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Marcial Maciel, Historia De Un Criminal


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2014  •  5.588 Palabras (23 Páginas)  •  368 Visitas

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JEEF R. ANDERSON.

Durante más de 25 años ha participado en diferentes acciones legales en contra de cardenales, obispos y órdenes religiosas tanto en Estados Unidos como en México. Los altos mandos de gobierno saben de estos casos y sin algún tipo de sentimiento en contra de las victimas protegen a la iglesia y a sus pederastas y que son protegidos directamente por Benedicto XVI, hipótesis que ha dejado de ser por si misma solo un “decir” ya que se sabe que Juan Pablo II protegía a Marcial Maciel aun sabiendo los actos de crueldad que durante años practico a cientos de niños.

En términos generales, la iglesia católica está pasando por una crisis global y el caso Maciel no es más que un ejemplo claro de cómo el vaticano y los jerarcas de la iglesia deciden protegerse a sí mismo manteniendo sus secretos y sus propias reputaciones.

Algo que R. Anderson no podía hacer era romper por completo con las problemáticas de la iglesia católica pero más aun con los Legionarios de Cristo que durante años ha existido y quien sabe sobre esto es que nada la podría quitar del camino y mucho menos de la iglesia católica, lo único que R. Anderson buscaba era llegar a proteger a los niños con mucha más eficiencia contra depredadores y pederastas como Maciel, quien por muchos años fue encubierto y aprovecho ese encubrimiento para lastimar a todos los niños que fueron marcados de por vida por el líder de los Legionarios de Cristo, por Marcial Maciel.

ALBERTO ATHIÉ

Sacerdote hasta el año 2003, denunciando el indignante abuso de niños por sacerdotes en México y en otros países. Como sacerdote, una de sus actividades era acompañar a un grupo de señoras que tenían un círculo bíblico coordinado por “Mayaya” Obregón de Caire, perteneciente a un grupo de las familias que estuvieron en los inicios de la Legión. Ella le organizaba reuniones y comidas a Maciel.

Athié visito a Juan Manuel, quien en diciembre del 94 yacía en un hospital convaleciente por una embolia, con el único propósito de escuchar, sin juzgar a quien había sufrido de abuso por parte de Maciel. El primer encuentro de Juan Manuel con Maciel fue al entrar a la Legión con apenas 12 años, cuando un día lo llamó a la enfermería con el pretexto de que el papa Pio XII le había autorizado recibir masajes de los niños por un supuesto dolor que tenía en el estómago, y así iniciando con los masajes abdominales le bajaba la mano al punto de hacer que lo masturbara, y así empezó a abusar de Juan Manuel y no solo de esa forma.

Tiempo después Juan Manuel decide dejar la Legión por todo lo sucedido y le dice a Maciel que ya no quiere estar ahí, Maciel con un tono asustado le contesta que no puede salirse, amenazándolo de muerte si en algún momento llegara a mencionar lo sucedido. En la muerte de Juan Manuel, se acercó a él José Barba quien le confió todo lo que Maciel había hecho con él, a lo cual Alberto se sorprendió al escuchar que lo sucedido con Juan Manuel era el mismo patrón con José Barba y sin dudarlo supo que lo mismo había sucedido con la mayoría de sus víctimas. Nadie podía tocar a Maciel ya que en el propio vaticano lo hacían ver como alguien de bien, alguien que aportaba mucho a la iglesia.

JOSÉ BARBA

José Barba junto a Arturo Jurado contactaron al periodista Jason Berry que ya había tenido renombre tras tratar algunos casos de pederastia en la religión católica, quien al exponerle sus casos de abuso por parte de Marcial Maciel, de inmediato Berry no creyó en lo que escuchaba y colgó, tiempo después recibieron una carta de Jason explicándoles que había recibido una llamada de otro periodista quien le comento lo sucedido en una escuela de los legionarios ubicada en Connecticut, pero no se vio ninguna ayuda de su parte en ese momento.

En 1997 al ver en las noticias que a Marcial Maciel lo habían nombrado miembro del Sínodo para la Familia a nivel Latinoamérica, José Barba decidió redactar en ese mismo momento la carta que pronto llegaría al papa, la cual fue firmada días después por Arturo Jurado y José Antonio Pérez Olvera.

Al ser redactada, firmada y autorizada por todos los compañeros de Barba, él y Saúl Barrales, en el año de 1997 la publicaron por primera vez en el diario Milenio, en 1998 hablaron con Monseñor Mullor acerca de la carta que querían mandar al vaticano y que querían que el mismo la llevara a lo cual Mullor los regaño por que habían obrado mal ante los ojos de Dios por la grave acusación que hacían a una persona de mucho prestigio, pero el lo haría de todos modos y seis meses después le dio noticias sobre la carta, la cual no la entregó directamente al papa y nunca la leyó.

En Noviembre del 2002 viaja José, Roqueñi y Arturo a Roma para entregarle de propias manos al papa una segunda carta redactada meses antes del viaje la cual, de nueva cuenta, nunca llegó a manos del papa.

Tras pasar durante tantos años abusos, violaciones e indignaciones por parte de Marcial Maciel a José Barba a la edad de 25 años decidió dejar la Legión.

SAÚL BARRALES

Un niño de primaria que a su corta edad al visitar a los misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, situado en Tlalpan, quedo maravillado por el lugar lleno de jardines, una imitación de alberca y muchas cosas más, dejándolo maravillado y asombrado. Al término de su primaria, se negó a inscribirse a la secundaria y decidió inscribirse al seminario en donde su único sueño era volverse sacerdote y dedicarse a lo que le proponían como misionero en la institución: ser salvador de las almas que están con poca atención.

A la edad de 13 años fue invitado a Comillas, España por Maciel y emprendió un viaje con la única misión de ayudar a los más necesitados, haciendo un paréntesis, hablando sobre la personalidad de Maciel y sobre las dudas que tenía acerca de los estudios de él, ya que sabía que Maciel no había acabado sus estudios y todo lo hacía con ayuda de alguien, teniendo títulos de dudosa procedencia, en pocas palabras Marcial Maciel era un completo fraude.

Maciel ocupó el mismo patrón de sumisión sexual que ocupó con las demás victimas que con Saúl, al pedirle en varias ocasiones lo “curara” obligándolo a masturbarlo y cubriendo su pederastia con la palabra de dios.

En varias ocasiones Maciel ocupó a Saúl para conseguirle su famosa droga llamada Dolantina la cual Saúl debía utilizar su cara de ingenuidad y sus buenas amistades con las monjitas que en esos tiempos servían a los hospitales, era tanta la adicción de Maciel a esa droga que llegaba a consumir entre 8 a 10 ampolletas diariamente.

Marcial Maciel sabía muy bien cómo vender su figura ante las personas, al tener una habilidad notable al hablar ya que sabía cómo convencer

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