baraja de naipes sobre algún esquema de cultura, como una colección de informaciones que podemos sacar con lujo de detalles en un momento dado. De nada nos servirá aprender el nombre de las amantes de Napoleón, ni la fecha de su destierro a Santa Elena. Ni el numero de combatientes en Waterloo, si no sabemos articular la existencia del héroe como fenómeno social y político en la historia de Europa, sus causas, sus correlaciones y sus consecuencias. De nada nos servirá conocer la vida y el pensamiento de PLATÓN y de ARISTÓTELES si no sabemos darles una vigencia en la hora actual, en esta hora en que ellos justamente están presentes en todo planteamiento político. Porque en realidad, la importancia de la historia es su vigencia en el presente. Las cosas que sucedieron ayer no pueden ser otra cosa que las raíces del actual acontecer. Pero esto que es tan simple y tan viejo como la historia misma, es necesario atenderlo, buscarlo, saberlo desentrañar, poderlo descifrar y sacarlo al mundo del conocimiento científico en forma muy clara y, además, encontrarle una utilidad para la interpretación del mundo contemporáneo.  

Las humanidades deben ser conocimientos vivos, referidos siempre a la actualidad, capaces de darnos elementos para el análisis, para la crítica, para la interpretación del mundo que nos circunda, y sobre todo, que nos den los elementos de juicio necesarios para poder tomar posiciones, hacer decisiones y asumir responsabilidades dentro de un mundo tan complejo en que gravitan valores morales, políticos, estéticos, históricos, económicos y culturales. Valores estos que condicionan nuestra vida y exigen compromisos de nuestra parte.  

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