MODELOS ECONÓMICOS EN LATINOAMÉRICA
Enviado por idzmorales • 18 de Diciembre de 2020 • Tarea • 1.621 Palabras (7 Páginas) • 289 Visitas
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Universidad Tecnologica de Honduras
Asignatura:
SOCIOLOGÍA (VIR/DO-7) 3P20
Catedrático:
LIC. JOSÉ ENAMORADO
MODELOS ECONÓMICOS EN LATINOAMÉRICA
Integrante:
- MARLEN YANETH DÍAZ SOLIZ 202010060654
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“Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de lucha de clases” Karl Marx.
Tegucigalpa M.D.C. 08 DE DICIEMBRE 2020
INTRODUCCIÓN
Se plantean tiempos de renovación en el pensamiento de los países para construir nuevos paradigmas con enfoques multidimensionales y prácticas económicas, políticas, sociales, educativas y ambientales necesarias para el crecimiento de las economías, especialmente de los países en desarrollo. Se presenta la disyuntiva entre los modelos económicos vigentes en el hemisferio y su incongruencia o correspondencia con los patrones de desarrollo dominantes en los países de América Latina (AL). Se indica la necesidad de que los gobiernos de la región, sus instituciones, organismos especializados y universidades continúen propiciando espacios de estudio y discusión acerca de la necesidad de abordar creativa y sistemáticamente la transformación gradual de sus patrones de desarrollo. Aquí la agricultura desempeña un papel preponderante, no solo en la oferta de más y mejores alimentos, sino también en la generación de una base más ancha y diversificada de producción y empleo, e innovadoras iniciativas rurales, basadas en el conocimiento, la tecnología y la agregación de valor.
MODELOS ECONÓMICOS EN LATINOAMÉRICA
La actual crisis económica global ha provocado que se derrumben paradigmas, se discutan rutas alternativas y se pongan en práctica nuevas propuestas. Para algunos, la crisis global no solo es profunda, sino además multidimensional, con facetas económicas, políticas, sociales y ambientales. Para otros, es transitoria y pronto el mundo retornará a la senda de la globalización y del crecimiento económico. Lo cierto es que todavía nos encontramos atrapados en acalorados debates en torno a la disyuntiva de si es más aconsejable para los países en desarrollo promover primero el crecimiento económico y después focalizarse en la reducción de la pobreza o si primero se deben diseñar políticas públicas para combatir la pobreza y luego crear las condiciones necesarias para el crecimiento de las economías. Si bien las respuestas a estas interrogantes pueden parecer evidentes para quienes trabajamos con el desarrollo de la agricultura y el bienestar de las familias rurales, lo relevante es que se ponen sobre la mesa aspectos que merecen mayor análisis y discusión.
El debate se torna aún más complejo y desafiante cuando se profundiza en la discusión sobre los altruismos o las perversidades de los actuales modelos económicos vigentes en el hemisferio y sobre su incongruencia o correspondencia con los patrones de desarrollo dominantes en los países de América Latina (AL).
