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Luz Martinez


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2012  •  3.356 Palabras (14 Páginas)  •  531 Visitas

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corrientes dl pensamiento politico que sustentan el desarrollo del capitalismo-.Betancourt,Belaunde terry,Frei,caldera.El liberalismo económico Como soporte para el desarrollo Del capitalismo en América.

Corrientes del pensamiento político que sustentan el desarrollo Del capitalismo: socialdemocracia y democracia cristiana.Betancourt,Belaunde terry,Frei,caldera.

La crisis profunda del capitalismo ha creado la necesidad de nuevas corrientes de pensamiento. Desde Fidel Castro hasta reconocidos y numerosos teóricos impulsan la “batalla de ideas”, reclaman el debate ideológico, insisten sobre la necesidad de actualizar la teoría a las condiciones actuales del mundo. El pensamiento revolucionario debe responder al insurgir revolucionario de los pueblos y de los trabajadores.

La decadencia del imperio occidental (euro-estadounidense-japonés-sionista), la hecatombe climática que ya provoca enormes tragedias medio-ambientales, el derrumbe moral de los opresores que alienta el despertar espiritual de la juventud planetaria, han creado la necesidad perentoria y urgente de revolucionarizar el pensamiento y la acción de la humanidad.

Se puede afirmar que esas corrientes ya existen. Hay que unificarlas, organizarlas, hacerlas más visibles, potenciarlas, integrarlas a la acción revolucionaria. Sólo se requiere voluntad.

Uno de los principales problemas identificados desde la época de Marx y Engels es el “sectarismo”que se contraponía a la acción amplia y contundente de los trabajadores. “La emancipación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos”, era la frase central del 1ª Internacional, asunto que se olvidó en el camino. Las organizaciones, partidos, vanguardias y sectas se atribuyeron la tarea de “liberar a los pueblos”. Estos fueron suplantados.

Las corrientes de pensamiento tienen como principal objetivo llegar con ideas elaboradas a los movimientos de las masas, a la mente de sus dirigentes, a fin de motivarlos en una u otra dirección con absoluta libertad, confiando en la correspondencia entre la realidad de los pueblos, las necesidades de los trabajadores, y la validez de la elaboración teórica.

Sólo así romperemos los lazos que nos atan al pasado. Sólo de esa manera quebrantaremos esquemas, retomaremos la creatividad y la efectiva acción transformadora. Sólo en libertad, las ideas que se construyan serán puestas a prueba por la praxis revolucionaria de los pueblos y de los trabajadores, retroalimentando la corriente de pensamiento con nuevos retos e interrogantes.

Porque en la cúspide del desarrollo capitalista y el inicio del camino hacia la destrucción del eco-sistema planetario, está demostrado que la humanidad ya ha conseguido construir las fuerzas productivas necesarias para vivir con bienestar, con abundancia de bienes y servicios necesarios para co-existir con la naturaleza, y que sólo se requiere una nueva forma de organización social que nos permita compartir con equidad esos fabulosos logros humanos.

Mientras el capitalismo se esforzaba por llevarnos a la crisis sistémica de la economía especulativa parasitaria, por otro lado, casi imperceptiblemente lo más avanzado de la humanidad ha ido creando teorías y prácticas que sustentan la posibilidad real del disfrute en común de los bienes que nos ofrece la naturaleza o de aquellos que con nuestra creatividad hemos producido.

La apropiación colectiva de los medios de producción empezó oficialmente en el siglo XIX con el “asalto al cielo” de los obreros parisinos (1871), y fue continuada por los esfuerzos de los obreros rusos y los pueblos de todos los continentes durante el siglo XX, pero esa apropiación comunal ya había sido un invento de los humanos en su proceso de superar el reino de la necesidad. El problema fue que estuvimos perdidos de esa meta durante varios milenios, pero finalmente se están dando las condiciones para superar esa fase y pasar al reino de la libertad.

Durante las últimas décadas han aparecido prácticas y teorías que sustentan científicamente la validez por un lado de la democracia participativa como forma de organización del auto-gobierno, y por el otro de una economía de equivalencias que nos permita superar la fase de la economía crematística.

Socialdemocracia y Democracia cristiana.

Es una ideología política que busca aplicar los principios del cristianismo (a menudo el catolicismo en particular) a las políticas públicas. Esta ideología surgió en el siglo XIX en Europa, y continúa teniendo una fuerte influencia en Europa y Latinoamérica.

En la práctica política, la Democracia Cristiana es considerada de derecha en asuntos sociales, morales y culturales. La Democracia Cristiana no tiene su origen en el socialismo ni relación alguna con la Internacional, sino en la Doctrina social de la Iglesia. Aunque en muchas ocasiones la democracia cristiana ha aceptado el liberalismo, y comparte la idea de la reducción de impuestos con la intervención estatal, con el fin de acabar con la injusticia social; en general los principios que han regido su matriz se derivan de la idea del Estado del bienestar. Por esa razón es frecuente encontrar partidos democristianos en la centro-derecha. La Democracia Cristiana suele sobresalir por su marcado conservadurismo lo que la distingue del progresismo; y su notoria inclinación estatista lo que también la separa del liberalismo económico.

Para la Iglesia católica, la Democracia Cristiana ha existido desde los fines del siglo XIX, cuando el Papa León XIII escribió la encíclica Rerum novarum, una respuesta al socialismo y a los nuevos sindicatos en la cual el Vaticano reconoció las privaciones del trabajador y se dispuso a aliviarlas.

La Iglesia católica aclaró su posición al respecto en la Quadragesimo Anno, una encíclica hecho por el Papa Pío XI en 1931. Aunque hay muchas formas de democracia cristiana, generalmente están de acuerdo en ciertas materias. Su idea del Estado no corresponde a la de los liberales: debe ser descentralizado y estar compuesto de varios conjuntos, pero debe tener una capacidad indiscutible. Los democratacristianos creen que la sociedad debe ser responsable de la economía, pero no discuten los principios del capitalismo, creen que debe haber un capitalismo con rostro humano, lo que lo diferencia de la socialdemocracia. La democracia cristiana se parece más al socialismo cristiano en que cree que el deber del Estado es cuidar de sus ciudadanos.

Los democratacristianos generalmente siguen la posición del Vaticano en temas morales. Sin embargo, la mayoría de ellos ha aceptado el divorcio y el gobierno secular.

Los partidos democratacristianos suelen decir que son de "inspiración cristiana", en buena parte por influencia maritainiana. Incluso al calificar de

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