Hoy la población del mundo avanza hacia un patrón de asentamiento predominantemente urbano y a una globalización de los modelos de producción y consumo que plantean diferentes desafíos para la sostenibilidad. Mientras en los países desarrollados la sostenibilidad de las ciudades depende, en gran medida, de cambios en los patrones de consumo, en los países subdesarrollados las ciudades deben atender como demandas prioritarias: el crecimiento económico, la reducción de la iniquidad y la pobreza, y la amenaza global sobre la sustentabilidad de sus recursos. Es importante diferenciar los problemas sociales, económicos y ambientales que se presentan para la sostenibilidad en las ciudades de países desarrollados, de los que se presentan en las ciudades de los países en vía de desarrollo, ya que no se dan en iguales condiciones ni dependen de los mismos factores. Si bien, en ambos escenarios, el “desarrollo”, se ha dado al margen de la sostenibilidad las expresiones en el espacio urbano son muy diferentes en unos y otros. En los países ricos, éstos se derivan generalmente de un exagerado consumismo y derroche como producto de la abundancia. En los países pobres se asocian con la escasez y sobre-explotación de los recursos del entorno inmediato, con la marginalidad de amplios sectores de la población, con los riesgos físicos, la violencia urbana y la iniquidad y la pobreza. La distribución de beneficios sociales y económicos es desigual e iniquitativa, no sólo entre países, sino entre regiones y ciudades de un mismo país”. Si bien América Latina no es homogénea y existen grandes diferencias entre los países de la Región, la dependencia del mercado externo, la especialización en uno o pocos productos de exportación, el sometimiento de los dictámenes de la deuda externa, la concentración de la propiedad y el centralismo urbano, pueden considerarse características generales del subdesarrollo latinoamericano. La forma como se dan las relaciones en la actual política macro-económica y los impactos que ha producido la globalización de la economía en los países pobres cuestionan la posibilidad real de un Desarrollo Sostenible Global. Por ello, el esfuerzo internacional para aportar en la sostenibilidad de las ciudades deberá atender las especificidades de sus problemas sociales, ambientales y económicos. Aspectos como transformación productiva con equidad, concertación estratégica para la descentralización, financiamiento y cooperación internacional son prioridades para la aplicación de la Agenda. Del carácter de las relaciones entre políticas económicas locales y globales depende en gran medida la posibilidad de un desarrollo sostenible de las ciudades medianas de América Latina. La mayor parte de la producción de los países de menores ingresos depende de centros urbanos de tamaño mediano, cuyo funcionamiento se ve afectado, hoy, por acelerados cambios económicos y políticos que inciden negativamente en la calidad de vida de su población, en la democracia y la gobernabilidad. Durante la última década, en las ciudades de tamaño mediano de América Latina se han incrementado los problemas sociales, ambientales y económicos. Esta situación se deriva, en gran parte, de la creciente iniquidad social y el estancamiento e inestabilidad económica que vive la Región. Estas ciudades se han visto afectadas por crisis políticas de orden, local, regional y global, situación que impide en cierta medida la planificación y la gestión de su Desarrollo Urbano Sostenible. Nos hemos visto enfrascados en prolíficos debates sobre la vigencia u obsolescencia de los actuales modelos económicos, que en la práctica y de la manera más sencilla pretenden responder a enfoques minimalistas: si queremos más o menos Estado o si dependemos más o menos de la mano invisible del mercado; si invertimos más o menos recursos públicos en programas sociales o si logramos una mayor o menor inserción internacional. Sin embargo, no se responde a un asunto de fondo: ¿es o no necesario el cambio en los actuales patrones de desarrollo? Se parte del hecho irrefutable de que varios de los países de América Latina, aun después de realizar profundas reformas para lograr su estabilidad macroeconómica y crecimiento económico, en la actualidad quedaron relegados en comparación con otros países del mundo con similares características. Como dato ilustrativo, a finales de los sesentas, las naciones andinas reflejaron un producto interno bruto (PIB) per cápita similar al de los países del Asia Oriental. Cuatro décadas más tarde, constatamos que el ingreso por habitante de los países andinos, pese a los recientes repuntes, en promedio es menor al de la mitad de los asiáticos. Poco a poco nos vamos convenciendo de que el crecimiento económico por sí solo no ha logrado resolver los problemas de la pobreza extrema y la inequidad. En muchos casos, más bien ha contribuido a incrementarlas. También hemos verificado que la incidencia de la pobreza rural y la reproducción de la desigualdad se han acentuado durante las últimas décadas, pese a los altos índices de crecimiento económico registrados en muchos de los países de AL, salvo algunas contadas excepciones. Resulta inevitable insistir en la comprobación de que los enfoques tradicionales de desarrollo económico basados primordialmente en la explotación de recursos naturales no renovables contribuyeron a que muchos de nuestros países se perpetuaran en el carril del tráfico lento. Asimismo, los patrones de desarrollo sustentados únicamente en recursos naturales no permitieron que muchos de nuestros países lograran el salto al carril del desarrollo económico diversificado, sustentable y de base ancha, basados en la activa y protagónica actuación de micro, pequeñas y medianas empresas (MPYMES), con agregación de valor y conocimiento tecnológico. Por ello muchos de los países de AL tienen todavía grandes desafíos por delante en la formulación y aplicación de políticas y estrategias que provoquen un salto significativo hacia esta dirección.
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